domingo, 23 de mayo de 2010

Críticas: Legión. Jodé qué mala.


Dios se ha cabreado y manda unos ángeles a darnos por culo. Entonces otro, venido de tapadillo, se agencia un arsenal entero de pipas y metralletas y por sus santas no sé qué, qué pelotas no tiene, se ofrece primer para defendernos.

O sea, que un ángel, se rebela contra el cielo, y con cuatro pistolas y tres garrulos como compañeros, va a salvar el mundo.

O sea, insisto, que Dios, que todo lo puede, manda a una pandilla de zombis subnormales y a un pavo ridículo que dice ser un ángel para matar al nuevo mesías antes de que nazca.

Ha quedado claro, supongo, que Legión es tan mala que roza, no, profundiza en lo absurdo. Porque si al menos esta trama imbécil estuviera bien contada, vale, pero no, es que lo que Legion nos ofrece es un delirio de grandeza de proporciones, eso sí, apocalípticas, un refrito de Terminator que bordea el plagio descarado en su mayor parte, y una aburridísima mierda épica de cuatro tipos en un bar de mala muerte liandose a tiros, con balas de plomo, nada de otro mundo, contra ángeles, zombies y el respeto al espectador.




Legión no sólo es pesada, es que la mayor parte del tiempo se recubre de una atmósfera pseudotrascendente, abusando de un Paul Bettany en plan intenso, que ni él se cree la película, y desarrollando un argumento de medio folio que se estira como un chicle cuando desde el minuto diez ya está todo más que contado.

Escenas de Terror no busques ninguna en Legión, como mucho la primera vieja poseída, porque al ser al principio sorprende, después, un carrusel de zombis inoperantes hasta que a Dios se le inflan los cojones y manda a su bateador estrella, Gabriel, a terminar el trabajo.



Dicho trabajo consiste en matar a la madre de un niño que está por nacer y que cuando lo haga será la única esperanza de la Humanidad. ¿Os suena? Hasta el ángel bueno cae del cielo en pelotas en mitad de un callejón de Los Ángeles. Que por qué Dios querría matar a la esperanza de la Humanidad tendrás que ver Legion para averiguarlo.


Ángeles, zombies, plagas, tormentas de arena... Todo para matar a una piba encerrada en un bareto del desierto. ¿Cuál es plan de Michael? Resistir abatiendo bichos a tiros hasta que el niño nazca, alucinante. una hora de un pavo, que resulta ser un ángel, pegando tiros a una serie de zombies desde las ventanas de un bar. Listo. Y al final, una pelea inverosímil entre los dos ángeles, en dos tiempos, que por supuesto acaba como era de preveer, dando risa.


Legión es horrible, termina como empieza, en mitad de una penosa sucesión de sin sentidos y robando todo el plano final a Terminator. Encima, deja una frase:

Crean en Dios.

Read more...

Críticas: Prince of Persia, Las Arenas del Tiempo.


Imagináos la pantalla de cine divida en cuatro partes iguales, tapad por completo la inferior izquierda con la cabeza del único cabronazo de dos metros que no mira si se sienta delante de alguien. Bien, de los otros tres cuadrantes, os comentaré mi opinión sobre Prince of Persia, Las Arenas del Tiempo.

Para empezar, Prince of Persia es un coñazo, es decir, aburre hasta las ovejas con un guión hilarante y previsible desde el primer minuto empeñado en disfrazarse de misteriosa trama de conspiraciones e intrigas. Pon a un lado la divertida relación -al principio, que luego ya cansa- entre el Príncipe Dastan (Jake Gyllenhaal) y la Princesa Tamina (Gemma Arterton) junto con las escenas acrobáticas y emocionantes por las que pagaste la entrada, y los otros cien minutos -la peli dura dos horillas, ná más- son un tremendo blabla con Alfred Molina intentando hacer gracia.




Ya no es que sea un película de aventuras rutinaria y típica, es que entre idas para un lado, venidas para otro, huidas, escapadas, secuestros y encima repetir una y mil veces las mismas frases, explicar cien veces los poderes de la daga y el maquiavelísimo plan del villano, Prince of Persia parece una espiral que gira y gira para siempre volver al mismo sitio.



