lunes, 29 de diciembre de 2008

LOST.

PERDIDOS.



Inauguramos aquí una extraña –y probablemente, esporádica- sección de críticas televisivas.

Acabo de terminar de ver todo lo que se puede ver de la serie de ABC Perdidos, y la verdad sólo puedo decir que estoy en estado de shock.
Rara vez, y de manera muy inusual una mega serie de TV me había conseguido atrapar y dejar enganchado al sillón. No soy muy de series, no tengo constancia, lo asumo. Tal vez me pasara hace años con V, de niño con Los Caballeros del Zodiaco y ya más mayor con las primeras temporadas de Héroes, House o la única y excelente de Firefly. Por lo que se puede decir que quitando a los soldaditos de Atenea nunca me he afiliado a ningún club de riadas de capítulos sin fin. Bueno, una vez me obligaron a ver entera la serie de Sexo en NY, pero eso fue una encerrona.
El caso es que debido a mi natural desapego a la caja tonta y a mi empecinante cabezonería, me había resistido a las aventuras de los Perdidos durante cuatro años -igual que ahora me resisto a Prison Break- lo que me ha dado la posibilidad de zumbarme las cuatro temporadas en la isla en poco menos de lo que dura un embarazo. Y es que una vez empecé a conocer a los supervivientes del 815 de Oceanic, me ha costado separarme de ellos más de lo que lleva despegarse un tensoplast y no sé ya cómo esperar a que comience la quinta temporada allá por el final de enero.




Y he de decir que me he encontrado con una serie prodigiosa, cine en capítulos, una sucesión de tramas hilvanadas de al menos una decena de personajes, a cuál más interesante y perfectamente construido, un guión sólido aunque a veces nos hagan tragarnos auténticos “chorizos”. Y es que está tan bien escrita e interpretada que cualquier explicación descabellada puede tener cabida en esta isla.
Los personajes, como digo, están dibujados con precisión milimétrica, desde Jack, el médico tozudo y su alterego, el palurdo chulesco Sawyer, hasta la preciosa fugitiva Kate y la misteriosa doctora Juliet, pasando por el fantástico irakí Sayid y el enigmático y magnético John Locke. Y eso sin olvidar al mayor acierto de la serie, uno de los mejores villanos que haya dado la TV, Ben Linus, introducido de una manera tan sutil y desarrollado con tal mala leche..! Pero es que además está Hurley, y Charlie, y Claire que es un bombón, y la pareja de coreanos y Ecko y Ana Lucía y Desmond, oh, cómo mola Desmond!!!
Es que son muchos y diferentes, y sus historias, tan bien engarzadas en el contexto de la isla de manera que nos expliquen y hagan ver sus comportamientos, sus reacciones, sólo pueden proceder de una elaboración de guión que ha de funcionar con precisión suiza. El momento en el que esas tramas secundarias empiezan a entrelazarse entre sí... Buf.
Porque ese es uno de los puntos que distinguen a esta serie y que la hacen tan especial. La historia transcurre en una isla, sí, pero nuestra atención no siempre está centrada en ella. El hallazgo brutal de esos flashbacks y flashforwards dotan a Perdidos de una riqueza y de una profundidad imposible en series más lineales. ¿Cuánto ganaría House si pudiéramos, no ver, sino seguir el origen y la evolución del personaje hasta convertirse en el cabrón que conocemos hoy? ¿Cuánto más rica sería Mujeres Desesperadas si nos fueran contando al mismo ritmo cómo crecieron esos personajes y de dónde proceden sus neuras y manías y formas de ser?
Entiendo que para un “no iniciado” empezar a ver hoy el capítulo 54, por ejemplo, de Lost puede resultar lioso y hasta coñazo. Ahora están en la isla, ahora no. Ahora éste está casado y... un momento, ¿aquel no estaba muerto?
Pero en serio, es eso lo que la hace tan especial, y animo a todos a que hagan como yo, que para eso está el emule se editan las series en DVD.



Un guión poderoso y que atrapa desde el principio, una trama que no sabemos a dónde puede llegar, unos personajes mágicos... Yo me pregunto cómo lo hacen, ¿tienen todas esas tramas ya en la cabeza? ¿Saben ya cómo va a empezar y terminar cada nuevo hilo argumental? Es que me parece increíble ser capaz de enlazarlo todo, de conseguir que un puzzle tan descomunal encaje tan bien y además resulte, no sólo interesante, sino que te deje con el aliento en la garganta. Lo que daría porque una sola de mis novelas me saliera así.
Pero volviendo a la serie. Personalmente soy más de las dos, como mucho tres primeras temporadas. La entrada de Los Otros me cambió un poco el chip de la isla, empecé a ver un punto más lógico, más racional, en lo que hasta entonces me había parecido un gigantesco misterio. Supongo que prefería el enigma que su resolución. Pero el caso es que ahora que a partir de la cuarta temporada la serie se orienta de nuevo hacia la huida de la isla y lo que pueda quedar allí, me parece que no puede más que mejorar.
Así apunta la quinta temporada que empieza en enero, a una montaña rusa de misterio y revelaciones, a una tromba de emociones que no terminará hasta el anunciado final –dito sea J.J. Abrahams- al terminar la sexta temporada en 2010.


En fin, me flipa esta serie. ¡¡Cuándo llega el 21 de enero!!

Y recuerden: 4, 8, 15, 16, 23, 42 = 108.

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sábado, 27 de diciembre de 2008

QUANTUM OF SOLACE



(Cuánto sol hace)

Hace muchos años que James Bond dejó de ser un tipo siniestro, ambiguo y al borde de la ley, para convertirse, primero, en un fantasma simpaticón (Moore), después en un sosías carapalo (Dalton), y por último en un chuloputas con jeta de Remington Steel y maneras de pseudo dandy. Con la aparición de Daniel Craig en Casino Royale me asaltaron las dudas de cuántas películas de Bond más sería capaz de soportar y medité seriamente la posibilidad de dar a 007 por perdido antes de tiempo.

Antes de tiempo, digo, porque una vez terminé de ver su primera escena, en crudo blanco y negro, sangre, testosterona y mala leche en cantidades desconocidas para Bond, tuve que claudicar y admitir que mi hombría heterosexual acababa de resultar herida para siempre.

¡Ése era James Bond! ¡Craig era el Bond que quería ver! Duro, seco, insensible, un asesino, joder, no un guaperas con puntería y buena suerte. Un Bond atlético, viril pero sobretodo humano, capaz de sufrir, sentir y levantarse. Y Casino Royale resultó para mi gusto una de las mejores películas de la saga. Una trama compleja pero verosímil, y guión redondo, tenso, unos personajes de carne y hueso y mucho, mucho Bond.

007 volvía al género de espias, con misterio, con algo más detrás de esas habituales tramas manidas de “chalado megalomaniaco ha inventado un método muy sutil para dominar el mundo”. Y adoré a Bond, a Vesper, a M y a la madre que los parió a todos. No podía esperar con más ganas esta Quantum of Solace.

Pues madre mía, pa qué las prisas. Yo no sé si por el cambio de director (no llega a tanto mi cutre cinefilia) o por problemas durante el rodaje o porque el guionista (me niego a creer que una cosa tan simple la hayan podido perpetrar entre más de uno) se estaba tocando los cojones, lo cierto es que la nueva de Jaimito Bond está a años luz de su predecesora.


El punto de partida me parecía genial, continuar la historia casi donde la dejamos. Y la peli no empieza mal, con una persecución en coche que te deja las uñas grapadas a la butaca. Pero a partir de ahí desbarra que da gusto durante yo no se ni cuántas horas por una sucesión de nombres, lugares, espías, traidores, escenas trepidantes y diálogos tan enigmáticos que dudo yo de si alguien habrá sido capaz de entender toda la película.

El guión, que es ya de por sí irrisorio, queda ventilado en un bla bla bla constante que parece importarle muy poco incluso al director. Lo que prima aquí son las escenas de acción, una detrás de otra, sin respiro, sin espacio para desarrollar personajes o trama entre ellas. Mola el tiroteo en la ópera, porque es distinto, pero de todo lo demás me quedo con una serie de explosiones, carreras, personajes que van y vienen y algunas muertes espontáneas.

