domingo, 19 de diciembre de 2010

Críticas: Balada Triste de Trompeta.


Cualquiera diría que me ha dado un ataque de cine español, pero tranquilos, no estoy enfermo, es que parece que en el final del año los estrenos más interesantes son los nuestros. Ayer le tocó el turno a Balada Triste de Trompeta.

Tengo un problema con Alex de la Iglesia. Me encanta su propuesta, me encanta él, me encantan sus ideas, sin embargo su cine nunca termina de encantarme y me deja la sensación de que -algunas- de sus películas me gustaban mucho más antes que después de verlas.

Algo así me ha pasado con Balada Triste de Trompeta, que yo quería que me gustara -te lo juro Alex, he hecho mis mejores esfuerzos-, quería reírme y disfrutarla, pero leñe, otra vez. Salgo del cine con cara de circunstancias y pidiendo perdón a quienes me acompañaban.



Porque el humor de Alex de la Iglesia ya no es negro ni tinto ni tiene color. Ya uno no sabe cuándo hay que reírse porque envuelve su cine de tanto halo de parodia, de tanta mala baba, que a mí, por lo menos, esta Balada Triste de Trompeta, aún desternillante por rachas, me anestesia desde casi el principio, me acostumbra a ese tono burlesco y permanente y deja de sorprenderme.


Ya me pasó con Muertos de Risa -a la que Balada Triste le debe un poco más de lo que se está diciendo-, con Crimen Ferpecto -con la que es que ni arqueé una ceja- y con La Comunidad -aunque está la vería de nuevo con gusto-, por poner tres ejemplos. Me encantó El Día de la Bestia, a quién no.


Estoy leyendo muchas críticas a raíz del visionado ayer de Balada Triste de Trompeta. Los que no disfrutaron la peli se vuelcan en argumentos, uno tras otro. Los que la reclaman como lo mejor del año, no dejan de hablar de su aspecto visual, de su conexión con aquella época, de su música...

¿Pero cuáles son los logros de Balada Triste de Trompeta como película? ¿Es entretenida? ¿Divierte? ¿Emociona? Pues yo diría que tan de cuando en cuando, y tan poquita cosa, que no podría unirme a la lista de besa culos que están poniéndola por las nubes.



Porque quitando algún momentazo genial y/o brutal inesperado -a menudo sacado de madre y sin venir a cuento, exceso violento o gore que abunda en la película aunque no case para nada con el resto y parezca un simple capricho-, Balada Triste de Trompeta me ha parecido un coñazo. Quiero decir, que ni me ha hecho gracia ni me ha interesado la vida de sus protagonistas, desmedidos, exagerados, inverosímiles, hasta el punto de que su vida o su muerte me daba un poco lo mismo.


Las interpretaciones, desde luego, de lo mejor. El maquillaje, la ambientación, estupendísimos. Ahora, la película, como tal, otra vez sosa y pasaminutos, si es que se me permite el palabro. Insulsa hasta que de repente alguien pega un mordisco o alguno dice una parida. Pero enseguida se regresa al tedio, que es, lo siento Alex y pongo a tu disposición mis novelas para que las conviertas en películas igual de tediosas, lo que más me ha transmitido esta Balada Triste de Trompeta.


Por cierto, la canción de Raphael, lo más aterrador del año sin duda.

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jueves, 9 de diciembre de 2010

Críticas: Buried (Enterrado)

Brutal, impresionante.

Nunca antes, y he ido unas cuantas veces, había salido del cine en un estado tal de agitación, incómodo, agobiado, tanto que incluso me costó recuperar el ritmo normal de mi respiración. Porque si disfruté como loco durante el 90% de lo que dura Enterrado, con su tramo final sólo me queda quitarme el sombrero.

Si el otro día comentaba Los Ojos de Julia y lamentaba la falta de chispa y de ideas cuando el cine español quiere ponerse convencional y asegurarse la taquilla imitando las modas de Hollywood, hoy tengo que reconocer, y reclamar, que el cine español no es sólo eso, porque igual que nos golpeó REC en su momento o que aplaudimos a Amenábar antes de caer en el mismo saco, Rodrigo Cortés, con su Enterrado, no sólo da un golpe en la mesa sino que grita, y muy fuerte, que el cine español, en manos de los cineastas españoles y no de sus productores, da para mucho, mucho más.