La manera en que Dastan va haciendo averiguaciones es sólo un poquito menos ridícula, por casual y afortunada, que cuando su hermano, sin todavía ser rey, no lo olvidemos, le "regala" por sus narices a la princesa Tamina.

Sabemos que las adaptaciones de videojuegos a menudo deben cargar el lastre de que su antecedente sea lo suficientemente bueno y popular que para superarlo necesite una tremenda dosis de creatividad y sobretodo dinero. Bien, se suponía que Prince of Persia iba a tener de ambas sobradamente, pero al parecer se les ha ido el presupuesto en decorados y en pagarle el gimnasio a Gyllenhaal y el betún cantoso para la piel a Arterton y se les ha olvidado pagar a un par de guionistas con buenas luces.



Cuando Prince of Persia intenta parecerse al videojuego de Ubisoft no sólo lo borda sino que además hace que adores a ese tipo. El Dastan de Gyllenhaal trepa por las paredes, corretea por los muros, salta de tejado en tejado y no se deja ninguna de las piruetas que los amantes del juego queríamos ver en pantalla. Son grandes momentos de acción y emoción pero por desgracia estos guiños al Prince of Persia de PlayStation se quedan en apenas pildoritas muy repartidas y diseminadas a lo largo de la eterna y sosa película.

Personajes irrelevantes hay unos cuantos, como cualquiera de los dos hermanos, en especial el que ni es rey ni pilla novia ni invade castillos ni nada de nada, o como el lanzador de cuchillos que bueno, vale, aporta dos cositas, que podrían haberse hecho de cualquier otra manera. Pero la palma en cuanto a estupidez se la lleva Alfred Molina, el folla avestruces, cargando su papel de chistes fuera de contexto y gilipolleces varias como "contrapeso humorístico" de una película que, por lo general da pena.

El trabajo de diseño y producción es excelente, como no podía ser menos contando con un presupuesto sideral, pero en lugar de acercarse más al hilo argumental de los videojuegos, más simple, cierto, pero más emocionante, coherente y propicio para la acción, han querido inventarse, otra vez, una película familiar, para todos los públicos -obsérvese que no se ve una gota de sangre ni de refilón-, mandando al carajo la esencia del Prince of Persia en aras de una recaudación mayor.


Ya pasó con Alicia, volverá a pasar. Para disfrutar de un Prince of Persia emocionante y divertido, en cuanto acabe esta crítica conectaré mi PlayStation.

Read more...

domingo, 16 de mayo de 2010

Críticas: Robin Hood, reencuentro con la leyenda, y con el cine.


Ha habido un momento durante la proyección de 'Robin Hood' que no podía creerme lo que estaba viendo. Un momento no, más de uno, en que meneaba la cabeza y me tapaba la boca abierta con las manos. Primero un sablazo de épica descomunal, con esa primera batalla. Más tarde un subidón de adrenalina con las flechas surcando el bosque hacia Mark Strong. Después, un desborde sensorial, un viaje a la Edad Media como si la estuviera viviendo. Poco a poco, una lección como pocas de Cate Blanchett, qué pedazo de actriz. A lo largo del film, un Russell Crowe inmenso que se aleja de Máximo mucho más de lo que parece a simple vista. A continuación, la emoción de las preciosísimas escenas intimistas que colorean Nottingham como nunca. Cerca del final, otro espectáculo sin palabras con la batalla en la playa. Y para terminar, Robin Hood, el de siempre, y su bosque de forajidos.

Hacía mucho, mucho tiempo que no disfrutaba tanto en una sala de cine. Que no me emocionaba, reía, estremecía y saltaba al mismo tiempo. El Robin Hood de Ridley Scott me deja, en primer lugar, el conocido sabor de boca de que este tipo sabe cómo rodar batallas. Nunca antes las flechas habían dolido tanto como en esta película. En segundo lugar, que Russell Crowe, comprometido con un papel y con un proyecto, da lo mejor de sí mismo. Y por último, que el arquero de Sherwood nunca había estado tan vivo.





