viernes, 15 de octubre de 2010

Machete: Culpa mía por esperar algo más de esto.


Vale que Robert Rodriguez es un gran ideador de escenas de acción, no es un genio del género, desde luego, pero sí tiene la mente lo suficientemente retorcida para crear algunas de las burradas más brutas y divertidas sobre cómo matar a un tipo en una peli. En ese aspecto es bizarro de narices el muchacho. Ahora, como guionista, como director de cine, es una castaña. Y con Machete vuelve a recordado.

Parece que se está acomodando en lo de rodar "bromas", ¿se ha olvidado de dirigir de verdad?

Porque Machete, más allá del tráiler de coña que nos colaron en Planet Terror, es una peli de acción de toda la vida, un mata mata, un Commando, un tos pa mí que me los como, que nace de la nada, porque tal personaje, la verdad no tiene nada de interesante ni qué aportarnos, y salvando tres de esas animaladas Made in Rodríguez, se queda en también en nada.



Tras Desperado tuve la impresión de que el nuevo cine de acción y pólvora lo iba a escribir Robert Rodríguez. Ví que un tipo con cuatro duros había conseguido darle un poco de color a un cliché manidísimo y hasta convertir un bodrio de guión, un Zorro chusco -ya andaba por ahí Banderas- en un film entretenido y más o menos diferente.

Desde entonces, Rodríguez decidió seguir la senda que marcaba su entrepierna en lugar de el sentido común, cosa que no veo mal si tu entrepierna alberga algo más que litros de vísceras de pega reventando contra las paredes y niños superhéroes. Y salvo alguna excepción que destaco porque me hizo gracia, sus películas son en general un paquete.


Machete vuelve a ser El Zorro, vuelve a ser su Desperado, incluso repite escenas y planos en un ejercicio que prefiero tomarme como auto homenaje que como lo que me pareció al verla, una ridícula falta de ideas. La diferencia es que Desperado era original y apenas duraba un ratito, que Banderas transmitía mal que bien el pesar de un personaje atormentado y que el mismo Rodríguez mostraba ahí un pulso mucho mejor para las escenas lentas y de transición, ¿tal vez debido a la colaboración de Tarantino?

Pero en Machete el pulso de Rodríguez empieza y acaba en tres premisas: hacerle un regalo al ya familiar Danny Trejo, lucir elenco de actrices de acción hispanas y desmadrar todo lo posible con el gore y la fantasmada.



Y en los tres puntos acierta, en mi opinión. Creo que Trejo da exactamente lo que se le pide, a ver si ahora va a ser un Clint Eastwood; las chicas, Alba y Rodriguez, están las dos más bellas y sexys que nunca -de Lindsay Lohan ni hablo-; y el gore exagerado es lo único que hace que Machete no pase por la peli más aburrida del año.


El problema es todo lo demás, y es mucho, ya que ni la trama, estúpida, ni los secundarios de "lujo" rellenan dignamente el resto de las dos horas de truño. Hacer reír en un tráiler es una cosa, pero darle a eso un evoltorio que aguante semejante minutada... Ahí falla de plano.

Meter en la misma tarta a Robert De Niro con un Steven Seagal travestido en el Coronel Bison no tiene tanto mérito una vez visto el resultado del estropicio. Jeff Fahey cumple a pesar de dar vida a uno de los gangsters más torpes y cenizos del género y al parecer ése que dispara y fuma puros tras sus gafas de pasta es Don Johnson como podría ser mi primo el peluquero.



El intento de mezclar lo mejor de Desperado con lo mejor de Planet Terror le ha salido a R.R. muy, muy por la culata y opino que debería dejarse aconsejar en lugar de hacer las cosas según le sale de ahí, porque hasta la parodia, para serlo, al menos debe hacer gracia.

Y ver a DeNiro huyendo a hurtadillas de un barracón disfrazado de mejicano de todo a cien no da risa sino mucha pena.