Enterrado es una película española pero cuenta una trama muy americana y cuenta con una estrella de aquél lado del charco para soportar todo el circo. Lo que consigue Ryan Reynolds -sí, el hombre al que odiaré siempre por pura envida, al menos hasta que Scarlett Johansson le abandone y le haga mucho, mucho daño- es coronarse como un fenómeno de la reacción, del registro, de la empatía. Encerrado durante horas en una caja, transmite a la perfección, creo yo, las sensaciones y angustias del personaje, algo en lo que se sostiene con mucho riesgo el éxito o el fracaso de una película como Enterrado.


Paul Conroy es un contratista americano destinado a una de las provincias en conflicto en Irak. Allí es secuestrado por una facción de insurgentes y enterrado vivo con la única conexión con el mundo de una Blackberry con la que sus secuestradores le obligan a solicitar un rescate.

Esa hora y pico de angustia, de tensión en cada llamada -especialmente la del ejecutivo de su empresa y también la última- logra una familiaridad con el espectador, consigue meternos tanto en el cine, que sufrimos con Paul, sudamos con Paul y nos falta el aliento como a él hasta el final.

Con muchos menos medios que otras, con una repercusión menor, Rodrigo Cortés consigue con Enterrado comerse todo el pastel, sorprender a propios y extraños y, en mi opinión, convertirse en el puntazo del año, por buena y por original y sorprendente.



A mí desde luego Enterrado me ha ganado. Con los justos ramalazos de Hitchcock y una notable dosis de crítica y social y lavado de realidad, sin trucos de sonido mil veces vistos ni giros de guión chabacanos, me ha hecho disfrutar en el cine como muy pocas de las pelis de suspense o terror que haya visto.

Simplemente genial.

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martes, 7 de diciembre de 2010

Crítica: Los Ojos de Julia.


Como todos sabéis, por motivos de trabajo, aburrimiento o frikismo irracional me veo obligado a digerir una buena cantidad de cine de mierda al año. Sin embargo, en todo lo que recuerdo haber visto recientemente, ninguna película me ha ofendido, cabreado y repugnado tanto como Los Ojos de Julia.

Aquí debería terminar mi crítica, porque resume a la perfección la repulsa que sentí en aquella sala de cine en la que no podía dejar de retorcerme y aguantar las náuseas con cada nueva trampa, truco, engaño y gazapo de esta indigna producción de Guillermo del Toro, al que debería caérsele la cara de vergüenza por patrocinar semejante insulto.




Los Ojos de Julia nos quiere contar una historia de miedo, no, un drama, no, una tragedia familiar, no, un thriller, no, un chiste ridículo que da verdaderas ganas de llorar.

Ni siquiera voy a salvar a Belén Rueda por repetir por enésima vez su papel, aparece digna pero incapaz de defender este despropósito. Lo mejor de la película podrían ser los secundarios, pero es igual, la zozobra general es tan calamitosa que mejor no molestarse en salvar a nadie.


Con errores clamorosos de continuidad, de coherencia, de sentido común, con escandalosos y descarados trucos de mierda para engañar al espectador de la manera más burda y cafre, con una trama que no se sostiene por ningún lado y con un supuesto "giro final" tan previsible como estúpido, Los Ojos de Julia no debería ni considerarse una película profesional.

Porque Los Ojos de Julia consiste en un esfuerzo descomunal por parte de productores, guionistas, director y actores para que te creas una estupidez supina sobre invisibilidad, ceguera y venganzas que no quiero destripar por si alguien, por error, todavía se aventura a pasar una tarde rayante en un cine alimentando una industria, la española, que por quejica y llorona no consigue sacar mejores productos que esto.


Insultado, así es como me sentí viendo Los Ojos de Julia. Pero cómo creerme semejante patraña descarada, cómo consentir que a la pobre Belén Rueda se empeñen por dejarla sola constantemente, cómo creerme los trucos de cámara, cómo no sospechar de lo que resulta evidente, cómo consentir los fallos clamorosos de coherencia, cómo soportar a la maldita niña que se cree un superhéroe en lugar de llamar a la policía... Cómo soportar tanta cafrada y cómo explicarla sin destrozar la película con expoilers.

Sólo espero que en la magnífica web Cinecutre Los Ojos de Julia reciba su castigo merecido porque de verdad no tiene cinco minutos seguidos sin que tengamos que sufrir una gilipollez supina.