Robin Hood no es Gladiator, pese a que por momentos el fantasma del peliculón de la pareja Scott-Crowe sobrevuela imágenes, escenas y retazos de la trama. Para serlo le faltaría una historia más profunda, un drama más desgarrador y sobretodo, Joaquín Phoenix, pero sin embargo Robin Hood tiene un componente de aventura, de diversión, que no tenía aquella.




Russell Crowe no borda, ES Robin Hood, un papel hecho a medida para su tono más sobrio e intimista, pero se permite el lujo de reír y bromear en algunos momentos brillantes con Lady Marian y sus compañeros, tal vez lo más flojo de la cinta. Cate Blanchet, por su parte, se come a Crowe, al excelente diseño de producción y a cualquier otro aspecto de Robin Hood. Está, sencillamente, espléndida.


Esperaba muchísimo menos de Robin Hood. Estaba dispuesto a ver batallas espectaculares, épica en dosis irregulares y aventuras entre los bosques. Pero todas mis expectativas ha quedado brutalmente pisoteadas, Robin Hood es mucho más, es un crudísimo retrato de una época, de unas leyes y de una forma de vida que te absorve sin dejarte un respiro. Enclavada en los años que transcurrieron entre la muerte de Ricardo I y la elaboración de la Carta Magna, en 1215, esta película termina donde otras empiezan, en los orígenes de leyenda, una leyenda que nunca tuvo tantísima carga histórica como en este caso.


Épica, sí. Grandilocuencia en los combates, en el espíritu guerrero, en los valores de libertad y justicia que ya trillaba Braveheart. Pero todo llevado a un terreno tan real, tan palpable, que convierte a Robin Hood en la única versión de la leyenda que no juega con el poder del mito.


Es un nuevo Robin Hood, un arquero al que la vida zarandea, un tipo llevado a tomar decisiones que no le corresponden, un hombre normal, con debilidades comunes, un buscavidas por obligación que acabará convirtiéndose en la esperanza de todo un pueblo. Y todo lo narra Scott con una sencillez que oculta un trabajo de guión, de construcción de decorados, de apoyo musical, y de una planificación tanto de la acción como de la intimidad que bordean sus mejores trabajos.


Este Robin Hood de Ridley Scott no es sólo el más creíble y menos "legendario" que he visto nunca, capta perfectamente el espíritu de un arquero forajido, del peligro de los bosques, de la corrupción del poder, de la ruindad de la guerra, del pueblo hambriento. Es, para mí, la mejor versión del personaje que jamás haya visto.



La película es larga, casi dos horas y media, pero hubiera pagado doble entrada con tal de que no terminara. Uf, sigo impactado.

Read more...

sábado, 15 de mayo de 2010

Críticas: Los Extraños.


He leído muy malas críticas sobre esta película desde su estreno, recuerdo que cuando la ví me pareció razonablemente buena, pero tanto machaque me hizo querer volverla a ver por si yo estaba equivocado. Pues bien, ayer volví a ver Los Extraños y me reafirmo en que su primera mitad es terroríficamente interesante.

Para empezar debo decir que Los Extraños presenta en su guión más de una estupidez y muchas situaciones que rayan lo incoherente. Seguramente, hablando de otra película, diría que su guión está trufado de estupideces, sin embargo, con Los Extraños me pasa que por ese ritmo inicial, por el buen trabajo de los actores o por la empatía que me produce su planteamiento -cercano al tipo de Terror que persigo en mis novelas- le tengo una simpatía especial que me hace asumir sin grandes problemas sus fallos.




Los Extraños cuenta la terrible noche que pasa una pareja en la vieja residencia de verano de la familia del chico, perdida en mitad de un pueblo por el que no pasa ni el tiempo. Una fría noche en la que de pronto reciben la visita de una chica empeñada en entrar. Ella, y su familia...

La primerísima parte de Los Extraños es un coñazo de tomo y lomo, ese ñoño cabreo de la pareja que no nos importa nada y que sólo sirve como excusa para mostrar su fragilidad emocional en ese momento y para justificar que el chico se marche dejando a Liv Tyler sola.