Quatum of Solace defrauda de principio a fin, desde una de las canciones más HORRENDAS de toda la saga Bond hasta un villano tan insulso como torpe y pusilánime.


Es una película que no contacta, no llega, te deja frío y con cara de “psé, al menos salían chicas guapas”. Pero una vez más, noooooooooo! Porque la rusa con doblaje de pájaro loco está diez veces más fea y mal maquillada que en cualquiera de las mil sesiones de fotos con que nos han bombardeado en los últimos meses, y la otra, tan mona como inverosímil agente secreto, dura lo que un suspiro. Eso sí, tiene una muerte bien pringosa.

En definitiva, que “Cuánto sol hace” no es más que eso, una sucesión de acción, diálogos codificados para iniciados y ¡¡¡nada de sexo!!! ¿Qué te ha pasado, 007?

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viernes, 26 de diciembre de 2008

La película más corta de la historia



Visto en: Mi Mesa Cojea

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martes, 18 de noviembre de 2008

Doomsday: El Día del Juicio



Doomsday

Mad Max del acero: rescate en Glasgow 28 días o semanas o minutos después.



Una mañana perdida en el otoño de 2007, despacho de Pez Gordo con Corbata, productor temerario:

-Oye, este tío ha hecho un par de películas rentables, ¿por qué no le ponemos en la mano chorrocientos millones de dólares y que nos haga lo que le salga de las pelotas?
Esa misma noche, salita de estar de Neil Marshall, cenita con colegas, El Diablo de la Carretera en el DVD y cigarritos de la risa para todos. Contando los billetes que el Pez Gordo con Corbata le ha puesto sobre la mesa:

-Eh, tíos, tíos, tengo una muy buena, ¿por qué no hacemos un refrito de nuestras pelis favoritas?
- ¿Se puede?
Marshall se encoge de hombros.
-Pse, claro. A mi me la suda. Ya verás como más de un capullo va a verla.
-¿Y tú crees que gustará?
-¿Es que tú no ves todos estos billetes?

Así nació Doomsday: El día que Neil Marshall descubrió el “Corta y Pega”.


¿Decepción? Joder, pues sí. No es que yo sea un gran fan de Neil Marshall, de hecho, me chirría bastante que todo el mundo alabe tanto una peli que a mí me dejó a medias, como The Descent, que sólo me gustaba regular hasta que salió el émulo de Gollum y a partir de entonces dejó de gustarme del todo. Sin embargo reconozco que no es mala peli y que consigue crear ese ambiente de claustrofóbica y agónica ansiedad que le da un puntito por encima de otras. A mí me gustó más Dog Soldiers, soy así de raro, pero igualmente creo que se desinfla a medida que el metraje avanza y termina como una patada en los cojones.

En todo caso, ¿qué narices ha hecho Neil Marshall con Doomsday?

Es sencillo de explicar. ¿Quién de nosotros no cogería un cheque en blanco de su productor y un despliegue brutal de medios y efectos especiales y tunearía sus clásicos más queridos para hacerlos a su gusto? La única pega para Marshall es que no tenía presupuesto para cinco películas sino sólo para una y tuvo a hacerlas todas juntas. Quiere homenajear tantas cosas que al final se caga en todas ellas. Tanta escena reconocible entorpece y distrae, devalúa y condena la película.

Porque Doomsday es un truño clasificado minipimer en algunos países. Un despropósito adrenalítico pero impersonal que dice muy poco de un director que apuntaba buenas maneras, por lo menos, maneras diferentes, y que se fuma la originalidad enrolladita en papel higiénico. No sé si me explico.

Lo que resulta de tanto póster flipante y de tanta imagen potente es porno a secas, una sucesión de secuencias sobrecargadas y excesivas que apenas conectan entre sí. Ni falta que hace.

(Por cierto que en Wikipedia dicen que Neil Marshall elaboró una lista de sus 9 películas favoritas entre las que está El Guerrero y la Hechicera”. Oh, Dios, mío...)


La película empieza con una atrocidad impresionante, secuencia inicial desmedida, alucinógena y tan inverosímil que deberían darnos con la entrada un bote de vaselina. Porque que un virus letal surja como de la brisa en toda Escocia y el Gobierno encierre a los escoceses tras un muro de acero de costa a costa es una burrada, pero que los militares abran fuego por sus cojones contra la multitud desesperada y las autoridades les dejen pudrirse allí durante años no es inverosímil, es una falta de respeto, que no somos idiotas.

Pues resulta que ¡25 años después! los satélites del gobierno que controlan la zona descubren otra vez vida humana. Pero vamos hombre, qué mierda de satélites son esos si, como vamos a descubrir enseguida, el pifostio que tienen montado en Escocia es para que se oigan los gritos y se vean las luces y el humo desde Irlanda.


A este pobre hombre le van a freír a tiros. Dos películas más como ésta y cuando un inglés coja una gripe le va a caer la del pulpo.


Da igual, nos lo tenemos que tragar también. Cuando el famoso virus segador aparece -¡flop!- en el centro de Londres, toma ya curso CCC de biología viral, el gobierno británico, que tiene alguna especie de plan pero que a Marshall se la suda, y así nos lo transmite a nosotros, envía al otro lado del muro a Rhona Mitra Plissken, con parche y todo. ¿Dónde está la fina línea que separa el homenaje del robo?


Pero los “homenajes” de Marshall no terminan ahí, ya que, como quién pone la bibliografía al final de un trabajo, uno de los soldados que acompañan a Alice, perdón, a Rhona Mitra, a la caza del antídoto se llama Carpenter y otro Miller, para que no queden dudas.

Hasta ese momento la película parecía caminar por la línea de 28 días después, Resident Evil o 28 semanas después, que por cierto, menudo pavor tienen los ingleses con los virus y la medicina, que digo yo que deben persignarse antes de entrar en una farmacia, pero de repente, nada más cruzar el famoso muro aparecemos en Australia, terreno del Mad Max de Miller, porque lo que ataca y por cierto derrota a nuestros hábiles e intrépidos especialistas de élite no es una manada de zombies hambrientos, sino una horda de ciberpunks puestos de ácido hasta las cejas que derriban sus carros blindados y les hacen prisioneros con poco más que hachas, cadenas y palos. Fíate tú del MI6.

Qué joyita… / Lo mejor de la película.


El lider de estos maníacos se llama Sol, dicho todo queda. Es una especie de Carlos Sobera oligofrénico, saltarín e hiperactivo que organiza shows circenses con mujeres desnudas antes de servir a sus huestes fileticos de carne humana.

Pa’ mear y no echar gota… No me reí, la vergüenza ajena y la impresión de que me estaban
tomando el pelo pudieron conmigo.

Pero eso no es todo, ni tampoco lo peor, porque cuando consiguen escapar del circo son ¿rescatados? por el otro bando en discordia, el resto de la población superviviente que vive bajo el gobierno de un científico ultrafanático en una aldea a la antigua usanza de la Edad Media.

Y digo yo: lo siento Señor Marshall por no haber visto su película en las mismas condiciones en las que usted la escribió, es decir, emporrado y con grandes dosis de alcohol al alcance de mi mano, pero ¿qué coño tiene que ver lo que le ha sucedido a esta gente con la vuelta a la edad media? ¿Cuántas tiendas de disfraces han tenido que saquear? ¿Cuántos museos? ¿Por qué renunciar a la electricidad, a los coches, al siglo XXI? ¿Es que Escocia no tiene recursos de que abastecerse y era necesario el retorno a la vida feudal? ¡Joder que hacen torneos y hay tíos vestidos con armadura! ¿En qué estabas pensando, Neil, angelito?




Observen una de las escenas eliminadas de este engendro. Aquí vemos lo que realmente quería hacer Marshall.



Lo más descacharrante es que uno de los bandos tiene electricidad, coches y hasta música, pero vive oculto en las antiguas ciudades, y el otro no se oculta una mierda -¿dónde estaban esos satelites?- pero no tiene de nada. Incoherente por todos lados.

¡Y una vuelta de tuerca más! Todo es tan surrealista, tan estúpido y manipulador que como por arte de magia aparece en Camelot un cochazo Bentley que llevaba en una caja 25 años y al que no sólo no le ha entrado polvo sino que se le conserva la gasolina y mantiene intactas todas sus capacidades.

Navidad, Navidad, dulce Navidaaaad...