Como he leído por ahí, Los Ojos de Julia no es ni terror ni paranormal, es sólo anormal.

Dios, qué burrada de película.

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lunes, 29 de noviembre de 2010

Críticas: Sleepy Hollow. Magia, pura magia.


Tarde de tormenta, tarde oscura, tenebrosa. Relámpagos y truenos. Lluvia gris y niebla densa. Es mi pueblo, en Lanzarote, pero me devuelve nítidamente a uno de los momentos más mágicos y reveladores que jamás haya vivido en un cine: la noche que visité por primera vez la aldea de Sleepy Hollow.

Por supuesto había disfrutado de los destellos de genio oscuro de Tim Burton desde aquel Batman que me impresionó al salir del cine o su segunda parte, aún más fascinante para mí. Había alucinado con Beetlejuice y desde luego con la evocadora Eduardo Manostijeras. Pero lo que significó para mí Sleepy Hollow ninguna otra película lo ha rozado.




Bosques en bruma, silencios aterradores, ramas retorcidas, jinetes sin cabeza.... El compendio de todo lo que el terror gótico puede ofrecer lo reúne la leyenda de Sleepy Hollow que en 1999 Tim Burton adaptó al cine con un acierto y un estilo que luego no volvía encontrar en ninguna de sus producciones.


Ensalzando la estampa icónica del jinete sin cabeza, de la maléfica calabaza de Halloween ardiendo, Burton dibuja un cuento de terror victoriano encantador por los cuatro costados. Con un diseño de producción marca inequívoca de la casa y una banda sonora sublime, Sleepy Hollow es, para mí, ya todo un clásico.


Johnny Depp se mueve como pez en el agua en su atolondrado personaje diseñado a medida para él. Ese policía escéptico entregado a las nuevas tecnologías forenses de la época enfrentado sin quererlo a un misterio para el que las leyes de la ciencia que adora no tienen explicación. Los crímenes en cadena de una serie de aldeanos decapitados por un jinete endemoniado que les roba las cabezas.


El guionista Adrew Kevin Walker, autor también del guión de Se7en, recoge una leyenda inmortal y pone en las manos de Burton un mito del cine. Sleepy Hollow significa para un servidor un paso más en el arte de imaginar, de contar cuentos de terror y divertir causando miedo.

Lástima que el Burton de Sleepy Hollow se debió perder entre la bruma.



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Críticas: El Libro de Eli. Amén.


A ver por dónde empiezo a trocear este misal convertido en película, porque realmente no hay mucho bueno que decir de ella. Al comentar El Libro de Eli es fácil caer en el spoiler, lo cual no sé si en este caso sería un pecado capital, digno de un castigo divino... ¿Se nota que acabo de terminar de verla?

Como los caminos del Señor son inexcrutables y sólo aquél que tiene Fé encontrará la Salvación, Eli es un pavo tirando a soso que patea unos Estados Unidos pasados por el filtro Mad Max convencido de que una voz interior le ha animado a rescatar un libro, El Libro de Eli, claro, que siginifacará el resurgir de la esperanza para una humanidad sumida en un desierto de luz y sed posapocalíptica.





Denzel Washington, hipercatólico confeso, es el tal Eli, y en su doble faceta de megaestrella y productor, supongo que con fines benéficos, claro está, nos regala este pastiche que deja de ser interesante al cuarto de hora y que entre su lentitud y su rancísimo mensaje ultrareligioso termina por aburrir hasta a las ovejas.


Los hermanos Hughes ya me aburrieron convirtiendo en trivial una pedazo de novela gráfica sobre Jack el Destripador en Desde el Infierno, pero lo que hacen con El Libro de Eli es directamente finiquitar su carrera. Por prestarse al panfleto demagógico perpetrado por Washington y su guionista Gary Whitta y por ni siquiera ser capaces de hacer de él una peli entretenida que al menos nos hiciera olvidar tan anacrónico mensaje.

Quitando un diseño de producción logradísimo, pero que termina por empalagar, con esos tonos sepia exagerados por momentos, y una fotografía a menudo resultona, ni las actuaciones ni las situaciones de El Libro de Eli merecen ningún tipo de mención.