La segunda parte, más o menos hasta la mitad, es a mi gusto perfecta. La tensión se puede palpar, el miedo se nos contagia con una sutileza magistral, nos ponemos en la piel de esa chica y la manera en que el director consigue rodar el Terror descarnado sin ruido ni golpes ni efectos de ordenador es sublime.


Luego Los Extraños se manifiestan, con careta o sin ella siempre digo que el Terror es Terror cuando no lo vemos, que una vez aparece el hombre del saco siempre da menos miedo que cuando sólo lo imaginábamos. Eso me pasa con muchas películas de ciencia ficción o de Terror a lo Señales, Monstruoso o Jeepers Creepers.


Me apasiona el preámbulo del pánico, una vez la película se convierte en una persecución normal y corriente, en una cacería más del montón, Los Extraños pierde gran parte de su interés, se convierte en un epílogo largo y lento y entonces es más difícil salvar las "casualidades" y los trucos de su guión. Está muy bien crear misterio entorno al origen del mal, pero en este caso, estos sosísimos villanos sin motivación aparente, tampoco le dan a la película la fuerza que deberían.

Sin embargo, toda esa presentación inicial, toda esa tensa soledad y la sensación tan vívida de peligro que consigue transmitir, hace que no pueda unirme a los que critican a Los Extraños por sosa o por lento. A mí, esa primera mitad, al menos, me da miedo.


Read more...

Especial Elm St: Pesadilla en Elm Street 5: The Dream Child.


Tiene un problema Pesadilla en Elm Street 5: The Dream Child y es que a pesar de haber encontrado el camino a seguir a partir de la tercera entrega, ni la cuarta ni ésta que nos ocupa aportan absolutamente nada a la saga que mantenga mínimamente el interés.

Pesadilla en Elm Street 5: The Dream Child experimenta con un refrito de La Semilla de Diablo que no termina de saber a nada, ya que la tendencia de la saga la obliga a mantenerse fiel al esquema de ir pelando como patatas a un niñato tras otro sin posibilidad alguna de ir profundizando o alimentando la trama.




Nos presenta los orígenes de Freddy, su concepción en un bukake salvaje de una monja en un sanatorio, nos ofrece un retorcido gore de un parto inconcedible y a partir de ahí volvemos a trocear adolescentes convocados en pesadillas, ésta vez por los sueños del ambrión que Alice, superviviente de la tercera, lleva en su vientre.


Pesadilla en Elm Street 5: The Dream Child no evita sus buenas dosis de Terror. Es una película más oscura que otras de la saga, especialmente en todas esas escenas que suceden en el sanatorio, sin embargo sus protagonistas no son ni mínimamente interesantes, no nos dice nada ninguno, son más carne de cañón que nunca porque el verdadero protagonismo en la película lo tienen Alice, el propio Freddy y jodido niño Jacob.


En resumen, un paso más de esta saga hacia el tedio, que debió dejar muy claro a sus responsables que necistaban cambiar el rumbo.

Read more...

viernes, 7 de mayo de 2010

Especial Elm St: Pesadilla en Elm Street 4: The Dream Master.


El éxito de la tercera parte hizo olvidar el fiasco de la segunda y revitalizó una saga que hasta la llegada de Pesadilla en Elm Street 4: The Dream Master no parecía tener muy claro por dónde tirar. Cada secuela definía como le salía de ahí al guionista de turno tanto los orígenes como los poderes y las formas de matar de Freddy Krueger, pero afortunadamente Robert Shaye y su cuadrilla decidieron mantener la línea de Los Guerreros del Sueño tanto argumental como filosóficamente, convirtiendo a Freddy en el verdadero protagonista, dándole un buen porrón de minutos, ahondando en su personalidad y manteniendo la línea -más o menos- de que lo que pasa en el sueño en el sueño se queda.