Pues ahí vamos, que la ocasión la pintan calva, piensa Snake Mitra. Se lleva a los colegas que le quedan y a una nativa que -literal- no sabe para qué sirve un coche y sale quemando goma del Reino del Dragón de regreso al muro de Adriano. Por el camino se tropieza con el discretísimo autobús de Sol, que la cosa no iba a quedar así, pero claro, qué puede hacer él contra un Bentley Gran Reserva (por lo de conservarlo en barrica) y pierde la cabeza por el camino.


Pues punto pelota. La impávida heroína contacta con su estereotipado superior y sacan del país a la superviviente con la intención de utilizar su sangre para crear el antídoto del virus y salvar a la población de Londres, eso sí, cuando al gobierno le venga bien, que tampoco hay tanta prisa. Y en un epílogo para rizar el rizo y que vomiten los que no lo hayan hecho todavía, Rhona Mitra recupera la cabeza del Sol y se presenta a las oposiciones para nueva jefa del comando Ciberpunk. Se ve que le aburría lo de ser policía.


Si no puedes con ellos...


Vamos a ver.

“La peli no es mala”, dirán, “es que no se toma en serio...” ¡Coño, pues que haga reír! Pero no, no es Planet Terror y tampoco creo que vayan por ahí los tiros. No pocas películas homenajean a grandes clásicos de uno u otro género sin por ello perder la dignidad ni causar vergüenza ajena. Ni la insistente campaña publicitaria ni las expectativas generadas al contar con este director parecen enfocadas a crear una película ligera o que no se tome en serio a sí misma. Doomsday sí se toma en serio y sí pretende tener una entidad dentro del género de ¿terror? ¿ciencia ficción? que se desinfla desde que una bala destroza el ojo de una niña pequeña y la chiquilla ni llora.

Lo que tenemos aquí es una maniquí protagonista que sólo sabe poner un gesto durante toda la cinta, tal vez por eso veamos más veces su culo que su cara, es cierto, pero que Rhona Mitra está buenísima es algo que ya sabíamos antes de verla hundirse en un papel que le queda enorme.

Y aquí me enamoré de ella...


Lo que hace Neil Marshall es sodomizar cuatro o cinco clásicos de los últimos treinta años y restregarnos por la cara que puede hacer lo que le de la gana con ellos, sin importarle cuánto de lo icónico de aquellas películas míticas queden a la altura del betún.


Los personajes no tienen alma ni profundidad ninguna, ni siquiera el de la protagonista, con quién no llegamos a empatizar en ningún momento, que nos es tan antipática y distante como si fuera de escayola. Bob Hopkins anda perdido, dejando entrever que aceptó participar para cubrir algún atraso del alquiler, si no, no me lo explico. Pero lo de Malcom Macdowell... cuánta lástima darse cuenta de que el último buen trabajo de un actor fue el primero.

La trama es tan difícil de creer, de aceptar, que genera una distancia infranqueable entre nosotros y lo que estamos viendo, y así la población virulenta de Londres nos importa lo mismo que a su propio gobierno: un mojón. Ni que decir tiene lo que nos valen los miles de escoceses aislados, cada uno con su paranoia, manada de subnormales reducidos a monigotes por un guión que no les respeta. ¿En qué cambia su situación al final? ¿Qué pasa con ellos?

Intentando abarcar todas sus referencias, Doomsday parte de un guión plagado de lagunas en el que el motor principal, el famoso virus, deja de tener importancia a mitad de la película. Pero es que además nos proponen tantas incoherencias que dejamos de cuestionar lo que vemos. Así, nos vale que Inglaterra encierre a toda Escocia tras un muro y nadie haga nada durante 25 años, o que los satélites espía estén apuntando a cualquier lado durante todo ese tiempo, o que la gente sea capaz de seguir a un chalado hasta la edad media sin darle un capirotazo que le baje de la nube. Y así con todo: ¿Qué el virus se salta el muro y tropecientas poblaciones hasta llegar a los Londres? Lo normal. ¿Que el primer ministro se infecta y se pega un dramatísimo tiro? Pues ponemos a otro. ¿Que con la prota iban doce soldados y de repente sólo hay dos? Pues muy bien. ¿Qué las ventanas de una tanqueta blindada se rompen con un palo? Es que venía mal de fábrica. Nos lo tragamos todo, que dirían las hermanas Hilton, vamos, si hasta nos tragamos que Rhona Mitra lleva una microcámara en su ojo de cristal... Claro, y una Playstation en el culo.



Mira, pues en esta escena sí que me partí de risa...


Y con todo la película no aburre. Y no aburre porque Marshall saca a relucir todo su arsenal de casquería desde el primer minuto hasta el último, o sea que para los fans del gore más gratuito será hasta un peliculón de culto. Por que no sólo vemos cabezas humanas cercenadas o estallando contra las paredes. Vemos vacas pisoteadas por tanquetas, conejos reventados en primer plano y también un cuerpo humano fileteado a la brasa igual que el pollo en un Kebab Donner. Lo cierto es que sin esa casquería la película sería completamente infumable, pero con eso tampoco basta.

Y repito lo de antes, si al menos hiciera gracia...


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domingo, 16 de noviembre de 2008

Asesinato Justo




Mucho tiempo ha pasado desde aquella memorable y fugaz escena de Heat, pero mucho más es el tiempo que los más apasionados cinéfilos y admiradores de estos dos astros llevamos esperando para verlos juntos en pantalla y formando parte de una historia que mereciera la pena. Jon Avnet nos ofrece sólo una de estas dos cosas, porque si bien Asesinato Justo es la única oportunidad de admirar a DeNiro y Pacino compartiendo plano, la película como tal no pasa de un mero entretenimiento, muy alejado de los grandes hitos que ambos nos han regalado a lo largo de sus carreras.

La vieja pregunta de quién es el mejor actor de su generación, si Robert o Al, tendrá que ser respondida a partir de sus trabajos realizados hasta la fecha, es más, quizá debiéramos reducir la lista a sus películas del siglo XX, porque lo que parece claro es que para ninguno de los dos su mejor papel está todavía por llegar. No, desde luego, si siguen empeñados en aceptar roles tan planos y vacíos como los que llevan acumulados en los últimos años.

Pacino rompió en los setenta con su Michael Corleone y sus obras maestras ligadas al hampa y al género policiaco, El Precio del Poder o Atrapado por su pasado marcan un antes y un después en el cine americano. Por su parte, el talento de DeNiro, unido al de Scorsese apabulla con su presencia en Toro Salvaje o Taxi Driver y eso son sólo un par de perlas de una filmografía impresionante en ambos casos.




Lo que está claro es que Asesinato Justo no va a entrar en la lista de las 20 mejores películas de ninguno de los dos, lo que nos deja una sensación desoladora de ocasión perdida, de desaprovechamiento, de cuándo vamos a tener otra oportunidad para que un director –menos coñazo y más capaz que Avnet– consiga sacar lo mejor de dos de los más grandes genios que ha dado el cine americano.

Pero es que la película de Avnet, sin ser un bodrio ni mucho menos, es un producto menor teniendo cuenta su potencial. Es una historia seca, al uso, con giro de guión engañoso e incoherente y con una trama insulsa y mal llevada que además presenta peligrosos tintes fascistas. El pulso de la película es lento y dubitativo, como si no terminara de romper a contarnos algo, como si el preámbulo se alargara por dos horas de presentación de personajes, con la cámara regodeándose, casi de manera hedonista, en mostrar a los dos colosos que tiene delante.

Con la sensación de que Jon Avnet no supo en ningún momento qué hacer con lo que se le echaba encima, consciente de que Asesinato Justo jamás sería su película, sino que siempre será la película de Pacino y DeNiro, el cineasta dibuja un retrato frío y distante de dos inspectores en ocaso y de una realidad policial surrealista y manipulada.

Porque uno de los grandes fallos de Asesinato Justo es lo difícil de creernos lo que está pasando, de entrar en el juego que nos propone. Lo que narra es tan inverosímil, tan forzado, que en ningún momento podemos dejar de cuestionar que la policía de Nueva York sea tan inútil y sus maleantes tan confiados. Si para colmo le añadimos un guión tramposo que parece sacarse escenas de la manga… porque ¿a qué viene esa violación? ¿Ganas de inmolarse?