Previsible desde casi el inicio, sólo alguna pincelada en las escasas escenas de acción y algún que otro decorado te hacen levantar la ceja durante el sermón pasado de rosca que supone El Libro de Eli, cuyo final mesiánico ya termina por revolver el estómago de cualquier ciudadano del siglo XXI con dos dedos de frente.


Por momentos recordaba con una sonrisa La Llave del Abismo, de José Carlos Somoza, como una posibilidad realmente escalofriante.

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sábado, 13 de noviembre de 2010

Críticas: Predators.


Reconozco que cuando me enteré de que Robert Rodríguez iba a producir una nueva versión de lo que para mí es uno de los grandes clásicos de la Ciencia Ficción y del cine de Acción, Depredador (1987) lo primero que sentí fueron arcadas. No porque dudase de la capacidad de Rodríguez para afrontar un proyecto serio, que también, sino sobretodo porque después de las judiadas que le han hecho a este peliculón con su talonario de secuelas, una más no me hacía augurar nada bueno.

Robert Rodríguez decidió no ponerse tras las cámaras, sino cederle el honor al bueno de Nimród Antal, del que no me disgustó del todo Habitación sin salida, y tal vez por eso Predators me haya resultado menos castaña de lo que esperaba y un acercamiento casi válido a mi adorado film de Schwarzenegger.




De todas las aproximaciones al fenómeno que supuso Depredador en los ochenta, ninguna había conseguido rozar siquiera su calidad ni su espíritu. Una, la primera secuela, porque su traslado a la gran ciudad eliminaba de raíz el principal encanto de la original, la ambientación claustrofóbica y agobiante de la jungla sudamericana. Las demás, despropósito que lo mezclaba con Alien, ya no eran películas sino experimentos vergonzosos.

El Predators de Rodríguez y Antal, he de reconocer, no me ha dado tanto asco como las anteriores secuelas, de hecho, lo he disfrutado casi a gusto, agradeciendo los guiños y homenajes al Depredador de John McTiernan, viviéndolo como una certera secuela que pretendía sinceramente entroncar con aquélla.


Por desgracia, las semejanzas con su antecedente se quedan en el regreso al entorno selvático y a una constante referencia a la famosa misión encabezada por el sargento Dutch, porque una vez Predators se pone en marcha como película independiente con principio y fin en sí misma, es decir, cuando deja de frotarse con la peli original, demuestra que por buenas intenciones que se tengan no se garantiza el saber hacer una buena película.


Con una trama confusa y tirando a estúpida y previsible, no diré que Predators es mala, simplemente, no contiene nada digno de recordar. Un Adrien Brody pasado por el taller de Chuck Norris, un Laurence Fishburne insustancial, y una serie de secundarios accesorios, especialmente Danny Trejo, al que Rodríguez no respeta como intérprete a pesar de regalarle Machete poco después.


En definitiva, Predators supone un esfuerzo que agradeco por honrar la película original pero vuelve a quedarse tan lejos de ella, tan lejos de ser un buen entretenimiento siquiera, que no puedo evitar preguntarme qué necesidad hay de seguir torturando a uno de los villanos más carismáticos del cine de acción reciente.

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Vampire Girl vs Frankenstein Girl.


Parece mentira que después de años intentando ver buen cine, te llegue un día en que lo que más te apetece es ver una chorrada, a ser posible como un piano, que ta arranque una sonrisa y te ayude a desconectar de los rompecabezas cotidianos.

El estrés, la maría, un aburrimiento pertinaz o una falta de neuronas, son buenas razones para sentarse a ver un truño como Vampire Girl vs Frankenstein Girl.



No es necesario darle caña a esta película en foros como cinecutre o similares, la peli es mala de cojones porque así fue creada y parida, pero dentro de su género, el japo descerebrado y exagerado, Vampire Girl vs Frankenstein Girl no es sólo una locura original sino hasta divertida.

Las tonterías que se les ocurren a algunos guionistas japoneses no tienen límite ni medida. Vampire Girl vs Frankenstein Girl cuenta la historia de una joven estudiante recién llegada a un nuevo instituto que desde su aparición se empeña en seducir a un atontado muchacho, que resulta ser el caprichillo de otra.


Pero si la recién llegada guarda un secreto -en realidad es una vampira en busca de un nuevo esbirro- su rival por el amor del tontaco no se queda atrás, y es que su padre, profesor de ciencias, resulta ser un fenómeno del quimicefa y es capaz de reconstruír a los muertos.