Así, Pesadilla en Elm Street 4: The Dream Master contínua el argumento de la tercera parte, Freddy ha sido vencido pero regresa a tiempo para dar matarile a los tres niñatos que se le escaparon la última vez. Tirando del estúpido recurso que se habían sacado de la manga dos años antes, de que Kirsten podía invocar sus colegas en sus sueños y hacerles partícipes de ellos. De manera que antes de que Fred se la ventile meterá en sus pesadillas a su amiga Alice, poniéndole en bandeja al Maestro de los Sueños una nueva hornada de pipiolos.




Pesadilla en Elm Street 4: The Dream Master fue dirigida por Renny Harlin, director muy inclinado hacia la acción (La Jungla de Cristal 2, Máximo Riesgo, Deep Blue Sea, entre otras) y de hecho es una de las entregas más dinámicas y entretenidas de toda la saga. Las escenas de Terror son verdaderamente potentes, con algunas muertes míticas, como la del beso de tornillo o la chica cucaracha. Además, cuenta con un guión más redondo que otras entregas, dibujando un Krueger especialmente chulesco y vacilón, con contestaciones brillantes y algunas perlas bien mordaces.


Siendo probablemente la película de Elm Street que más veces han pasado por la tele, no deja de ser curioso cómo Pesadilla en Elm Street 4: The Dream Master no pierde vitalidad. Desde mi punto de vista es tan redonda que completa lo mejor de las entregas anteriores y sienta una base más definida de lo que es Freddy Krueger. Casi diría que entre dudas y bamboleos los responsables de la saga tardaron cuatro películas en decidir lo que querían hacer con su mítico personaje.


Pesadilla en Elm Street 4: The Dream Master, como digo, limita a Freddy una vez más al mundo de los sueños, nada de posesiones ni de agarrarle fuerte para sacarle a la realidad, sin embargo alguna vez se le escapa un exceso de fliparlo que te cagas, me refiero a la muerte de Joey, a ver cómo me explican que acabe dentro de una cama de agua sin más ni más.

Es un ejemplo de mezclar churras con merinas, es decir, Freddy mata en sueños, en la realidad los chicos deben morir por algo relacionado con el sueño pero hasta cierto punto, ¿imaginan que cuando encontraran a Debbie tuviera de verdad cuerpo de cucaracha?


La parida que da sentido a esta cuarta entrega tampoco me gusta. ¿Qué es eso de pasarse poderes? Me parece una chorrada para cuadrar un golpe de efecto que dé sentido al final de la película, pero opino que podían habérselo currado un poco más sin meter ese rollo paranormal de los poderes.

Como visión general, sólo por lo horroroso de las pesadillas -realmente te lo hace sentir mal el tío Harlin- y por esa pizza de albóndigas, Pesadilla en Elm Street 4: The Dream Master merece ser tenida en cuenta como una de las más terroríficas de la saga, pero sin embargo no puedo obviar que no aporta nada nuevo al tema sino que se limita a repetir esquemas anteriores. Una pena.

Read more...

miércoles, 5 de mayo de 2010

Especial Elm St: Pesadilla en Elm Street 3: Guerreros del Sueño.


Creo sinceramente que esta tercera parte de la saga es una de las mejores, al menos desde el punto de vista argumental y de sentido común. También es una de las que menos he visto, supongo que porque en la tele sólo ponen o la primera o la cuarta, de Renny Harlin, que ya les vale, y a pesar de todo tengo recuerdos desgajados de las buenas escenas que contiene.

En Pesadilla en Elm Street 3: Guerreros del Sueño vuelve Wes Craven como parte del equipo de guionistas y, ojo, junto a él Frank Darabont (La Niebla, La Milla Verde), que no es cualquier mindundi, y la dirige Chuck Russell (La Máscara, Eraser). Es una película más adulta, más Terror puro que adolescente, a pesar de que una vez más los objetivos de Freddy Krueger son bien jovencitos, esta vez internos de un hospital psiquiátrico.




Pesadilla en Elm Street 3: Guerreros del Sueño profundiza con atención en cada uno de los aspectos del maravilloso personaje de las cuchillas: su origen, aportando el magnético personaje de la monja, su asesinato, con el regreso de John Saxon y el descubrimiento final, y sobretodo sus poderes, mediante una trama mucho más sólida y desarrollada que en las entregas anteriores, delimitando mucho mejor lo que Freddy puede y no puede hacer.