La película juega todas sus bazas a su pareja de actores. A un DeNiro que parece tener ganas de terminar cuanto antes –igual que en todas sus últimas intervenciones, por cierto– y a un Pacino que parece instalado en el histrionismo y la exageración como si desde Pactar con el Diablo se le hubiera quedado atascado el cerebro.

En fin, una pena. Como suele pasar, dos genios tan grandes no están hechos para compartir un mismo espacio. Tal vez más adelante, con una historia y un director que de verdad lo merezcan.

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domingo, 19 de octubre de 2008

La Niebla. De Stephen King.


Si hay una cosa que siempre le he achacado a Stephen King es lo poco adaptables a la gran pantalla que resultan sus novelas y relatos. Me explico. Es éste un autor de temática sencilla pero muy complejo en su estructura narrativa. Quitando alguna rara excepción como El Resplandor o La chica que amaba a Tom Gordon, la mayor parte de sus obras están plagadas de personajes, cada uno con sus tramas y subtramas entrecruzadas, con pasados y con dramas personales que les dan forma y que a menudo afectan al resto y al desarrollo de la historia. Es muy difícil escribir así, desde luego, y todavía más trasladar esas a menudo chorrocientas páginas a una hora y media o dos horas de película. Es por eso que la mayor parte de las adaptaciones que se hacen de S.K., y no son pocas, acaban cogiendo polvo en las estanterías de los videoclubs junto a otros telefilmes fallidos.

No obstante, algunas veces los guionistas y directores que se atreven a echarle un par de huevos a las obras de King consiguen salir bien parados o incluso superar la obraca original. Así, truñazos como El Cazador de Sueños o It, conviven en este apartado con películas salvables como Carrie, 1408 o Misery, sin ir más lejos. Todavía nos queda por ver Cell, de Eli Roth, y a ver qué tal, porque es un magnífico libro.

Pues Frank Darabont es uno de esos directores que consiguen salvar la lacra literaria de los libros de King y son capaces de adaptarlos con solvencia al cine. La Milla Verde, Cadena Perpetua, son excelentes cartas de presentación que convierten a Darabont en un especialista en analizar y extraer lo mejor de las obras del genio de Maine.

La Niebla, o The Mist, es una película sencilla en su presentación, sencilla en su planteamiento y hasta en su desarrollo, pero al igual que los libros de King, consigue crear y hacernos disfrutar un entramado complejo y terriblemente rico de personajes y situaciones que nos horrorizan y nos ponen los pelos de punta de puro cotidiano y reales. Da igual que lo que retenga a nuestros personajes en ese frágil supermercado sea un carnaval de bichejos mutantes, una infección espantosa o un circo de zombies sedientos de sangre. Lo que Darabont y King nos quieren contar es el drama y el terror que surge de dentro, del propio supermercado, del ser humano, mucho más estremecedor y peligroso que todas las criaturas de fuera.

Es en este campo en el que Darabont consigue el éxito de la película y en el que mejor refleja la esencia del relato de King. Los hombres y mujeres del supermercado son el verdadero peligro. Desde el abogado cínico y paranoico hasta la fanática religiosa –magnífica Marcia Gay Harden, de lejos lo mejor de la película- pasando por la cuadrilla de paletos que creen que saben a lo que se enfrentan.

El aspecto psicológico del ser humano, del tipo común. Vemos que un pintor deseoso de aislarse de mundo se convierte en líder de un grupo de supervivientes, cómo un cajero de supermercado se transforma en heroico francotirador y cómo una mujer ninguneada y despreciada por loca consigue erigirse como profeta y guía apocalíptica de los desesperados. Al principio de la película no hay héroes, al final sabemos que cualquiera puede serlo.

Si tengo algo que achacar a The Mist se debe a mi fobia por las “pelis de terror con bicho”. No me creo zombies ni vampiros pero al menos me los trago, con reparos. Menos soporto aliens ni fantasmas, con o sin sábana. Pero lo de los bichos mutantes me parece delicado y muy difícil de digerir. Es como ver Monstruoso u otras por el estilo. ¿Por qué debería tener miedo por un bicharro horrible, gigante y pixelado que no me transmite nada? Mi punto de vista sobre el miedo es que para percibirlo debo sentirlo real. Un hombre puede dar miedo. Muchos hombres, más. Tal vez enfermos y que parezcan zombies… ¿28 días después? Vale. Pero cucarachas gigantes….

Por eso yo no hubiera enseñado los monstruos. Me pasó con Señales, de Shyamalan, y en ésta pasa igual. Desde el momento en que aparece el primer tentáculo… la película cambia, o al menos mi disposición a verla del mismo modo, y me cuesta volver a meterme en ella. Más si para colmo están tan mal hechos que parecen de blandiblú, a pesar de la inspiración lovecraftiana.

Por eso me alegro de que La Niebla salve este escollo focalizando el suspense en el interior del supermercado, en escenas potentes como la de la farmacia, en el terror intrínseco a la psicosis del ser humano. Por eso, si lo de menos es lo que haya fuera, la apruebo. El miedo lo transmiten personajes de carne y hueso.

¿El motivo? ¿El rollo militar de puertas dimensionales? Demencial.

¿El final? Innecesario, inverosímil, pero una vez más, irrelevante.

Lo mejor de la película tiene lugar durante la hora y media central en la que esos personajes tan crudos, bofetada en las raíces y en las narices de la cultura americana, barras y estrellas escondiendo el cubo de la basura, pasan encerrados en el supermercado con sus miedos y prejuicios a flor de piel.

Darabont lo ha conseguido de nuevo, gracias a Stephen King, y Stephen King ha visto otra vez una obra suya dignificada en pantalla, gracias a Frank Darabont.

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sábado, 27 de septiembre de 2008

Wanted (Se busca)

…o Star Wars conoce a Matrix conoce a cualquier superhéroe alucinógeno y una pizca de Blade, por lo de todos mis iguales contra mí, que soy la leche.


Un popurrí similar a un caldo de verdura es lo que es la nueva película de la cadavérica Jolie. Como una parte fundamental de la trama tiene que ver con un telar, han convertido el film en una colección de retales de otras películas engarzadas a cascoporro y con el mínimo sentido de la coherencia y verosimilitud. El único sentido que rezuma Wanted es el del ESPECTÁCULO, así, con mayúsculas, y por otra parte es algo de agradecer, igual que dije con Hellboy 2, ahora que el cine parece cada vez más un drama constante de conciencia social y de películas mediocres que pretenden ser profundas metáforas filosóficas (noooo, no me refiero a The Dark Knight… qué va…)

El problema de Wanted es que para que te guste tienes que tomártela a cachondeo, de lo contrario el cabreo puede ser monumental, y la cara de gilipollas, importante. Porque Wanted no es ni puede ser considerada una película seria, no creo y de verdad lo espero, que ni siquiera sus creadores tuvieran como idea primigenia hacer un film de culto, ni tan sólo normal, diría que tampoco al uso. Wanted es una paranoia surrealista con momentos realmente delirantes, que sobrepasan la fantasmada y a menudo llegan al absurdo, pero que nunca nos venden como algo “real” o “posible”, y eso es lo que la salva de la estupidez y la falta de respeto más absolutos.

Disparar a través de donuts con un cañón a media ciudad de su objetivo, manipular las leyes de la física como les sale de los morros –de Angelina, claro-, atrapar peatones con el deportivo en un derrape imposible, hacer chocar las balas en el aire, además de darles efecto, todo tiene sentido y es posible para una raza especial de tipos y tipas –Angelina, claro- que pueden hacer lo que les de la real gana pero trabajan a las órdenes de un telar, qué estúpidos.

Voy a explicar lo del telar. Parece ser que hace miles de años unos Tejedores con altos conocimientos de álgebra y un pelín de mala leche descubrieron un código oculto en sus telares. Una hebra arriba o abajo en el patrón y ala, por sus santísimos lo convertían en un código binario y de ahí sacaban un nombre. ¿Y qué hacemos con él? Preguntó uno. ¿Le enviamos flores, una tarjeta de felicitación por salir en el telar, le fichamos para la Liga de Tejedores? El más listo –o el más bruto, vete a saber- le contestó: Pues nada, será que hay que matarlo.

