domingo, 17 de abril de 2011

Críticas: Martyrs (Mártires)


He terminado de ver Martyrs con una sensación horrible en el estómago. No sólo por las tremendas escenas que salpican -nunca mejor dicho- la última parte del film, no quiero que quede esa impresión al leer esta crítica, sino por la crudeza de una película muy bien elaborada para causar ese efecto.

Porque reducir Martyrs, su éxito, su talento, a la recreación de escenas violentas sería compararla con subproductos del peor gore explícito que ni siquiera le hacen sombra, ya que lo que nos presenta esta película es mucho más que un festival violento, es una historia tan dura como sólida y creíble, un trhiller de una tremenda complejidad que sabe utilizar todos sus recursos para llevarnos de la mano a lo largo de este camino infernal.




Martyrs son al menos dos películas en una, dos tramas entrelazadas que casi se superponen de manera que no se note su mezcla de géneros, de tono y de enfoque. Lo podemos resumir en la historia principal de una muchacha que huye de un tormentoso cautiverio y es recogida en un hospital psiquiátrico y que años después encontrará la manera de vengarse de sus captores.


De esta manera se plantean en los primeros veinte minutos las dos películas, las dos tramas. Una: ojo, alguien está secuestrando mujeres para hacer cosas horribles con ellas. Dos: una de las supervivientes se va a vengar con muy mala leche.


El primer tercio de Martyrs es un crudísimo retrato psicológico de una niña torturada, el segundo es un delirio de violencia y tensión y para rematarlo ambas tramas confluyen en un tercer acto aterrador, insoportable, ilógico.

Cuentan que la gente salía del cine a vomitar y que las ambulancias hacían cola donde se proyectaban. Yo no me lo creo, porque ni de lejos es lo más fuerte que se puede ver en una pantalla. El éxito de esta película no está en un puñado de fotogramas impresionantes sino en la manera de contarlo, de actuarlo, de ponerle música y ritmo, eso es lo que nos revuelve las tripas.


Desde luego cuando anoche la terminé creí que me daba algo. No por lo que había visto, sino por lo que me habían hecho pensar. Y aunque muchos os acordaréis de mí cuando un nudo de horror y repulsa os ahogue, yo recomiendo ver Martyrs.

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martes, 5 de abril de 2011

127 horas. Gracias James Franco.


Siempre admiro, por mala o regular que sea la película, cuando un actor o actriz comete una locura y se atreve a sostenerla por sí sólo. Me impresionó Ryan Reynolds en Buried, desde luego, pero lo hemos visto otras veces. Algo muy similar pero con un personaje con muchos más matices es lo que afronta James Franco en 127 horas.

No lo hace mal este chaval, ha demostrado su calidad de sobra en telefilms y en películas donde ha sabido lucirse, sin embargo, pienso yo, hay que tener un par de narices para arriesgarse sin red en una película tan física, tan intensa y tan emocional como 127 horas. A mi desde luego me ha gustado.




Con una fotografía espectacular -y que junto con la actuación de James Franco sustenta todo el tinglado- 127 horas cuenta una historia real mucho más dura que la propia película. La tragedia de un experimentado escalador y senderista que por accidente queda atrapado y sólo en uno de esos abismales cañones del desierto de Utah. El título hace referencia al tiempo que el chaval tuvo que pasar sin apenas agua ni comida hasta conseguir liberarse, 127 horas que le servirán no sólo como experiencia vital sino como un cierto renacer.


Me deja dudas James Franco en 127 horas. Me deja dudas porque la película es de esas que te hace reflexionar sobre cómo afrontarías tú una situación parecida, y de verdad, por momentos la calma y el buen rollo del muchacho me parecen irreales. Sin embargo su evolución, su vuelta de tuerca desde ese payasete optimista del principio hasta... Es impresionante. Y conmueve.


Sin embargo en eso redunda el éxito de una peli a priori tan limitada argumentalmente como 127 horas. Danny Boyle nos presenta un peliculón que arranca de forma animosa, casi divertida, desenfadada, que de repente se raja en un punto de ruptura brutal, en un puñetazo cruel al estómago del expectador. Durante un rato parece no saber avanzar, o no tener con qué, pero después nos regala un desenlace, veinte minutos finales, tremendamente emocionantes.



Película de superación, típica tragedia del héroe en desgracia... sí. Pero hay que rodarla así y actuarla así. A mi me ha encantado y la terminé con el corazón en un puño.

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