Así, vuelve a atormentar a los jóvenes en las pesadillas, sin salir de ellas al mundo real y sin ser capaz de manipular objetos reales de una manera, al menos, tan evidente como en las dos películas previas.


Freddy mata en los sueños de los chiquillos pero sus efectos en el mundo real son meras consecuencias de sus actos en esas pesadillas. Así, si convierte a un chaval en marioneta utilizando sus venas como cuerdas, en la vida real no vemos esas venas salir de sus brazos y pies, están dentro del sueño del muchacho, le vemos moverse como marioneta pero no sabemos por qué. En las dos primeras pelis Freddy manipulaba a la vez el sueño y de paso la realidad, lo cual era una soberana gilipollada.

Esto es más coherente. Los chicos sueñan que se queman pero en la vida real mueren por el shock, no salen en llamas. Si sueñan que les ahorcan mueren asfixiados pero no se mueve sola una sábana.


En definitiva, Pesadilla en Elm Street 3: Guerreros del Sueño me ofrece, por lo menos a mí, un punto menos de disputa a nivel de guión y argumento y se nota la mano en ello de gente con más luces que en pelis anteriores.

Ahora Nancy se ha convertido en psicquiatra y trata de ayudar a un grupo de jovenes ingresados en un sanatorio, cada uno con sus fobias -perfecto retrato de las angustias y terrores de la juventud- pero todos con un obsesivo miedo a dormir y una pesadilla recurrente y común. Tiene mucho más sentido que todo lo anterior. En los sueños, Freddy aprovechará sus fobias para convertirlas en pesadillas y sólo el entender el poder del sueño les permitirá hacerle frente.


En esta tercera entrega encontramos un retrato mucho más social, real, del mundo de los jóvenes aterrados por el miedo a soñar y algunas de las mejores y más espeluznantes muertes de toda la saga. Toda la parte final, en cambio, resulta un poco más cutre, con ese esqueleto peleón pero tampoco deja de tener cierto sentido, y compone un entrañable guiño al estilo Harryhausen.

Probablemente toda la saga pague las culpas de un argumento demasiado empujado hacia el absurdismo teen cuando de ese material podía haberse sacado una serie de películas de Terror brutal mucho más solventes. Por eso, defiendo que la tercera parte, Pesadilla en Elm Street 3: Guerreros del Sueño, es la más interesante y terrorífica de las que he analizado hasta ahora.

Vamos con la 4.

Read more...

lunes, 3 de mayo de 2010

Especial Elm St: Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy.


Un año después del éxito inesperado de Pesadilla en Elm Street los estudios no dudaron en aprovechar el tirón del gran personaje creado por Wes Craven y, aunque cambiando al director por Jack Sholder, estrenaron la secuela cosechando, sorprendentemente, un éxito más bien tibio y moderado.

Lo cierto es que Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy es un descalabro de tomo y lomo. Concebida desde un punto de vista más sobrio, más "tenso" que la primera y despreciando por completo las posibilidades cómicas de Freddy Krueger, esta continuación supone, además, una ruptura argumental muy curiosa. Y es que pocas veces una secuela había tenido tantos puntos discordantes con su predecesora.




Para empezar, en Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy el protagonista es un chico -primera y única vez en toda la saga-, Jesse, un joven silencioso y solitario que se acaba de mudar a la misma casa de la calle Elm en la que vivía una tal Nancy Thompson ¿os suena?

El tremendo giro argumental al que me refería es que en esta ocasión Freddy no atacará a Jesse en sus sueños para divertirse o vengarse, sino para poseer su cuerpo y poder continuar sus asesinatos. Vamos, que de una película a la otra pasamos de un ser fantástico que habita en las pesadillas a una historia de espíritus y posesiones malignas más cercana a El Exorcista que a la primera Pesadilla.