Y de eso va la película, sale un nombre y Morgan Freeman, que es Dios (nunca mejor dicho), le encarga la ejecución a uno de sus secuaces, que viven manteniéndose del aire y de unos chuletones enormes que almacenan debajo de una fábrica de bufandas y se dan baños de leche cortada en lo que esperan saber la identidad de su nuevo encargo. Una vida interesante de narices, vamos, para alguien capaz de hacer virguerías hasta con la punta de un lápiz.

Uno de ellos la palma y reclutan a su supuesto hijo. En una primera media hora chanante los guionistas convierten a Morgan Freeman en Obi Wan y copian sin pudor, plagian, imitan, calcan y roban los diálogos y casi las escenas del Episodio IV y nos lo ensartan sin anestesia ni nada.

Uno de los nuestros nos ha traicionado, se ha salido de la organización y ha matado a tu padre. Sustitúyase por:
Un joven Jedi que se pasó al lado oscuro fue quien traicionó y asesinó a tu padre.


Luego le da la espada, digo la pistola, que fue de su padre, le cuenta que son una especie de hermandad de elegidos que velan por el equilibrio en el planeta, que tienen un no sé qué que qué sé yo especial en su cuerpo que les hace ser mejores, más rápidos, más fuertes, dominar la adrenalina y tener pulsaciones de hasta 400 latidos por minuto –toma ya-, además de fliparlo con una pistola en las manos.

Sólo le falta decirle que el enemigo es un tipo que se hace llamar Emperador y que quiere construir una cosa así como una Estrella de la Muerte, pero no, en esta peli los Jedi son los malos, son asesinos –recordemos, a las órdenes de un telar, jajajajaja- y el enemigo es el tal Cross, que se pasó al lado oscuro, digo, que se salió de la Hermandad, y ahora quiere matarlos a todos, el tío rencoroso

Todos los que hemos visto La Guerra de Las Galaxias, nos podemos imaginar la supuesta “sorpresa final” más o menos desde el minuto treinta y dos, uno después de la charla de Obi Wan, por lo que la última escena en el tren nos la sopla y sólo nos puede parecer una tomadura de pelo y un descaro desvergonzado e irreverente.


Resumiendo, los Jedi reclutan a Luke, y le adiestran para vengar a su padre. Le entrena una especie de maestro Yoda que está mucho más buena y tiene los labios de silicona, y cuando se da cuenta del pastel vuelve armado de ratas y se los ventila a todos en una escena redención/inmolación de lo más ridícula. Sólo al final sabremos que Obi Wan es un caradura chapucero y que Luke tiene una puntería cojonuda.


Lo mejor de la pelí: La jefa gorda. Las hostias como panes. Las escenas de la vida de Luke fuera de la Orden Jedi.

Lo peor: Algunas personas no sabrán entenderla, muchos en el cine se quejaban con cada fantasmada y supongo que más de uno pensaría en largarse. Yo, por mi parte, cuando fui a ver Superman no me sorprendí de que volara, así que…

Lo peor 2: Que penita da Angelina. Que alguien le pase un bocadillo de panceta a la pobrecilla.

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lunes, 8 de septiembre de 2008

HellBoy II. El Ejército Dorado.

Si Dios fuera gordo y mejicano, sería Guillermo del Toro.


Acabo de salir de la sala de proyecciones pero no tengo la sensación de haber pasado dos horas frente a una pantalla de cine, me siento como si hubiera viajado todo ese tiempo por un lugar diferente, por un universo paralelo que hasta hoy sólo formaba parte de mi subconsciente y que de alguna manera un tipo enorme y con gafas ha sido capaz de poner delante de mis ojos.

Bienvenidos, no al mundo de HellBoy, un Nueva York actual e ignorante, que hace los ojos a un lado mientras que con interés bastante tibio, la verdad, roba fotos de un bicho rojo con cuernos y cola. No, éste es el universo de Del Toro, un Reino de Hadas y Fantasía que apenas rozó en la primera entrega de éste héroe que reniega de serlo, que casi desplegó en el Laberinto del Fauno, y es que el epicentro de esa película era otro, pero que desarrolla en todo su esplendor en ésta, donde se despoja de toda contención visual impuesta por un estudio o por la propia historia que quiere contar y nos sacude un guantazo de fantasía, de magia, de seres increíbles, de espacios en los que nos gustaría vivir, y no sólo soñar.

Los puristas del cómic se rasgan las vestiduras, bien, yo no lo soy. En mi vida he leído un tebeo de HellBoy y sólo le conozco por las películas de Del Toro, y la verdad, ya tengo suficiente, a partir de ahora miraré el cómic comparándolo con la película. ¿Se parece el personaje de Mignola al de Del Toro? ¿No? Pues entonces paso, me quedo con las pelis.

Disfruté la primera como un neófito, no sabía nada del personaje ni desde luego de su historia, ese tipo de cómic USA no han llegado a mí como lo hicieron de pequeño Spiderman o Batman. Para cuando descubrí que HellBoy, V de Vendetta o Sin City estaban basados en cómics, sus adaptaciones ya me habían calado demasiado, con resultados bastante dispares, por cierto. La primera entrega de HellBoy me atrapó desde el punto de vista de una película de acción con un protagonista inusual, con enemigos inusuales y una trama extravagante y cósmica, no precisamente de mi gusto (ese Rasputín resucitado…). Me gustaba el malo, Kronen, eso sí, aunque pienso que debía haber sido todavía más protagonista.

Esta segunda incursión en el universo del Rojo me ha dejado con la boca abierta desde el mismísimo inicio, desde su infancia como devorador de chocolatinas e historias fantásticas hasta su madurez como héroe incomprendido y padre. Y entre medias todo un ciclón de criaturas, de lugares, de leyendas que me han devuelto a mis doce años, cuando en mi cabeza fluían sitios y nombres parecidos hasta que me di cuenta de que jamás iba a poder ver nada de aquello con los ojos abiertos. Del Toro ha hecho realidad muchas de esas sensaciones y las ha dotado de cuerpo, de cara, de voz. Desde el temible príncipe Nuada (sublime la introducción con figuras de madera) hasta el majestuoso ser del final, con alas por ojos y una terrible profecía.

Cada criatura, cada personaje está integrado perfectamente en una trama sencilla y por lo tanto accesible, que deja espacio al embrujo de todos esos seres increíbles sin comidas de tarro ni requiebros filosóficos. Y es que aquí la historia es lo de menos. Los actores, Perlman, Blair, Jones… todos están mejor que en la primera, y las nuevas incorporaciones, como Krausse, no desmerecen en absoluto. Y esos entornos: el Mercado Troll, la guarida subterránea de la estirpe de Nuada, el secreto en las profundidades de Irlanda… Lugares de los que uno no quisiera salir.

Por último quiero brindar por el nuevo HB. Un HellBoy más duro, más chulo, más sarcástico, más canalla y mucho, mucho más divertido.

Una película sublime, Maestro Del Toro, donde demuestra que el poder de la imaginación está muy por encima de tramas, de conflictos personales y de crisis económicas. Más allá de la profundidad metafísica y el elogio del pesimismo de El Caballero Oscuro, Del Toro es la punta de lanza del tipo de cine que la sociedad melancólica de hoy en día necesita.

Una reflexión final: ¿Qué será capaz de hacer este genio con El Hobbit? ¿Qué sería capaz de hacer, por ejemplo, con la Historia Interminable, o con su anhelado Frankenstein?


Muero de ganas por saberlo.

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jueves, 21 de agosto de 2008

The Dark Knight



¿Por qué tan serio?


Hola a todos, aviso, opinión con SPOILERS.


Anoche vi El Caballero Oscuro, he tardado mucho en hacerlo porque no quería arriesgarme a una sala llena o a tener que ver algo tan grande con una pandilla de niñatos detrás riéndose o comentando cada escena, algo que, en Las Palmas, donde yo vivo, es bastante común. Y lo más difícil durante todo el tiempo que he esperado ha sido esforzarme por no leer críticas ni comentarios, no ver trailers ni publicidad viral, vamos, no hacer caso a nada que tuviera que ver con la película para no elevar mis expectativas ni enterarme de nada en absoluto de la trama -algún cabrón en un post de Las horas perdidas me destripó el final de Joker y Rachel y por ello le tendré eternamente en mi pensamiento, hasta que llegue el momento de poder mearme en su tumba.
El caso es que después de tanta espera y con toda mi ilusión post IndiJones y sus putos aliens como película del año, tuve la sensación al salir del cine de que me había dejado frío. Me explico.