Vampire Girl vs Frankenstein Girl nos entrega una versión hilarante del confrontamiento entre dos monstruos universales, trastocados hasta el absurdo por el gore, la imaginación barroca y las escenas sangrientas más descabelladas que yo jamás haya visto en una película.


¿Si la recomiendo? Jo, pues sí, pero con matices. Si tras la secuencia inicial, previa a los títulos, no te estás tirando de los pelos, sigue viéndola, si te hace torcer el gesto asúmelo porque toda la película es igual de pasada de rosca.

Yo me reí como un crío gamberro tirando piedras a los cristales.

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viernes, 15 de octubre de 2010

Machete: Culpa mía por esperar algo más de esto.


Vale que Robert Rodriguez es un gran ideador de escenas de acción, no es un genio del género, desde luego, pero sí tiene la mente lo suficientemente retorcida para crear algunas de las burradas más brutas y divertidas sobre cómo matar a un tipo en una peli. En ese aspecto es bizarro de narices el muchacho. Ahora, como guionista, como director de cine, es una castaña. Y con Machete vuelve a recordado.

Parece que se está acomodando en lo de rodar "bromas", ¿se ha olvidado de dirigir de verdad?

Porque Machete, más allá del tráiler de coña que nos colaron en Planet Terror, es una peli de acción de toda la vida, un mata mata, un Commando, un tos pa mí que me los como, que nace de la nada, porque tal personaje, la verdad no tiene nada de interesante ni qué aportarnos, y salvando tres de esas animaladas Made in Rodríguez, se queda en también en nada.



Tras Desperado tuve la impresión de que el nuevo cine de acción y pólvora lo iba a escribir Robert Rodríguez. Ví que un tipo con cuatro duros había conseguido darle un poco de color a un cliché manidísimo y hasta convertir un bodrio de guión, un Zorro chusco -ya andaba por ahí Banderas- en un film entretenido y más o menos diferente.

Desde entonces, Rodríguez decidió seguir la senda que marcaba su entrepierna en lugar de el sentido común, cosa que no veo mal si tu entrepierna alberga algo más que litros de vísceras de pega reventando contra las paredes y niños superhéroes. Y salvo alguna excepción que destaco porque me hizo gracia, sus películas son en general un paquete.


Machete vuelve a ser El Zorro, vuelve a ser su Desperado, incluso repite escenas y planos en un ejercicio que prefiero tomarme como auto homenaje que como lo que me pareció al verla, una ridícula falta de ideas. La diferencia es que Desperado era original y apenas duraba un ratito, que Banderas transmitía mal que bien el pesar de un personaje atormentado y que el mismo Rodríguez mostraba ahí un pulso mucho mejor para las escenas lentas y de transición, ¿tal vez debido a la colaboración de Tarantino?

Pero en Machete el pulso de Rodríguez empieza y acaba en tres premisas: hacerle un regalo al ya familiar Danny Trejo, lucir elenco de actrices de acción hispanas y desmadrar todo lo posible con el gore y la fantasmada.



Y en los tres puntos acierta, en mi opinión. Creo que Trejo da exactamente lo que se le pide, a ver si ahora va a ser un Clint Eastwood; las chicas, Alba y Rodriguez, están las dos más bellas y sexys que nunca -de Lindsay Lohan ni hablo-; y el gore exagerado es lo único que hace que Machete no pase por la peli más aburrida del año.


El problema es todo lo demás, y es mucho, ya que ni la trama, estúpida, ni los secundarios de "lujo" rellenan dignamente el resto de las dos horas de truño. Hacer reír en un tráiler es una cosa, pero darle a eso un evoltorio que aguante semejante minutada... Ahí falla de plano.

Meter en la misma tarta a Robert De Niro con un Steven Seagal travestido en el Coronel Bison no tiene tanto mérito una vez visto el resultado del estropicio. Jeff Fahey cumple a pesar de dar vida a uno de los gangsters más torpes y cenizos del género y al parecer ése que dispara y fuma puros tras sus gafas de pasta es Don Johnson como podría ser mi primo el peluquero.



El intento de mezclar lo mejor de Desperado con lo mejor de Planet Terror le ha salido a R.R. muy, muy por la culata y opino que debería dejarse aconsejar en lugar de hacer las cosas según le sale de ahí, porque hasta la parodia, para serlo, al menos debe hacer gracia.

