lunes, 8 de septiembre de 2008

HellBoy II. El Ejército Dorado.

Si Dios fuera gordo y mejicano, sería Guillermo del Toro.


Acabo de salir de la sala de proyecciones pero no tengo la sensación de haber pasado dos horas frente a una pantalla de cine, me siento como si hubiera viajado todo ese tiempo por un lugar diferente, por un universo paralelo que hasta hoy sólo formaba parte de mi subconsciente y que de alguna manera un tipo enorme y con gafas ha sido capaz de poner delante de mis ojos.

Bienvenidos, no al mundo de HellBoy, un Nueva York actual e ignorante, que hace los ojos a un lado mientras que con interés bastante tibio, la verdad, roba fotos de un bicho rojo con cuernos y cola. No, éste es el universo de Del Toro, un Reino de Hadas y Fantasía que apenas rozó en la primera entrega de éste héroe que reniega de serlo, que casi desplegó en el Laberinto del Fauno, y es que el epicentro de esa película era otro, pero que desarrolla en todo su esplendor en ésta, donde se despoja de toda contención visual impuesta por un estudio o por la propia historia que quiere contar y nos sacude un guantazo de fantasía, de magia, de seres increíbles, de espacios en los que nos gustaría vivir, y no sólo soñar.

Los puristas del cómic se rasgan las vestiduras, bien, yo no lo soy. En mi vida he leído un tebeo de HellBoy y sólo le conozco por las películas de Del Toro, y la verdad, ya tengo suficiente, a partir de ahora miraré el cómic comparándolo con la película. ¿Se parece el personaje de Mignola al de Del Toro? ¿No? Pues entonces paso, me quedo con las pelis.

Disfruté la primera como un neófito, no sabía nada del personaje ni desde luego de su historia, ese tipo de cómic USA no han llegado a mí como lo hicieron de pequeño Spiderman o Batman. Para cuando descubrí que HellBoy, V de Vendetta o Sin City estaban basados en cómics, sus adaptaciones ya me habían calado demasiado, con resultados bastante dispares, por cierto. La primera entrega de HellBoy me atrapó desde el punto de vista de una película de acción con un protagonista inusual, con enemigos inusuales y una trama extravagante y cósmica, no precisamente de mi gusto (ese Rasputín resucitado…). Me gustaba el malo, Kronen, eso sí, aunque pienso que debía haber sido todavía más protagonista.

Esta segunda incursión en el universo del Rojo me ha dejado con la boca abierta desde el mismísimo inicio, desde su infancia como devorador de chocolatinas e historias fantásticas hasta su madurez como héroe incomprendido y padre. Y entre medias todo un ciclón de criaturas, de lugares, de leyendas que me han devuelto a mis doce años, cuando en mi cabeza fluían sitios y nombres parecidos hasta que me di cuenta de que jamás iba a poder ver nada de aquello con los ojos abiertos. Del Toro ha hecho realidad muchas de esas sensaciones y las ha dotado de cuerpo, de cara, de voz. Desde el temible príncipe Nuada (sublime la introducción con figuras de madera) hasta el majestuoso ser del final, con alas por ojos y una terrible profecía.

Cada criatura, cada personaje está integrado perfectamente en una trama sencilla y por lo tanto accesible, que deja espacio al embrujo de todos esos seres increíbles sin comidas de tarro ni requiebros filosóficos. Y es que aquí la historia es lo de menos. Los actores, Perlman, Blair, Jones… todos están mejor que en la primera, y las nuevas incorporaciones, como Krausse, no desmerecen en absoluto. Y esos entornos: el Mercado Troll, la guarida subterránea de la estirpe de Nuada, el secreto en las profundidades de Irlanda… Lugares de los que uno no quisiera salir.

Por último quiero brindar por el nuevo HB. Un HellBoy más duro, más chulo, más sarcástico, más canalla y mucho, mucho más divertido.

Una película sublime, Maestro Del Toro, donde demuestra que el poder de la imaginación está muy por encima de tramas, de conflictos personales y de crisis económicas. Más allá de la profundidad metafísica y el elogio del pesimismo de El Caballero Oscuro, Del Toro es la punta de lanza del tipo de cine que la sociedad melancólica de hoy en día necesita.

Una reflexión final: ¿Qué será capaz de hacer este genio con El Hobbit? ¿Qué sería capaz de hacer, por ejemplo, con la Historia Interminable, o con su anhelado Frankenstein?


Muero de ganas por saberlo.

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