No voy a entrar a valorar la película porque ya nos hemos felicitado por ella hasta la extenuación en este y otros foros. Es una pasada, es brutal, Ledger es el mejor Joker de la historia y deja al de Nicholson en eso, en un payaso, etc, etc, etc. Muy bien y muy bonito todo. Sobre si es mejor que Heat o que el Padrino o que... ¿? ¿Es que nos hemos vuelto todos tontos?
En primer lugar se me hizo larga. Larga no, laaaaaaaaaaarga. Tal vez tenga mucho que ver con ello el hecho de tener la vejiga como un globo de helio, hinchada y tirándome para arriba con las palabras ASEO y URGENTE destellándome sobre la pantalla como el letrero de un motel de carretera, con colorcitos y todo eso. De todos modos, obviando mi lamentable error (esas cosas se hacen antes de entrar al cine y si no lo has hecho no te compras tres cuartos de litro de cocacola), la película se me hizo eterna. Yo no sé si hubiera quitado ninguna escena, porque todas me parecieron buenas, pero a lo mejor sí que las hubiera acortado un poco, pienso que algunas no necesitaban un desarrollo tan ralentizado para explicar lo que estaba pasando. Sirva como ejemplo la de los dos ferris cargados de gente, que ni la entiendo ni pienso que a nadie le importe una mierda qué barco va a volar ni quién apriete el dichoso botón. Por cierto en esta escena me chocó la actuación de la policía, que eran legión en ambos barcos y ninguno se molestó siquiera en darse una vuelta a ver si encontraba explosivos.
También me pareció un tanto confusa. No entendí al Espantapájaros al principio "intentando ayudar" ¿? Yo debo tener mala memoria pero le hacía en Arkham flipándolo en colores. Tampoco me enteré mucho de algunas tramas, subtramas y subsubtramas, y me pareció que debe ser difícil sacar a la Gyllenhaal, o como se escriba, tan fea, aunque recuerdo que K. Holmes también salía horrible y con su boca torcida en la primera -¿qué problema tiene Nolan para sacar a una actriz hermosa en pantalla?-. Luego la muerte de Gordon me pareció forzada, más cuando todos los medio fans sabemos que tiene que llegar a comisario, y la transformación y posterior venganza de Dos Caras no terminé de creérmela, así como sus motivaciones para hacer lo que hace. ¿Realmente Gordon o Batman son responsables de la muerte de Rachel? Este personaje además se lleva el regalo del único efecto digital que chirría, y me pasé la media hora final esperando a que el buen fiscal la palmara corroído por múltiples infecciones.



Lo mejor de la película es Joker, por su puesto, además de Oldman, pero encontré fríos y como de paso a Freeman y Caine. Del invento del sónar con los móviles intento olvidarme, voy a apuntarme a terapia para ello, incluso, porque si no me resisto y al final lo recuerdo podría crearme un pseudónimo nuevo y entrar en los foros a poner a parir a esta gran obra del cine de acción a la altura IMBD de Heat o El PadrinJAJAJAJA. Ay.
Las escenas de acción son brutales, eso sí. En especial esa moto de mis sueños -¿de dónde sacará esa maravilla de juguetes?-, aunque el batmovil sigue sin gustarme un pimiento. Eché de menos más artilugios y más "Batman", es decir, batcueva, murciélagos, oscuridad, escenita de me pongo el traje, intimidación a los maleantes... Ya sé que todo quedó destruido en Begins, pero podían haberse inventado algo, el caso es que me pareció todo un poco descafeinado. Vi una peli policíaca en la que lo de menos era si el poli protagonista vestía de negro y se descolgaba por las paredes o si llevaba Armani y cara de Al Pacino. No sé, no terminé de ver a un superhéroe, y hasta The Dark Knight, al menos que yo sepa, Batman lo era.
Que las peleas son confusas ya lo han dicho, que el desenlace se les fue de las manos por el terrible final del grandioso Heath, también. Lo del oscar póstumo lo dejamos para el anecdotario de verano o para los rumores absurdos, que esto es una página seria. Lo que sí es cierto es que dibuja a uno de los mejores villanos de la historia del cine comiquero (si esta palabra no existe, me la invento), pero estoy seguro que sin la espeluznante contención visual de Nolan -me refiero al tema sangre, golpes, muertes, joder, que la peli parece producida por Disney- su creación resultaría todavía mucho más aterradora, demente y brutal.
Me fui con la impresión de que Oldman se come a Batman, de que Wayne se come a Batman, de que Joker se los come a todos y de que la mafia de Gotham es más blanda que Superñoño, que ya es decir.
Vi un peliculón profundo, denso, impactante, y muy, muy bueno. Pero no sé si era lo que me esperaba, tal vez por eso mi impresión al salir del cine de que me faltaba algo. Volveré a verla, intentaré bajármela en V.O. para evitar esa voz distorsionada de Batman que nos jode la película a los españoles, gracias desde aquí una vez más al departamento de doblaje, qué vergüenza, y será una de mis películas de cabecera, edición especial caja metálica en cuanto salga a la venta. Pero sin embargo me ha hundido un poco las expectativas que tenía desde Batman Begins. No sé, quizá estoy todavía confuso y no abarco toda la grandiosidad que vi anoche en esta enorme película, pero no puedo evitar preguntándome si estaríamos todos tan rendidos a ella si Ledger no hubiera decido hacerla. ¿Nos gustaría tanto sin ese Joker, o es él y sólo él el verdadero "alma de la fiesta"?

Un saludo desde aquí a Heath, donde quiera que esté, y gracias por regalarnos este personaje brutal, un Joker, SU Joker, que nos ha hecho reír, asustarnos y, sobretodo, lamentar perderlo para siempre.

¡¡Y ahora a esperar a Hellboy 2 frotándonos las manos!!

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APAGANDO EL RESPLANDOR

Con una pizca de irreverencia y un cargamento de mala leche voy a atreverme a cuestionar, diseccionar y en definitiva destrozar esta obra maestra del maestro de maestros del cine del siglo XX. Que manda huevos la fama y rocambolesca ceremonia que se le rinde a este mastuerzo en tantos corrillos cinéfilos pseudointelectuales cuando de su pluma y cabeza han nacido algunos de los ladrillos más tochos y a la vez más sobrevalorados de la historia del cine. Tampoco voy a hacer una comparativa con el libro original porque sería sangrante, el bueno de Stanley se debió limpiar el culo con él, y salvo destacadas excepciones me ahorraré los comentarios. ¿SPOILERS? TODOS.

Voy a empezar con mi valoración personal: esta película es, con todos los respetos, una oda al arte de tomar prestada una idea atractiva –que no original-, un libro bueno –que no excelente- y pasárselo por el forro de los huevos con toda la impudicia e ida de olla de la que uno sea capaz. Este último punto, en el caso de Kubrick, puede llegar a extremos paranormales.
La película trata de un maestro don nadie que consigue el trabajo de vigilante de fuera de temporada en un lujoso hotel perdido en los montes de la América profunda, y de cómo después de mudarse allí con su familia y quedarse aislado hasta el deshielo, se le pasa el arroz de la cabeza que es una barbaridad. Comienza con un vuelo rasante de cámara por encima de un lago y un paisaje impresionante de montaña, allá en los Cárpatos americanos, donde George Bush perdió el tornillo. Un plano secuencia laaaargo y leeento aderezado por una de las mejores bandas sonoras del género y unos de los más horribles títulos de crédito, indignos de una producción así. El amigo Kubrick, en adelante El Maestro, nos introduce en la historia con LA ENTREVISTA, el momento en el que un todavía en sus cabales (o eso debería parecer) Jack Torrance (Nicholson) conoce por primera vez el Overlook y de paso al hombre que tiene que decidir si contratarle, el gerente del hotel, Sr. Ullman.
Aquí voy a insertar la primera pega seria, una de esas que me irritan la entrepierna cual almorrana inquieta, y que además es una crítica compartida por el propio Stephen King. No se le pueden echar tantas flores al tito Jack por este papel. No puede ser que Jack Torrance dé miedo desde la primera escena, debe percibirse su caída en la locura, su degradación paulatina por obra del hotel. Y este Nicholson excesivo parece estar chiflado desde el mismísimo principio de la película.