Y ver a DeNiro huyendo a hurtadillas de un barracón disfrazado de mejicano de todo a cien no da risa sino mucha pena.


Machete es una peli de Rodríguez y Rodríguez. Por fin Michelle Rodriguez demostrando lo cañón que está, que ya era hora, y por otro lado me deja el sabor agridulce de seguir al mejor Robert Rodríguez para tarde o temprano. un film plagado de guiños, de iconos, que define las obsesiones de su director más allá de complacencias con una audiencia que él sabe polarizada: o le va a ser fiel, o se la pela. Así le va.

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sábado, 2 de octubre de 2010

Se7en. El nacimiento del género de todos los géneros.


Quería comenzar el nuevo mes con una revisión de un clasicazo de los noventa que pude recuperar hace poco. Se trata de Se7en, la película que dio a conocer a David Fincher, después de acabar con la saga Alien, y que unida al éxito de El Silencio de los Corderos abrió las puertas del cine a los psychokillers cada vez más rebuscados e imaginativos, puerta por la que en los últimos años se cuela casi de todo.

Cuando algo es nuevo sorprende y si es bueno crea es cuela, cuando empieza a repetirse puede pasar que algún otro acierte pero lo normal es que la buena idea acabe desvirtuándose. Se7en no llegó la primera a la línea de meta en el género del asesino en serie más listo que la policía -de hecho gran parte del cine policiaco setentero ya partía de esa premisa- pero sí fue de las primeras en girar una muesca más la tuerca y convertir esta rama del cine negro en un paso más en el cine de Terror.



Dignificar el Terror o pornografíar el suspense, tales caminos llevan a Se7en y de ésta al tropel de pelis posteriores que siguieron su estela, siendo tal vez la más inmediata El Coleccionista de Huesos y la más extremista Saw. Me refiero a que Se7en parte como tantas del esquema del poli cascado y de vuelta de todo al que le encasquetan un agente más joven e impulsivo para cazar a un asesino implacable que tiene un maquiavélico plan para ir cepillándose a una cantidad variable de vícitmas. En este sentido, Se7en no aporta nada.


El acierto de Fincher es voltear este típico canon de cine negro y fundirlo con un género que hasta ese momento teníamos más asociado a la casquería inexcusada, al gore más o menos refinado o al cine adolescente. En ese 1995 David Fincher creó la mezcla perfecta entre una peli de Harry el Sucio y lo mejor del Terror de la época. Suspense, drama, policiaco, terror... ¿Qué no tiene Se7en?


Una ciudad sin nombre en la que nunca deja de llover, unos personajes reales, con profundidad, con "vida", un asesino implacable y jodidamente retorcido, un plan mortal apasionante, escenas de una tensión y un pulso dramático sobrecogedoras y sobretodo unas actuaciones clavadas que dan a Se7en ese halo de verosimilitud sin el cuál la historia no hubiera pasado del típico serial killer ochentero.


En Se7en se respira la suciedad, la mugre del ser humano. Fincher juega con nosotros, manipulando nuestros puntos de vista, metiéndonos por momentos en la calma del cínico veterano Morgan Freeman o en la impulsividad macarra de un acertadísimo Brad Pitt. Incluso nos conmueve con la fragilidad de la bella Gwyneth Paltrow, antes de que ese John Doe, Juan Nadie, sin acreditar (no seré yo quien desvele la sorpresa a quien no la sepa) se robe la película.


Se7en supone para mí el inicio del genéro que me impulsa a escribir, el paradigma del libro que quisiera escribir. Suspense, investigación, historia que contar, entrelazada con el Terror más primigenio del ser humano: todos podemos ser una víctima, todos somos culpables de algo.


La magia de Se7en es haberse convertido en su momento en una piedra angular del cine policiaco y haber llegado hasta hoy no sólo fresca sino indudablemente superior a cualquiera de sus herederas.

La trama alrededor de los siete pecados capitales, la atmósfera agobiante, el espectador siguiendo paso a paso la investigación, la brutalidad de los crímenes, las tragedias de cada personaje, ese final impresionante, inolvidable... Se7en es sin duda una de mis películas de no dejar de volver a ver nunca.

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jueves, 23 de septiembre de 2010

Críticas: La Caja. ¿Estás en serio?