Machete es una peli de Rodríguez y Rodríguez. Por fin Michelle Rodriguez demostrando lo cañón que está, que ya era hora, y por otro lado me deja el sabor agridulce de seguir al mejor Robert Rodríguez para tarde o temprano. un film plagado de guiños, de iconos, que define las obsesiones de su director más allá de complacencias con una audiencia que él sabe polarizada: o le va a ser fiel, o se la pela. Así le va.

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sábado, 2 de octubre de 2010

Se7en. El nacimiento del género de todos los géneros.


Quería comenzar el nuevo mes con una revisión de un clasicazo de los noventa que pude recuperar hace poco. Se trata de Se7en, la película que dio a conocer a David Fincher, después de acabar con la saga Alien, y que unida al éxito de El Silencio de los Corderos abrió las puertas del cine a los psychokillers cada vez más rebuscados e imaginativos, puerta por la que en los últimos años se cuela casi de todo.

Cuando algo es nuevo sorprende y si es bueno crea es cuela, cuando empieza a repetirse puede pasar que algún otro acierte pero lo normal es que la buena idea acabe desvirtuándose. Se7en no llegó la primera a la línea de meta en el género del asesino en serie más listo que la policía -de hecho gran parte del cine policiaco setentero ya partía de esa premisa- pero sí fue de las primeras en girar una muesca más la tuerca y convertir esta rama del cine negro en un paso más en el cine de Terror.



Dignificar el Terror o pornografíar el suspense, tales caminos llevan a Se7en y de ésta al tropel de pelis posteriores que siguieron su estela, siendo tal vez la más inmediata El Coleccionista de Huesos y la más extremista Saw. Me refiero a que Se7en parte como tantas del esquema del poli cascado y de vuelta de todo al que le encasquetan un agente más joven e impulsivo para cazar a un asesino implacable que tiene un maquiavélico plan para ir cepillándose a una cantidad variable de vícitmas. En este sentido, Se7en no aporta nada.


El acierto de Fincher es voltear este típico canon de cine negro y fundirlo con un género que hasta ese momento teníamos más asociado a la casquería inexcusada, al gore más o menos refinado o al cine adolescente. En ese 1995 David Fincher creó la mezcla perfecta entre una peli de Harry el Sucio y lo mejor del Terror de la época. Suspense, drama, policiaco, terror... ¿Qué no tiene Se7en?


Una ciudad sin nombre en la que nunca deja de llover, unos personajes reales, con profundidad, con "vida", un asesino implacable y jodidamente retorcido, un plan mortal apasionante, escenas de una tensión y un pulso dramático sobrecogedoras y sobretodo unas actuaciones clavadas que dan a Se7en ese halo de verosimilitud sin el cuál la historia no hubiera pasado del típico serial killer ochentero.


En Se7en se respira la suciedad, la mugre del ser humano. Fincher juega con nosotros, manipulando nuestros puntos de vista, metiéndonos por momentos en la calma del cínico veterano Morgan Freeman o en la impulsividad macarra de un acertadísimo Brad Pitt. Incluso nos conmueve con la fragilidad de la bella Gwyneth Paltrow, antes de que ese John Doe, Juan Nadie, sin acreditar (no seré yo quien desvele la sorpresa a quien no la sepa) se robe la película.


Se7en supone para mí el inicio del genéro que me impulsa a escribir, el paradigma del libro que quisiera escribir. Suspense, investigación, historia que contar, entrelazada con el Terror más primigenio del ser humano: todos podemos ser una víctima, todos somos culpables de algo.


La magia de Se7en es haberse convertido en su momento en una piedra angular del cine policiaco y haber llegado hasta hoy no sólo fresca sino indudablemente superior a cualquiera de sus herederas.

La trama alrededor de los siete pecados capitales, la atmósfera agobiante, el espectador siguiendo paso a paso la investigación, la brutalidad de los crímenes, las tragedias de cada personaje, ese final impresionante, inolvidable... Se7en es sin duda una de mis películas de no dejar de volver a ver nunca.

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