Valkiria
No son muchas las películas acerca de la Segunda Guerra Mundial que nos cuenten la historia desde este lado de la valla. Es decir, o somos los malos y adoramos a Adolf Hitler, o somos los buenos y nos colgamos todas las medallas. Pero lo raro y lo poco habitual es meternos en la historia de los propios alemanes, de aquellos que viendo por dónde iban los tiros -nunca mejor dicho- intentaron, con sus propias vidas de por medio, acelerar el final de aquella locura.
Valkiria es un documental filmado, un entretenido episodio de las Cronicas de Nazilandia, en el que un Tom Cruise más comedido y menos fantasma de lo habitual se mete en la mutilada piel del Coronel Claus von Stauffenberg para contarnos la fallida intentona golpista de un grupo de nazis renegados que en Julio de 1944 intentaron asesinar al mismísimo Führer.
Con los primeros calores del verano alemán de 1944, los tiros del frente aliado en Normandía y los vapores del vodka de los rusos por el este tenían al partido nazi al borde del precipicio. La mayoría de sus altos cargos, incluido Hitler, parecían no enterarse demasiado pero algunos un poco más espabilados veían que resistir era el suicido y que lo que esperaba a los alemanes no iban a ser aplausos precisamente.
Así, tras un primer intento de atentado, fallido por supuesto, el tal von Stauffenberg tomo la responsabilidad de encargarse él mismo del siguiente. Le faltaba una mano, le faltaban varios dedos, pero desde luego le sobraban pelotas así que tras trazar un magnífico plan en el que se implicaban varios generales, políticos y otros cargos nazis, el bueno de Claus la cagó de mala manera. Colocó la bomba, sí, pero el plan no dio la impresión de ser tan magnífico después de todo.
Pretendían cargarse a Hitler y al final el Führer terminó enterrándolos a todos. Qué ironía, por fortuna para el resto de la Humanidad, el cabecilla del mayor crimen jamás cometido apenas tardó nueve meses en unirse a ellos.
A pesar de que se sabe que Hitler escapó a un porrón de atentados, Bryan Singer nos explica una historia que la mayoría no conoceríamos de otra manera, y firma una Valkiria sólida, dura y por momentos tremendamente emocionante. Pensar cómo podría haber cambiado tod si estos hombres con inclinaciones siucidas hubieran tenido más suerte...
Desde mi punto de vista la película es espléndida. No le puedo pedir emoción, ni un final electrizante porque por desgracia para Singer, Cruise y el resto todos conocemos su desenlace. Pero sí le podemos exigir que nos lleve por ese camino agarrados a la butaca, pendientes de cada diálogo, de cada explicación, y que éstas sean lo más claras posible. Y casi, casi lo consigue.
Le podemos exigir que nos enseñe algo, aunque sea de historia y de cómo las convicciones de los hombres pueden mover montañas, para un lado o para otro. Y para fatalidad nuestra fueron más las montañas que movió Hitler.
Pero Valkiria, sin embargo, peca en mi opinión de un exceso de rigor histórico o, más bien, de un raro desequilibrio a la hora de combinar ese rigor con la pantalla de cine. Porque por momentos no sabemos si estamos viendo un telefilme, un documental de sobremesa o una gran película con un presupuesto importante y un elenco de lo mejorcito de cada casa.
A Valkiria le puede faltar brío, puede carecer del pulso narrativo necesario para grabarse en nuestras retinas durante algo más de un par de días, pero desde luego cuenta con uno de los repartos más deslumbrantes que se pueda reunir. Y es que junto al omnipresente y por fin contenido Cruise encontramos a Carice van Houten, Bill Nighy, Kenneth Branagh, Stephen Fry, Tom Wilkinson o Terence Stamp.
Como gran aficionado a todos los entresijos de la Segunda Guerra Mundial, Valkiria me gustó bastante. Pero dado que es una película muy seria, muy fría y poco deslumbrante, se la recomiendo, sobretodo, a grandes aficionados de todos los entresijos de la Segunda Guerra Mundial.
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