Existen dos tipos de malas películas de Terror, las rematadamente horribles que ya desde su nacimiento estaban predestinadas a ser malas (típicos refritos y apropiaciones de ideas de otros) y las que resultan malas por pura ineptitud de sus responsables a la hora de llevar a cabo una idea cuando menos pasable.

La Caja, película de Richard Kelly (Donnie Darko) basada en un relato de Richard Matheson y protagonizada por actores en principio solventes como Cameron Diaz, James Marsden y Frank Langella tiene un comienzo interesante, casi prometedor, uno de esos típicos arranques de una película de la que no sabes mucho y que de repente dices "anda, pues igual va a molar".

Pues no, La Caja no mola, a los veinte minutos estás deseando que aprieten ese botón y a los veinticinco que se acabe.



Veamos qué pasa con La Caja. A una familia setentera -la acción se situa en plena carrera espacial- se les aparece un tipo muy extraño y con una singular resisitencia a las infecciones pese a tener la mitad de la cara descarnada, que les suelta una caja de madera con un botón. Si lo pulsan ganarán un millón de dólares, pero alguien que no conocen morirá en alguna parte del mundo.


La tensión que puede desprender este comienzo, nada mal presentado ni interpretado, por cierto, gira entorno, claro está, a si van a apretar o no el dichoso botón, incluso se presta a dar pie al debate interno en cada uno de nosotros de qué haríamos en su lugar. No creo caer en ningún spoiler si digo que ese suspense, inevitablemente o no habría película, termina en cinco minutos y con un sonoro chof!


Bien, los minutos que siguen a ese suspense convierten La Caja en una cinta de espias que no deja de ser interesante del todo, en absoluto, pero a la que poco a poco se le empiezan a ver las costuras. Y como suele pasar en este tipo de cine de suspense o Terror, el que podríamos denominar de "pillado por los pelos", cuando después de hora y pico aguantando la intriga, alargando la espera y retardando la explicación se desvela el pastel, la carcajada no puede ser más sonora.

Porque la explicación que fundamente lo que sucede en La Caja es tan inesperadamente estúpida que la cinta pasa de la intriga a la vergüenza ajena de la manera más natural del mundo. Se ve que sus responsables pretenden que asumamos el giro final con la frescura de un supositorio de latón del tamaño de un paragüero. Y duele, claro.


La Caja resulta una gran decepción y pese al buen trabajo de los actores -irregular pareja protagonista pero solvente Langella-, se resuelve como una sorprendente gilipollez.

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martes, 21 de septiembre de 2010

Críticas: Mimic. Más vale tarde que nunca.


Por alguna razón, tal vez con origen infantil, el cine o la literatura de Ciencia Ficción, ya sea espacial o de bicharracos mutantes, rara vez consigue despertarme la curiosidad demasiado. Igual que soy capaz de conceder el beneficio de la duda a casi cualquier truñaco de Terror, no entiendo por qué a la fantasía más o menos científica o sofisticada no le hago tanto caso.

Es ahora, casi por vergüenza, cuando me obligo a recuperar clásicos como Dune, Alien o Blade Runner, cuya ausencia en mi filmografía debería ser imperdonable.

Una de esas aventuras de Terror-Ciencia Ficción eternamente aplazadas era Mimic, de Guillermo del Toro, que por pura casualidad ayer me decidí a rescatar. Y me gustó, no tenía muchas dudas de que lo haría, y de verdad me gustó.




Mimic es la segunda película como director de Guillermo del Toro, después de su interesantísimo y perturbador debut con Cronos, y su primer contacto con la industria americana que ahora casi le adora. Cuenta cómo para detener la expansión de una enfermedad transmitidad por las cucarachas, un matrimonio de científicos neoyorquinos crean una nueva mutación genética de este bicho tan agradable que es capaz de merendarse a sus compañeras infectadas. Años después, cuando consideran esta especie extinta, una criatura terrorífica surge de las entrañas de Nueva York.


No me he atrevido antes a darle una oportunidad a Mimic por culpa del prejuicio irracional que me aparta de todo tipo de "peli con bicho". Soy raro. Igual soy capaz de devorar las pelis de vampiros como de repudiar por fantasiosas las de zombies, igual me pirro por las fantasmadas más absurdas pero me niego a creer las de criaturas mutantes. Yo que sé, adoro Star Wars pero jamás vi Star Trek porque paso de las pelis del espacio...

Después de esta confesión, desautorizando mi propio criterio, qué le vamos a hacer, diré que Mimic me ha gustado dentro de lo que una peli de bichos puede gustarme, lo cuál no es decir poco, puesto que normalmente no le daría ningún valor a una y pico de cucarachas mutantes asolando una ciudad supuestamente civilizada.

Sin embargo, encuentro en Mimic muchas de las referencias que tanto me gustan en el cine de Guillermo del Toro, esos tics u obsesiones recurrentes en sus producciones y con los que tanto congenio. Túneles oscuros, criaturas imaginarias, la curiosidad infantil, los espacios claustrofóbicos...


Respeto mucho más a Del Toro como creador visual y fuente de buenas ideas que como director, ya que algunas de sus películas me han llenado mucho más desde el aspecto visual y evocador que desde el cinematográfico, y desde luego con Mimic me ha pasado que el universo suburbano y las caracterizaciones de los personajes me han vuelto a interesar más que la trama, el argumento o su resolución como película.

Al parecer mucho tiene que ver con ello el hecho conocido de que el estudio interviniera más de lo deseable en el quehacer de su director.

Recomiendo Mimic como clásico de Horror con Bicho, pero no con el entusiasmo que quiza alguien con un mejor criterio para este tipo de cine pudiera poner en ella.


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lunes, 20 de septiembre de 2010

Críticas: Splice. Experimento Mortal.


Aburrimiento mortal, más bien, sensación extraña y gesto torcido es lo que he conseguido tras ver Splice, de la que esperaba mucho más y que me había creado otras expectativas. Esta película logra que un argumento que da pie a un enorme abanico de posibilidades se quede en un telefilme sencillo, básico, simple, reducido a la mínima expresión en cuanto a profundidad, intensidad y emoción.

Splice: Experimento Mortal, sólo consigue indiferencia.




Vincenzo Natali me deslumbró con Cube (1997) y tampoco me defraudo con Cypher (2002), después le perdí la pista y al conocer su regreso al cine de género con Splice no pude evitar llenarme de ciertas ilusiones. Sin embargo toda la expectación desaparece a la media hora de película, cuando todo el (poco) pescado está vendido y sólo queda contar los minutos hasta un desenlace cantado y previsiblemente aburrido.

Splice: Experimento Mortal navega entre un genético Frankenstein y un Alien descafeinado, sin embargo no termina por profundizar en ninguna de las dos, con lo que pasa de puntillas por ambos subgéneros, el del científico loco y el de la criatura desatada, ni da miedo ni se atreve a indagar en la malentendida ambición del ser humano.


Pudiendo haberse disfrazado de un moderno HG Wells (El Hombre Invisible) o RL Stevenson (El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde), Natali limita la trama científica a un mero caso de inseminación artificial, porque una vez los investigadores (unos perdidos y extrañamente atolondrados Brody y Polley) cruzan esa línea de la ética científica todo queda en un ridículo capítulo de Supernani pasado de rosca.


DREN, la criatura creada de puro churro y de la que desde el principio queda claro que no se va a sacar nada bueno, al final resulta ser uno de los bichos más sosos y aburridos de la ciencia ficción actual, sus únicos momentos de protagonismo son al poco de su nacimiento, justo lo que tarda Splice en demostrar que no va a ser una película de Terror científico sino una más, y bastante simplona, de descafeinado Terror con niña.


Niña, por supuesto, hormonada y tonta, que asume uno por uno todos los clichés más típicos, repitiendo el esquema mil veces visto de "primero apego a la madre, después complejo de Edipo -comienzan los problemas- para terminar con el despertar sexual y el rechazo" con el que llega al desenlace.


Natali acierta al irrumpir desde el principio en la acción, sumergiéndonos en la ambición, en la tensión de la creación de una especie nueva a través de la combinación de ADN, una primera parte de Splice que resulta lenta pero al menos interesante, sin embargo, como digo, una vez la trama presentada... Splice se diluye como un azucarillo en el Terror facilón y previsible, tremendamente sencillo, insustancial y, tal vez por una elección argumental que reduce la acción a dos localizaciones y tres personajes, muy limitada.

Total, nada nuevo ni sorprendente, en ninguno de sus aspectos, algo que tratándose de Splice sorprende viniendo de un equipo artístico, directivo y productivo como del que viene.

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