Este nuevo rumbo, que de entrada parece más coherente que la idea original, ya que "habitando" un cuerpo real podemos explicar las atroces actividades de Freddy en el reino de los vivos, se desmorona más rápido todavía que cualquier otra teoría desde el momento en que queremos darle realidad al mito, le damos un cuerpo humano, pero sigue siendo capaz de tener poderes sobrenaturales. Con lo cual, el cuerpo "real" de Jesse aparece y desaparece, se prende en llamas y no le pasa nada, le brota un Freddy desde el estómago y no muere... Ya no hace falta estar dormido para que Freddy te busque, más de una vez queda a la vista de todos, no sé, es otra cosa muy diferente, mucho menos especial.


En fin, Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy resulta al final más caótica en su búsqueda de la racionalidad de lo que era la primera como mera tontería fantástica. Para colmo, mientras Jesse se decide si dejar o no entrar en su cuerpo a Freddy, mientras éste se mete o no se mete en el cuerpo del chaval, se nos escapan minutos irrelevantes de película de manera que resulta ser la entrega de la saga con menos muertes, con menos risas, con menos sustos.

Las escenas de Terror no están mal rodadas, de hecho, casi producen más miedo que la mayoría de las de la primera, sin embargo lo que prima en Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy es un espíritu teen mucho más acusado, una peligrosa inclinación hacia las comedias gamberras adolescentes tan ochenteras en las que no puede faltar la fiesta nocturna de bikinis y hormonas encendidas.


No da para mucho más. Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy no es de las peores pero porque las hay malas con avaricia entre las continuaciones posteriores, pero desde luego es una secuela que muy pocos, incluso aficionados, recuerdan. Por algo será.

Read more...

domingo, 2 de mayo de 2010

Especial Elm St: Pesadilla en Elm Street (1984).


Hagas lo que hagas, no te duermas.

La pantalla se convierte en un rectángulo y unas manos fuertes, calludas, unas mangas rojas recolectan objetos de un taller sucio y mugriento. Un guante viejo, unos cuchillos, trozos de metal, lima, soplete... El guante, el arma de matar más famosa del cine de Terror, toma su forma. Así nace Freddy Krueger , el cabronazo más divertido de nuestras pesadillas.

Pesadilla en Elm Street se estrenó poco después de la tercera parte de Halloween y el mismo año que la cuarta de Viernes 13, vamos, que el Terror adolescente estaba en su apogeo, el momento ideal para el nacimiento de este icono del género, porque, aunque reconozcamos la cutreza de algunas de sus actuaciones y su decadencia en cada secuela, el gran acierto de Wes Craven fue mezclar el Terror Teen con el humor gamberro en la personificación de Freddy Krueger.



Cada secuela de Pesadilla en Elm Street ha ido girando como una peonza la biografía, el asesinato y los poderes de Fred Kruegger, así que para dar forma a este especial, y no romperme la cabeza con cada incoherencia, voy a ceñirme a lo que cada película cuenta.

La primera entrega de Pesadilla en Elm Street narra lo que parece ser la primera aparición de Freddy Krueger después de muerto, lo supongo porque ni el tato sabe de él ni de lo que pasa en sus pesadillas, así que suponemos que el tiempo que ha transcurrido desde su asesinato en la caldera lo ha pasado haciendo sudokus.

Cuando decide aparecer, lo hace para cobrarse venganza, para aniquilar en sus pesadillas a los hijos de los que lo llevaron a la muerte. La primera en caer es Tina, pero la verdadera protagonista de la película es su mejor amiga, Nancy Thompson, que por más que intenta explicar que el asesino no ha sido el novio de Tina sino un ser invisible que sólo aparece en sueños y es capaz de herir y hasta matar, por alguna razón no la creen.


Sólo cuando vayan muriendo un pijo tras otro alguien escuchará a Nancy pronunciar el nombre de Freddy Krueger y caeran en la cuenta.

En cada secuela se da una explicación conveniente a la manera de destruír o matar a Krueger, en ésta nos dicen que si se le agarra fuerte se le puede sacar del sueño al despertar, así que Nancy aprovecha sus horas atenta al Bricomanía y se lo monta a lo Sólo en Casa para derrotarle. Al final se nos da a entender que si se deja de creer en él pierde sus poderes -lo cuál tampoco tiene ningún sentido-, pero claro, ¿alguno deja de creer en él?