¡Ja, ja, ja, ja! Yo es que ya venía loco de casa. El mismo careto me sirvió para hacer de Joker.

Justo después nos presentan a su esposa, la pobrecita Wendy, interpretada por Shelley Duvall, una de las actrices más feas de todo Hollywood, por encima incluso de la Lois Lane de Superman y de la que hace del monstruo de la laguna Negra. ¿Ah, que era un tío? Da igual, Shelley Duvall también es más fea que ése. Dicen que Kubrick la insultaba durante el rodaje, que la maltrataba psicológicamente para crearle miedo y ese careto de ansiedad. Por Dios, da la impresión de que el tipo se quedó corto, más la hubiera insultado yo por fea.
Por cierto, me niego a hablar del doblaje, ¡me niego a hablar del doblaje! ¡NOOOO! ¡No puedo negarme! Por favor, desde aquí pongo en marcha una plataforma, lanzo un llamamiento, una recogida de firmas para que retiren de los fnacs, cortes ingleses y tops mantas todas las copias dobladas al castellano de esta película, también propongo un decreto de ley que prohíba terminantemente que Verónica Forqué vuelva a doblar para el cine o la televisión nada que no sean servilletas de papel, si quiere doblar que se dedique a la papiroflexia.
Entre la voz de una y el careto de la otra son capaces de cargarse toda la tensión y el terror que debe causar la cinta. Pensar que el propio Maestro fue quien escogió las voces internacionales no nos puede llenar de nada más que de una profunda desolación.

Si es que soy una monada. Mi hermano Slock ya triunfó en los Goonies,
pero a él tuvieron que maquillarle


También nos introducen al niño, suerte de Calimero inexpresivo y caritontecino al que de buenas a primeras le da por hablar con su dedo, se le pone la voz ronca y estira y dobla el índice de la mano como si fuera un flexo. Con ese truco rompedor, recurso visionario nacido de las raíces del Actor’s Estudio, el Maestro pretende que en vez de mearnos de risa del engendro de chiquillo, nos meemos pero de miedo.

Uy, qué mocazo. ¿Me lo como o lo pego en las cortinas?

Una vez presentados los principales personajes, la primera media hora de película transcurre al ritmo de corre corre que te pillo. El propio Ullman, o en su defecto Halloran, el jefe de cocina, se encargan de resumirnos en los menos minutos de metraje posible la historia truculenta del Overlook mientras Nicholson nos regala un muestrario de muecas de psicópata y el niño habla con su propio dedo ronco en una escena de espejo delirante. Los Torrance ya se han instalado en el hotel y al chaval, mientras juega solo a la diana con unos dardos de púas más largas que su dedo, vamos, lo que hacen todos los críos, se le aparecen dos niñas más sosas que una sopa de piedras que si dan miedo por algo es por FEEEEEAS, porque la escena está rodada sin alma ninguna. La historia del hotel, sus características, su importancia en la historia queda relegada a un segundo plano. El tipo se va a volver loco y punto. El cocinero Halloran, además de ser el personaje clave que da sentido a la actitud del niño, es el único que ha pescado que el crío tiene algo especial, pero como se larga enseguida y deja de pintar en la historia hasta cinco minutos antes del final, y total, para nada, nos quedamos con las ganas de saber más.

¿Vas a comerte eso?

La película sirve más como promoción de la (entonces) nueva Steadycam que como filme de terror. Al puñetero niño le han regalado un triciclo y piensa enseñarnos el hotel cada cinco minutos, para sufrimiento de la espalda del que carga con la Steady. Mientras, su padre no escribe una mierda, y la paga a pelotazos con las paredes, que eso es hacer ejercicio y es muy sano. El jueves (qué más nos dará que sea jueves si no sabemos qué día era cuándo empieza) el tolete del triciclo encuentra la habitación 237. Menos mal, algo de chicha más allá de los caretos de Jack, la música machacona y la distracción que supone el pésimo sonido. Pero nada, está cerrada. Plano de las niñas y su enorme frente sin venir a cuento. Nos hacen creer que Jack escribe y de camino le pega un par de gritos bien dados al engendro de su mujer. El hombre del tiempo dice que nevara esta noche. ¿Pero tú eres gilipollas? ¿Le interrumpes para eso? No te extrañe que te grite, so mema. Yo ahí no veo que Jack se esté volviendo loco, cualquiera habría hecho lo mismo con esa lerda.

Sin embargo, como se supone que hay que verlo, nos ponen un careto más de Jack, que se ha vuelto tarumba de una escena a la otra, sin paso previo, sin transición. Total, como ya estaba medio loco al principio... Eso es planificación, dar coherencia a la historia.

A Danny le siguen persiguiendo las niñas y a Jack se le aparecen fantasmas en un bar que debe ser que antes no estaba allí. No nos hemos enterado del por qué de las apariciones debido a la prisa con la que el Maestro se ha quitado los detalles de encima en los quince primeros minutos. Pero aprovechamos la ocasión para sacar a pasear el dedo del niño y dejarle otra vez en ridículo. En el libro explican en profundidad la relación entre Jack y su hijo, si tuviéramos esa información podríamos entender la catarata de escenas leeeeentas y aburridas que no nos llevan a nada, pero como a Kubrick todo eso se la suda, pues sigan mirando que enseguida empezamos los sustos. El niño aparece con el dedo en la boca y unos arañazos en el cuello, y por sus cojones a Wendy se le va el alma (es metáfora, transmite menos que un enano de esos de jardín) en echarle las culpas a Jack, que ahora sí se le va la pinza y se pone a vagar por el hotel haciendo el simio.

¿Los pajaritos? ¿Paquito el chocolatero? Para mí que imita a Krusty, el payaso.

Se enteran de que algo a atacado a Danny en la habitación 237, y para allá que va Jack a investigar a la vez que, a tomar por culo de lejos, el cocinero con telequinesis de alto alcance, detecta los murmullos de las ballenas blancas en celo del Atlántico norte y de paso el ataque de baba de Danny en el hotel. Eso sí que es capacidad mental. Igual hasta pilla los canales del Astra sin antena ni nada. La vieja de la 237 le da al Maestro la oportunidad de mostrar esos felpudotes que tanto le gustan.
Durante cinco minutos se olvidan de que Jack estaba loco, pero ojo, cuidado, Shelly Duvall ha empezado a llorar y a poner cara de pánico y ese recital no va a terminar hasta los títulos de crédito, pedazo de clase magistral de interpretación. Para colmo se le ocurre decir al sobreactuado de su marido que deberían marcharse del hotel, ay chiquilla, qué cosas tienes. Así que el tito Jack se pira y descubre los restos de una fiesta, fiesta que en el libro se explica, se detalla y tiene antecedentes y hasta importancia en la historia, pero como a Kubrick la historia se la sopla, pues la fiesta también. Quedémonos simplemente con que hay una fiesta y por arte de magia todos le conocen. La patética sobreactuación de Nicholson da grima. Nos regala diez minutos eternos de charla con el padre de las gemelas para explicarnos algo que no queda bien explicado, que Jack siempre fue el vigilante y que su hijo se lleva bien con un negro y que por sus cojones pretende utilizar su resplandor contra él. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Dónde dice eso? ¿En qué se basa? Ole y ole al espectacular guión. La confusión que acarrea esta película es desesperante y encima se mezcla con un ritmo lento hasta la exasperación.
Mientras, Wendy se pone a buscar a Jack con un bate de béisbol en la mano, no se recuerda que tenga ningún motivo para ello, que haya visto ningún indicio de que vaya a hacerle daño, pero ella por si acaso. Entonces encuentra que el supuesto libro de Jack sólo contiene una única frase, que Kubrick se encargó de adaptar a cada idioma y que aquí en España se quedó en el espeluznante “No por mucho madrugar, amanece más temprano”. Ahí queda eso. Cuando Jack la descubre empieza la verdadera película, el germen de la fama y popularidad que tiene como film de culto. Y es que sin ese Nicholson desbocado y la escena del cuarto de baño este divertimento no pasaría de ser un coñazo paranoide más de su autor.
Después, superwoman arrastra a su marido de 90 Kg. por todo el hotel hasta encerrarlo en la cámara frigorífica y se aleja de allí con un muestrario de muecas de almorrana muy difícil de olvidar. Estoy convencido de que los caretos de la Duvall han causado más pesadillas que todo el resto de la película. Por favor, qué asco.

¿Entonces para Scream 4 no vamos a necesitar máscara?

El guión es pésimo hasta decir basta y los diálogos absurdos y forzados. La mayoría chirrían, otros no encajan en el tono general de la película, por lo menos, en el tono que como película de terror seria debería tener, y que rara vez consigue.
A Jack le rescatan de la nevera los fantasmas, por los cojones, que de pronto pasan de ser entes invisibles e incorpóreos a ser capaces de abrir puertas. ¿Explicación? Ninguna, pero a cambio el Maestro nos regala otra escena lenta y sincopada con diálogos que parecen recitados, más que interpretados, a través de una puerta. Dan ganas de gritar: ¡vaaaamos, si le vas a abrir hazlo de una puñetera vez! En esto llega el cocinero al hotel, el cocinero más rápido del oeste, para palmarla en cinco minutos. Joder, ¿para qué le haces volver, si vas a matarlo? ¿Por qué me distraes con otra secuencia eterna del tipo recorriendo el pasillo para que al final le ejecutes como si nada? Pues eso, seguimos. De buenas a primeras al niño le da por decir seiscientas veces REDRUM, que en el libro tiene algún sentido, pero aquí lo escribe con pintalabios en la puerta del baño porque le sale de la polla. Como además en el doblaje castellano la voz ronca de Danny suena como RETRAT, y en lugar de dar miedo parece que quiere señalar dónde está el retrete, y te partes el culo con la escena que da gusto.

Por fin aparece Jack, con su famoso hacha, y creemos que de una vez por todas nos va a librar del doble sufrimiento: del careto de su mujer y del coñazo del niño, pero tampoco. El chiquillo escapa por una ventana oportunamente cercana a la nieve pero a ella se le atascan las cartucheras y su tremendo pandero no sale. Menos mal, a ver si se la carga de una puta vez. Después de vomitar el monólogo de Jack sobre los cabritillos y lamentarnos de que nadie le dijera a Nicholson la diferencia entre actuar y hacer el payaso, empieza a aporrear la puerta con el hacha como hemos visto tantas veces.


Cabritillos, cabritillos. ¿Veis que me he vuelto loco? Claro, si para eso hemos venido.

La puerta se rompe y se recompone sola como le sale de los huevos al responsable de continuidad del Maestro, y entonces Nicholson suelta su frase lapidaria, esa por la que ha pasado a los anales del cine de terror. El hecho es que en la versión original dice “Aquí está Johnny?”, en referencia a un famoso cómico americano –Johnny Carson- que introducía así su show televisivo. Pero como aquí no teníamos ni puñetera idea de eso y no conocíamos al tal Johnny, nos colaron un “Aquí está Jack”, que a fin de cuentas es como se llama el personaje. ¿Que por qué cuando ya la tiene a tiro se aleja de la puerta y pasa de ella? Eso también es un misterio para mí, queridos lectores, será que le ponen más los motores de coche oruga que terminar con el mayor error de su vida. Se marchan todos de allí, que aquí no ha pasado nada, Jack se cepilla al cocinero y a la vez a Wendy se le empieza a aparecer gente follando, pues muy bien. Si quieres saber por qué, te lo repito, lee el libro. Jack sale a por Danny y se mete tras él por el laberinto del jardín. Para el niño no hace frío, pero a Jack, que se le debe haber olvidado ponerse la térmica debajo del jersey, se le congelan hasta los cataplines. Como además es imbécil, persigue a su hijo a voz en grito, cojeando no sabemos por qué, hasta que el niño, que es medio boyscout, se inventa un truco cojonudo para ocultar sus huellas en la nieve.

Por su parte, Wendy está más perdida que Wally, dando vueltas sola como una estúpida por la casa, tropezándose con el cadáver del cocinero y un puñado de gente rara de cojones. Entonces averiguamos en qué momento encaja la escena de los ascensores manando sangre con la que nos llevan machacando toda la película, aunque no sepamos a qué coño viene ni por qué después no quedan manchas en las paredes ni en el suelo ni nada. Cómo molan los fantasmas, qué limpios y eficientes todos.
¡Ala, todo el sirope de fresa por los suelos! ¡Amparo, tráete la fregona y cinco o seis cubos!

Volviendo a Danny, el truco le ha salido cojonudo y ha conseguido dar esquinazo a su padre, que empieza a palmarla de frío. Se pone a gritar como un subnormal -¿por qué?- y se pierde en el laberinto. Kubrick nos justifica que se ha vuelto loco porque se pone a cantar, y tíos, ¡que se muere congelado! Ala, final, un desenlace redondo. ¿?


El mes que viene contrato la calefacción, lo juro.


En la última escena eterna de este engendro estirado hasta el límite vemos a Jack en una de las fotos del vestíbulo, pero no tendremos ni puta idea de por qué hasta que nos de por leernos el libro. Y eso es todo, fin, gracias por su dinero y perdone usted, Stephen King.

Análisis final.
Yo leí el maldito libro mucho antes de ver la película, ya que un día que la alquilé me dio tanta grima el doblaje que la quité a los cinco minutos. Si es inevitable que la veáis os recomiendo pasar de las voces españolas. La paranoia de Kubrick por controlarlo todo quedó en un intento de cine de terror que, apartando los sustos fáciles y los tópicos del género, además de una efectista banda sonora, se convierte en una lánguida obra de teatro en seis escenas en las que no pasa absolutamente nada. Los personajes son los mismos al principio que al final, ni siquiera Jack muestra una evidente transformación, ya que todos sus cambios suceden tan deprisa y sin justificación que en lugar de un tipo que resulta transformado por la maldad del hotel, parece más un psicópata que se ha llevado su familia a sabiendas hasta allí para sacrificarla. La historia del libro que escribe es irrelevante, las apariciones, la preocupación del cocinero, todo está tratado tan por los pelos que no llega a calarnos en la historia. No se puede hacer una película de terror sin suspense, sin misterio, sin un por qué que se encargue de crear curiosidad en el espectador. En El Resplandor de Kubrick los por qués se generan muy de vez en cuando y siempre quedan en el aire, las explicaciones son rápidas, insulsas, accesorias al festival de gestos y muecas de Jack y su esposa, por no hablar del careto monocorde del chiquillo. Total, que no aportan nada. El libro es un leño de tropecientas páginas pero al menos trata la historia de principio a fin, le da sentido y coherencia, no deja cabos sueltos. Dicen que Kubrick pretendía dejar un final abierto y a mi eso me parece un ejercicio de soberbia postmortem. El final abierto de Kubrick es una chapuza en la que no sabes si te están tomando el pelo, porque las cuestiones que prefiere no cerrar son demasiado serias, demasiado importantes para entender la historia como para que el excéntrico director se las pase por el forro. En fin, una película que desvirtúa un buen libro y desperdicia una prometedora historia, claro que viendo los esfuerzos del propio King por destrozarla él mismo, con la miniserie que perpetró en los noventa, más nos valdría que hubiera dejado los derechos cinematográficos del Resplandor guardaditos en casa.

Valoración:
Ambiente: nulo, la pretendida claustrofobia se convierte en un mosaico de tendencias coloristas y vanguardista sacadas de los descartes de La Naranja Mecánica.
Música: muy apropiada, tramposa, lo único salvable de la película. Da más miedo que todo lo demás junto.
Dirección: ¿lo qué? Dicen que repetía algunas tomas hasta ciento cincuenta veces. No me extraña, viendo el resultado debe ser que paró de repetir por falta de luz o sueño. Qué desastre.
Actores: lo peor, un Nicholson desquiciado y además con la lacra de la pésima actuación de esa cosa con forma humana que le acompaña, creo que hace de su mujer.
Sensaciones: no asusta, creo yo, particularmente. Le falta mucho para llegar al terror del Halloween o del Exorcista que pretende imitar. Ni la atmósfera es suficiente ni las actuaciones son creíbles, la película sería otra sin esa banda sonora y sin Jack destrozando la puerta con el hacha. Y a eso añades que cuando termina en lugar de pavor tienes cara de tonto…
Nota: lo dejamos, ¿vale?

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