No hay mucho más que analizar de esta primera Pesadilla en Elm Street, una película que me atrevo a calificar de más seria que algunas de sus secuelas, una cinta que buscaba verdaderamente el Terror, causar miedo, y no recurría tan claramente al cachondeo de Fred como sus continuaciones explotarían más tarde. El personaje de Krueger realmente es malvado, juega con sus víctimas pero hace menos el payaso, las escenas de Terror están perfectamente rodadas, utilizando algunos tópicos acertados e iniciando otros tics que se convertirían en clásicos del género -como ese novio de la chica colándose por la ventana, que Wes Craven repetiría casi dos décadas después en Scream.


Pesadilla en Elm Street adolece y mucho de un problema muy similar al primer Halloween, la falta de ritmo. Craven olvida que la transición entre Freddy persiguiendo niñatos y los niñatos y sus padres investigando no debe ser tan brusca, tan radical. Los momentos de Terror ponen los pelos de punta, las apariciones de Freddy, hasta cuando va disfrazado, son escalofriantes, pero a cambio, las secuencias en que los personajes hablan, deliberan, pecan de un exceso de profundidad, son lentas, son parsimoniosas, un ritmo pausado que hoy en día queda desfasado.

Y de repente aparece esa garra en el agua de la bañera ¡genial! Mis dos escenas favoritas de Terror suceden en un baño, la ducha de Psicosis y ésta.


Craven sabe dibujar el miedo a a quedarnos dormidos, busca un roce con el Terror psicológico, muchas veces a través de esos espacios lentos y del empleo de esa música ochentera tan incómoda, nos hace ver que si el Mal ataca en sueños ninguno estamos libre de dormir. Y como cualquiera puede ser víctima de Freddy Kruegger, conecta con nosotros mucho más que un Michael Myers o un Jason Voorhes porque todos vamos a tener sueño, todos podemos sufrir pesadillas. Otro acierto de Wes Craven es ponernos a todos, sin excepción, en el papel de víctima.

Sin embargo Pesadilla en Elm Street juega en un terreno peligroso, nos pretende crear un mundo alternativo en que los sueños pisan, por así decirlo, una parte de la vida real, sin embargo es demasiado fácil liarse, demasiado sencillo reventarlo todo con incoherencias, porque si Freddy hiere a Nancy en el brazo después de rajar una almohada o romper un cristal, si Nancy se trae de su pesadilla la herida también deberían seguir destrozados almohada y cristal.

Demasiado a menudo el asesino que ataca en las pesadillas se convierte en el Hombre Invisible, como cuando Rod muere en su celda, la sábana que le ahorca es real, no está sólo en su sueño, alguien ha de moverla en el mundo real y para colmo Rod está despierto mientras le ahoga. Es ficción y es el mundo de Freddy, hay que creerlo, pero Pesadilla en Elm Street llega a un punto que para rizar el rizo debe caer en la incoherencia, y con ella en el absurdo.

No es lo mismo que Johnny Depp, muera soñando con que un tipo le raja, a que en el mundo real eso también se produzca, sin embargo Johnny Depp se convierte en un géiser de sangre y su cuerpo desaparece dentro de la cama. Es Pesadilla en Elm Street y me gusta pero...


Heather Langenkamp corriendo por pasillos oscuros, por callejones en bruma, escenarios cargados de puro Terror, sótanos, túneles, la escalera de casa se convierte en chicle pegajoso... en el sótano de Nancy todavía guardan sus cuchillas.

Mezcla de slasher y fantástico, esas lagunas de guión son las que seis o siete secuelas, ya perdimos la cuenta, han intentado explotar y explicar a partes iguales. Yo, por mi parte, me rindo. Disfruto de Pesadilla en Elm Street cada vez que puedo para recordar que la imaginación, el horror y las pesadillas van de la mano.



Pesadilla en Elm Street nos deja una idea nunca antes vista, un personaje inmortal, en todos los sentidos, y una canción...


Read more...

  © Blogger templates Psi by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP