lunes, 18 de julio de 2011

Críticas: Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, parte 2.


Por fin he descubierto la verdadera magia de Harry Potter y he tenido que esperar al capítulo final para averiguarlo: los verdaderos magos en esta saga son los guionistas, encargados de condensar en formato película una cantidad de información desbordante pero imprescindible para que puedan casar las piezas de esta macro-telenovela con más cabos sueltos que un velero destartalado.

Porque si de una cosa puede presumir Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, parte 2, es de acumular la mayor cantidad de casualidades, agujeros e incoherencias de toda la serie, y eso es mucho decir.

Y no me habléis de los libros que yo he ido a ver una película. Estoy bastante harto de que con cada adaptación mal hecha me digan que para entenderla bien debería leer la novela. No, he ido al cine. La información necesaria que me la dé la pantalla.

Por cierto, es muy probable que este análisis cabreado introduzca spoilers.




Para empezar, tras esa penosa pseudopelícula que fue la primera parte de ésta, pensé que si me había resultado tan estúpida tenía que ser porque todos esos cabos sueltos se pensaban cerrar en su continuación. Pero no, me equivocaba. La segunda parte es todavía peor y te deja con cara de asombro la mayor parte de su dilatado, ralentizado y previsible metraje.

Casualidades y explicaciones caídas del cielo, las tiene todas.

Como cuando a Harry, evidentemente por arte de magia, se le pone en el entrecejo que uno de los horrocruxes que buscan está en la cámara personal de Bellatrix Lestrange en el banco de los magos. Porque él lo vale. O como cuando, a pesar de que acaban colándose en otra cámara, no se sabe de quién, encuentran de todos modos el dichoso objeto encantado, en una patética escena a mitad de camino entre la cámara de desperdicios de Star Wars y la búsqueda del Santo Grial de Indiana Jones.

O aún peor, y ésta es sonrojante, cuando sin saber qué narices buscan a la colgada de Luna se le ocurre que el siguiente horrocrux se esconde en una diadema que nadie sabía que existía. Así, lo primero que se le ocurre y va y acierta. Menos mal que no pensó primero en un plato de lentejas, por decir algo, porque allí iban a ir todos de cabeza.


Pero eso no es todo, sobran ejemplos, como el subidón de testosterona de Ron y la intrascendencia de Herminone, en un giro incomprensible que sodomiza la coherencia de la saga. Es que además, para no faltar a la tónica inevitable de estas películas, siguen apareciendo personajes determinantes hasta de debajo de las piedras, pero aún es peor cuando se cargan a otros mucho más importantes sin pensárselo dos veces.

Toda la película languidece entre escenas trepidantes, las menos, otras donde la información es inabarcable, abusando del flashback como si no hubiera mañana, y entre larguísimos pasajes de supuesta profundidad emocional y reflexiva en los que no nos cuentan absolutamente nada. Y todo para decaer en un indecente clímax final, sosísimo cierre a una de las sagas más importantes del cine, rodado con menos pulso narrativo que el video casero de un funeral.


En definitiva, nada han aportado ninguna de las dos partes de este epílogo de Harry Potter al resto de la serie, pero esto en el caso de esta última película es sangrante, cuando ni siquiera las famosas reliquias del título tienen ningún sentido. Porque para nada sirven las puñeteras reliquias de la muerte -se supone que quien las posea se convertirá en el mago más poderoso y señor de la muerte, ahí es nada-, ni ninguno de ellos, héroe o villano, se preocupa por reunirlas ni utilizarlas para nada.

La espada tiene la misma función que un diente de basilisco, la capa lleva utilizándola desde ni se sabe cuándo, y lo de la piedra de resurrección es de vergüenza ajena. Ninguna de ellas tiene la más mínima repercusión en la trama.

De verdad, estoy seguro que Harry Potter merecía un final mejor trabajado y con menos lagunas argumentales. Como escritor he sentido vergüenza, y estoy aún más convencido de que el tiempo, una vez pase la fiebre inicial, pondrá este descalabro narrativo en su sitio.


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sábado, 28 de mayo de 2011

Críticas: RED


Hacía siglos que una película de acción divertida no me parecía de tan buena acción y tan divertida. El desparrame comiquero de Bruce Willis y compañía en RED realmente me ha sorprendido porque sin tener ni pajolera idea del cómic en que se basa me transportado durante un rato a esa pantomima de espías retirados, conspiraciones imposibles y acción milimetrada.

La primera palabra que viene a la mente al recordar RED es repartazo. Junto al gran Bruce se lo pasan bomba Mary-Louise Parker, Helen Mirren, Karl Urban o Morgan Freeman, pero sobretodo John Malkovich, en un papel descerebrado como pocos.

RED mola.




Frank Morris es un agente retirado, un espía implacable y un infalible aniquilador de objetivos que en un planteamieto muy similar al de Mentiras Arriesgadas intenta mantener una vida normal en un mundo al que no está acostumbrado. Sus relaciones sociales se limitan a contacto telefónico con su banco y todos sus esfuerzos se concentran en conservar su anonimato y esconder su verdadera identidad.

Pero claro, con eso no habría película, la gracia de RED empieza cuando la casa de Frank es atacada y debe comenzar una huída que primero le mantenga con vida y después le ayude a averiguar quién y por qué quiere darle el pasaporte.


Para ello se rodeará de antiguos compañeros, a cuál más pasado de todo, y con un despliegue surrealista de canas, arrugas y sobretodo facultades sobrehumanas para afinar el tiro y planear locuras, la pandilla de abueletes retirados -eso significa RED, algo así como el cajón de sastre de los espías jubilados- se abrirá paso entre la maraña de secretos confidenciales que pretende limpiar los restos de una operación militar pasada.




En conjunto RED es una gilipollez como un castillo, un cine palomitero y amable que apenas sirve para pasar el rato. Pero cuántas veces no nos quieren colar propuestas similares y nos aburren como cochinos. Pues lo dicho, con su simpleza y su buen rollo, RED mola.


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Críticas: El Rito.



No tengo muy buenas experiencias con el Anthony Hopkins post-El Silencio de los Corderos. A excepción de su exagerado Van Helsing en Drácula y poco más no termina de gustarme ni siquiera en sus otras apariciones como Hannibal Lecter. Por eso antes de ver El Rito sólo esperaba no volver a decepcionarme.

Esa era mi expectativa, que Anthony Hopkins me encajase, y bueno, la verdad es que dentro de una peli regulera nos este gran actor el que da la mala nota. La baja impresión viene a cuenta de un guión que flojea y de una puesta escena demasiado fría y convencional para lo que quiere contarnos.



Porque la premisa de El Rito no está nada mal, y presenta un comienzo interesante apoyado principalmente en el buen hacer del joven actor que interpreta al descreído y traumatizado sacerdote. Colin O'Donoghue interpreta a ese chaval impulsado al sacerdocio pero que para nada cree en él.


A este muchacho le encargan el paquete de estudiar para exorcista, ahí es nada, y en su año de Erasmus en Roma le toca conocer al Padre Lucas Trevant, Anthony Hopkins, que este sí que es un pro de lo de sacar espíritus de los cuerpos.


El Rito es una película correcta que cumple lo que se espera de ella, inquieta, absorve y asusta por momentos, sin embargo se recrea en un último tercio fantasioso y demasiado entregado al espectáculo en el que toda la medida y lograda sobriedad anterior -que era lo que le daba entidad y distinción hasta entonces, separando a El Rito de otros subproductos de exorcistas y posesiones-, se diluye hasta el ridículo y la parodia dejando al espectador fuera de una historia que se prometía buena y termina en una más.

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domingo, 17 de abril de 2011

Críticas: Martyrs (Mártires)


He terminado de ver Martyrs con una sensación horrible en el estómago. No sólo por las tremendas escenas que salpican -nunca mejor dicho- la última parte del film, no quiero que quede esa impresión al leer esta crítica, sino por la crudeza de una película muy bien elaborada para causar ese efecto.

Porque reducir Martyrs, su éxito, su talento, a la recreación de escenas violentas sería compararla con subproductos del peor gore explícito que ni siquiera le hacen sombra, ya que lo que nos presenta esta película es mucho más que un festival violento, es una historia tan dura como sólida y creíble, un trhiller de una tremenda complejidad que sabe utilizar todos sus recursos para llevarnos de la mano a lo largo de este camino infernal.




Martyrs son al menos dos películas en una, dos tramas entrelazadas que casi se superponen de manera que no se note su mezcla de géneros, de tono y de enfoque. Lo podemos resumir en la historia principal de una muchacha que huye de un tormentoso cautiverio y es recogida en un hospital psiquiátrico y que años después encontrará la manera de vengarse de sus captores.


De esta manera se plantean en los primeros veinte minutos las dos películas, las dos tramas. Una: ojo, alguien está secuestrando mujeres para hacer cosas horribles con ellas. Dos: una de las supervivientes se va a vengar con muy mala leche.


El primer tercio de Martyrs es un crudísimo retrato psicológico de una niña torturada, el segundo es un delirio de violencia y tensión y para rematarlo ambas tramas confluyen en un tercer acto aterrador, insoportable, ilógico.

Cuentan que la gente salía del cine a vomitar y que las ambulancias hacían cola donde se proyectaban. Yo no me lo creo, porque ni de lejos es lo más fuerte que se puede ver en una pantalla. El éxito de esta película no está en un puñado de fotogramas impresionantes sino en la manera de contarlo, de actuarlo, de ponerle música y ritmo, eso es lo que nos revuelve las tripas.


Desde luego cuando anoche la terminé creí que me daba algo. No por lo que había visto, sino por lo que me habían hecho pensar. Y aunque muchos os acordaréis de mí cuando un nudo de horror y repulsa os ahogue, yo recomiendo ver Martyrs.

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martes, 5 de abril de 2011

127 horas. Gracias James Franco.


Siempre admiro, por mala o regular que sea la película, cuando un actor o actriz comete una locura y se atreve a sostenerla por sí sólo. Me impresionó Ryan Reynolds en Buried, desde luego, pero lo hemos visto otras veces. Algo muy similar pero con un personaje con muchos más matices es lo que afronta James Franco en 127 horas.

No lo hace mal este chaval, ha demostrado su calidad de sobra en telefilms y en películas donde ha sabido lucirse, sin embargo, pienso yo, hay que tener un par de narices para arriesgarse sin red en una película tan física, tan intensa y tan emocional como 127 horas. A mi desde luego me ha gustado.




Con una fotografía espectacular -y que junto con la actuación de James Franco sustenta todo el tinglado- 127 horas cuenta una historia real mucho más dura que la propia película. La tragedia de un experimentado escalador y senderista que por accidente queda atrapado y sólo en uno de esos abismales cañones del desierto de Utah. El título hace referencia al tiempo que el chaval tuvo que pasar sin apenas agua ni comida hasta conseguir liberarse, 127 horas que le servirán no sólo como experiencia vital sino como un cierto renacer.


Me deja dudas James Franco en 127 horas. Me deja dudas porque la película es de esas que te hace reflexionar sobre cómo afrontarías tú una situación parecida, y de verdad, por momentos la calma y el buen rollo del muchacho me parecen irreales. Sin embargo su evolución, su vuelta de tuerca desde ese payasete optimista del principio hasta... Es impresionante. Y conmueve.


Sin embargo en eso redunda el éxito de una peli a priori tan limitada argumentalmente como 127 horas. Danny Boyle nos presenta un peliculón que arranca de forma animosa, casi divertida, desenfadada, que de repente se raja en un punto de ruptura brutal, en un puñetazo cruel al estómago del expectador. Durante un rato parece no saber avanzar, o no tener con qué, pero después nos regala un desenlace, veinte minutos finales, tremendamente emocionantes.



Película de superación, típica tragedia del héroe en desgracia... sí. Pero hay que rodarla así y actuarla así. A mi me ha encantado y la terminé con el corazón en un puño.

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lunes, 21 de marzo de 2011

Críticas: The Town, ciudad de ladrones.


Me gusta cómo dirige Ben Affleck. Me gusta que siendo un tío famoso, que podría vivir de su físico, de su aspecto, y convertirse en un héroe de acción, en un cruel ejecutivo o en un romanticón conquistador -no pongo nombres a cada uno de sus colegas de generación-, este pavo se arriesga a ponerse tras la cámara y, por ejemplo, regalarle a su hermano Adiós, pequeña, adiós, o como en este caso atreverse a defender delante de ella también un thriller policiaco como The Town.

Pues me parece que llevando los mandos Ben Affleck es un cacho más hábil y solvente que cuando actúa. Ben sabe dirigir y eso se nota en The Town. Buena elección.




Según nos cuenta el inicio de The Town existe un barrio en la ciudad de Boston, Charlestown, con el dudoso honor de ser el criadero más productivo de asaltantes, cuatreros y ladrones de bancos. Uno de ellos, Doug, está más harto que el resto de esa vida y empieza a plantearse abandonarlo cuando se enamora de la directora de sucursal que acaba de secuestrar. Cosas del amor.


Ben Affleck no es Michael Mann, ni Martin Scorsese ni tampoco Clint Eastwood, pero le echa valor y oficio. Se propone ralizar un producto sólido, sin artificios, sin trucos espectaculares de nueva estrella ni con ademanes divos de flipado de la tecnología. Su opera prima lo era y The Town lo es, un ejercicio sobrio de cine negro, de drama a pie de calle con buenos personajes, buenas línes y una cámara firme.

Le queda mucho que aprender, por supuesto, pero precisamente destaca que se nota cómo lo asume, lo acepta, y sirve con humildad el mejor Heat o Uno de los nuestros que es capaz de hacer ahora mismo, con sus fallos y virtudes, con lo que sabe.


The Town, inevitablemente, descansa en su director y actor principal, y de he de decir que en las dos facetas el chico cumple. Sólo espero y deseo que mantenga esa progresión y dé la razón a los que confiamos en él en ambos casos.

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miércoles, 16 de marzo de 2011

Resident Evil: Ultratumba.


Pocos jugones de mi generación, más puretilla de lo que parecemos, habremos olvidado la revolución que supuso para el videojuego la irrupción de Resident Evil. Un paso más para Alone in the Dark, mejores historias y ambientación que en los típicos mata-mata de mitad de los noventa. Resident Evil venía a inaugurar un género, el del Survival Horror, que hoy en día es algo así como fundamental para sostener la industria consolera.

Bien, por calidad y repercusión, entonces, Resident Evil pedía a gritos una película. Pedía su salto al cine pero me temo que en ningún momento precisaba la creación de una saga, de una cadena de despropósitos cinematográficos que culmina con esta imposible Resident Evil: Ultratumba.




Cuando el octavo día Dios inventó el 3D, no debió imaginar que aupándose a la moda ibamos a tener que sufrir el resurgir de sagas más que acabadas. ¿Qué número de Resident Evil hace el Ultratumba? ¿Puede ser el cuarto? Me da pereza buscarlo.


En cada uno de los episodios los responsables de trasladar el videojuego a la pantalla han buscado con mayor o menor ahínco las referencias a su mítico título, siendo la primera la que, mal que bien, menos se cagaba en su santo padre. La segunda siguió la estela con la introducción de algunos personajes reconocibles mientras que la tercera se lo pasó todo por el forro a la vez que desquiciaba el personaje principal de Alice (Milla Jovovich).


En esta cuarta nos dejan intuir más o menos el poder del famoso virus para que nos creamos la aparición de monstruos directísimamente sacados de la consola y nos permiten disfrutar dos guiños nostálgicos a la saga: el reencuentro de Cris y Claire Redfield (Ali Larter, por favor, cásate conmigo) y el pétreo y fuera de contexto Wesker, ya era hora, jeje.

Por lo demás Resident Evil: Ultratumba sólo busca mostrar nuevas piruetas, fliparlo con el 3D y dar un paso más hacia la esencia del videojuego. El resto es un guión inverosímil y una desperciada calidad de su reparto en aras del espectáculo gore de andar por casa.

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sábado, 12 de marzo de 2011

Críticas: TRON: Legacy.


Bueno, cuando una película se hace tanto de rogar, cuando es tan esperada y cuando casi se convierte en leyenda urbana, puede pasar que una vez se estrena no cumpla las espectativas (¿verdad, George Lucas?).

Tron (1982) se ha ido con los años posicionando como clásico de la ciencia ficción y la fantasía, de manera que la noticia de una posible secuela levantó durante casi dos décadas toda clase de rumores, noticias e ilusiones. Bien, TRON: Legacy es la respuesta de la Disney a tanta espera pero desde luego no cumple con la única misión que tenía encomendada: dejar buen sabor de boca a los fans de su predecesora.




TRON: Legacy lo tenía complicado, es cierto. Pero también partía con la ventaja de tener el éxito en taquilla medianamente asegurado por lo que sólo se tenían que preocupar de idear una buena trama, explicar el por qué del retorno a ese universo y sus míticos personajes y aprovechar al máximo los nuevos efectos digitales que en el año en que produjeron Tron no podía ni imaginar.


En mi opinión raya el suficiente en cada una de esas facetas pero en ninguna llega al notable raspado.

Es una película entrenida, TRON: Legacy, especialmente en un arranque dinámico -después de la escena inicial con el retorno digital y nostálgico de un joven Flynn- y espectacular, pero después decae justo cuando más emocionante debería resultarnos, que es una vez regresamos al mundo cibernético. Cuando el milagro de rejuvenecer a Jeff Bridges deja de impresionar y nos explican una rocambolesca historia informático-metafísica y un argumento que roza lo ridículo.


Parece que la necesidad de retomar Tron era inexcusable pero no da la impresión de que supieran exactamente cómo hacerlo. Aquellos que busquen en TRON: Legacy una continuación lógica a la altura de la primera probablemente se lleven un chasco, y aquellos que sólo quieran pasar un rato entretenido se quedarán a medias.

Lo mejor, claro, sale Jeff Bridges. Lo peor, claro, no sabe uno para qué.

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viernes, 11 de marzo de 2011

Críticas: Los Mercenarios.

Sin terminar de quitarme la sonrisa boba, sin atreverme a analizar en serio lo que acaba de pasarme, tengo que confesar que he disfrutado de lo lindo con esta estupidez de Los Mercenarios. Es que si lo pienso y admito que no he parado de reír y asentir durante toda esta sarta de gilipolleces, todo este desfile de adrenalina, pólvora y chulería, podría darme algo a mis años, jeje. ¡Pero como molan The Expendables!

Cuando yo era un crío no había en casa películas de miedo, por Dios, a mi madre podría darle algo y mi padre no fan para nada del Terror, pero lo que sí había, y a espuertas, era cine de acción. Los que crecimos viendo a Schwarzenegger derrotando él sólo a un capullo dictador, los que vimos a Bruce Willis dinamitar rascacielos, aeropuertos o lo que haga falta, los que vimos a Stallone repartir galletas con gafas de sol y pitillo entre los labios, teníamos que disfrutar con Los Mercenarios.



Porque ya no hay cine así, claro que no, lo hay mucho mejor. Porque la somanta hostias está pasada de moda. Porque no tiene argumento, ni pies, ni cabeza, ni un mínimo de sentido artístico. Por todo eso y más, Los Mercenarios es el peliculón de la generación ochentera.


Sylvester Stallone, con una sensibilidad como escritor que ha demostrado no pocas veces, y sabiendo asesorarse por los especialistas indicados para cada ocasión, con un toque de humildad tras la cámara que compensa con un protagonismo estelar entre tanto cazurro hipermusculado delante de ella, ha sabido de nuevo recordar aquellos años esplendorosos del cine de guantazos y explosiones con un producto actual, fresco y desenfadado, que aprovecha los recursos digitales para incrementar esa sensación, esa espectacularidad infantil y malsana, pero no para rodar una película diferente a la que hubiera rodado hace veinte años.


Se erige en padre, casi mentor, de una generación de héroes de acción que le deben mucho más que su sueldo y sus grandes mansiones, a él y a los otros dos mitos de uno contra todos, Willis y Arnie, uno en su cameo desacreditado de costumbre y el gobernador en un guiño amable y desahogado que sólo puede hacer sonreir.


Los Mercenarios no es una buena película, como tampoco lo es su mensaje, ni mucho menos su argumento, ni su narración, ni busquemos actuaciones recordables, a pesar de que Sly le cede al oscarizado Rourke un momento especial sólo para él. No, Los Mercenarios consiste simplemente en apagar la función cerebral de valorar lo que estás vieno, coger un puñado de palomitas tras otro y gritar con las explosiones.

¡Como con ocho años otra vez!

Eso sí, una vez termina niega todo lo anterior. ;)

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jueves, 10 de marzo de 2011

Críticas: Tron (1982)

En el momento de su estreno, 1982, Tron no fue bien acogida. Críptica y confusa incluso hoy para muchos, su temática tecnológica, su lenguaje informático, alejan a una gran parte de espectadores que no terminan de encajar cada término en su lugar. No negaré un curso acelerado de léxico técnico cada vez que la veo, pero no puedo más que reconocer que una vez colocada cada pieza en su sitio Tron no sólo se comprende sino que además se disfruta.

Para mí es mucho más sencillo verla ahora que hace unos años, cuando "palabros" como control central, programa o torre input/output era meros jeroglíficos, y he que decir que cuanto más la veo mejor me lo paso con ella.



Jeff Bridges es el programador Flynn, uno de sus papeles más recordados y que apuesto no entendió en absoluto. En su empeño por demostrar su autoría en uns famosos videojuegos intenta sin éxito infiltrarse en el ordenador central de la empresa en la que trabajaba pero éste no está dispuesto a permitírselo y con un rayo digitalizador tirando a fantástico lo mete dentro de la computadora.


Con esta premisa Tron nos sumerge en un humanizado mundo informático en el que los programas, virus y antivirus están representados por hombres y mujeres y donde la desaparición o no de un programa, la papelera de reciclaje, vamos, es la mítica rejilla de juegos.

¿Quién no ha visto o jugado alguna vez con esas motos y su estela de colores? ¿Quién no ha levantado sobre su cabeza un disco volador? Con el paso de los años Tron ha conseguido un reconocimiento y una reputación que la alzan al rango de clásico de la ciencia ficción hasta el punto de dar lugar a una secuela, rumoreada durante años, que se acaba de estrenar.


Tron es más que una cinta de aventuras, encierra una reflexión filosófica, metafísica, sobre el destino, la tiranía, la existencia de un ser superio y la lucha por la libertad. Visualmente revolucionaria, innovadora y fuera de todo lo conocido entonces, en su marginación y relativo fracaso encontramos hoy su singularidad.


Tron es, de puro derecho, una película de culto, más allá de recaudaciones o secuelas. Un título imprescindible en el que descubrir mucho más que una frikada de bits y circuitos.

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miércoles, 9 de marzo de 2011

Especial SAW: Saw VII, Saw 3D, me da lo mismo.


Hace unos meses cometí una de las locuras más divertidas, inútiles y estupidas de las que puedo alardear en mi vida, y fue ventilarme de un tirón las seis entregas de la saga SAW estrenadas hasta entonces. He de reconocer que mi estómago ahora es un poco más duro y que las pesadillas a la hora de dormir me dan risa. Es más, el otro día fui a la carnicería y el pedazo de hígado expuesto no me dio asco ni nada. Principiante, pensé, mirando de reojo al ensangrentado carnicero.

Ayer pude ver la última película de la familia, Saw VII o Saw 3D, ya lo no sé cómo llamarla, la que parece que cierra la saga, si bien en ocasiones anteriores todo parecía tanbién cerrado y hemos seguido hasta hoy disfrutando sus delicias.

Esta última Saw es un petardo.



Pocas veces una película carece tanto de argumento, hilo narrativo o interés cómo esta Saw 3D. Es decir, argumento tiene, con algo hay que rellenar los apenas 80 minutos que dura, pero es una trama prácticamente ajena a todo lo anterior, un anexo sacado de la manga al resto de la saga para poder terminar de desvelar caretas, sorpresas y giros de guión.

Esta última Saw intenta atar todos los cabos posibles, aunque para eso deba introducir nuevos maniquíes que presentar, desarrollar y trocear en la misma película. Intenta dar explicación a las dudas que pudieran quedar respecto a ese asesino que no mata, que encuentra motivos para obligar a los demás a torturarse y que de vez en cuando la cada. Un asesino, Puzle, al que ya no se le podía sacar más punta, toda vez que lleva muerto no sé ni cuántas películas.

Saw VII es la más burra de todas las que recuerde, al menos la más gratuitamente explícita, sin duda para aprovechar el 3D, pero desde luego también es la más vacía, simple y falsa de todas.


Con la fórmula más que agotada, sabiendo que cuanto más enrevesada sea la trampa más seguro es que nos van a mostrar su efecto, Saw 3D limita la sorpresa a los giros radicales de guión, marca de la casa, y a un montaje trepidante y confuso que le quita todo el posible suspense que tenían las primeras entregas.


Con todo, no aburre, imposible con semejante carrusel de atrocidades, pero no merece el dinero que vale la entrada. Vedla en casa antes de que os obliguen a pagar por ver mierdas como ésta.

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martes, 8 de marzo de 2011

Críticas: Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte (Parte 1).


Bien, tenemos a Harry Potter fuera de Howgarts por primera vez, al menos una novedad, aunque eso no quiere decir que sea mejor película que las anteriores. Más bien al contrario, igual que otras veces, si a estas películas del niño mago le quitásemos gran parte del metraje ajeno a la trama Voldemort sería muchísimo más entretenida.

Desde mi punto de vista toda la saga adolece de eso: nos lo pasamos pipa con las aventuras de los magos y su lucha contra las fuerzas oscuras pero nos aburrimos a muerte cuando nos cuentan, durante largas e insípidas escenas de transición, ese plano y trivial discurrir de sus relaciones personales.

Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte sigue la tendencia de las últimas tres películas, una interesantísima trama de suspense, de conspiraciones y misterio, tropezada cada vez más por esos ramalazos "Al salir de clase" que ralentizan el ritmo, distraen la atención y confunden personajes.


Entiendo que hay que contar eso también, desde luego forma parte de la saga, es condimento también del Harry Potter literario y que tanto cine como novela van enfocados a un público que busca eso también, pero opino igualmente que en el cine es más fácil dormirse si nos aburren con chorradas. El libro lo aparco y sigo mañana, la peli puede convertirse en insufrible.

Pero hablando de Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte como película, encontramos un guión irregular, una trama dilatada al máximo y una encadenación de estupideces como no recordaba en ninguna otra película de la saga: casualidades a mansalva, patochadas sacadas de la manga, nunca mejor dicho, personajes que entran y salen, por importantes que parezcan -"no, es que el jefazo ese de los magos que acaba de salir, te ha echado una bronca solemne y lo interpreta un actorazo, acaba de morirse, fíjate"-, despachados en un plis plas con dos líneas de diálogo, una cantidad vergonzosa de incoherencias aderezadas con una salsa de celos y acné que no viene a cuento.


Tenemos a Harry Potter la mayor parte del tiempo fuera de la escuela, conociendo mundo, vamos. Y eso de entrada un trillón de preguntas, al menos a mi cabecita obsesionada por no dejar cabos sueltos y fingir que todo es creíble: ¿en qué época vive esa gente? ¿Hay coches modernos en Londres, hay super noria pero no hay televisiones, Internet, móviles? ¿Por qué Harry y sus amigos se pierden una y otra vez? ¿Por qué no sacan el iphone y se llaman? ¡No están en la escuela, pueden ser gente normal! De todos modos los guionistas, directores, la escritora o la divina providencia resuelven estas dudas por mí: se encuentran y llegan a sus destinos por sus santos cojones.


Se me había olvidado que como es para niños se les puede considerar tontos.

En fin, que sólo queda un capítulo para que termine esto y han esperado a la séptima película para abrir una nueva línea argumental, encima, fundamental, la de que todo el caldo tenía que ver con encontrar unas reliquias. Siete películas para esto. Bueno, que ya queda menos.

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sábado, 5 de marzo de 2011

Críticas: El Último Escalón. Magistral.

Ahora quiero que imagines que estás en una enorme sala de cine.

Hace ya una década, que se dice pronto, cuando fui al cine a ver El Último Escalón no tenía ni idea de que la dirigía David Koepp, guionista de renombre entonces, ni que se basaba en una novela de Richard Matheson, autor de culto en el género de Terror. Sólo iba a ver a Kevin Bacon en una de miedo y eso ya era suficiente para entrar en la sala con una sonrisa.

Cuando salí del cine estaba alucinando, El Último Escalón me había encantado.

No tardé en buscar en la librería la novela original de Matheson, quería saber más, y me llevaría cierta decepción al comprobar que se parecía a la peli de Koepp lo que un higo a una castaña. Una sensación agridulce porque aunque la novela, de uno de mis autores favoritos, me pareció un paquete, siempre me quedaría la película, que para mí rayaba la perfección.



Desde entonces la he visto muchas veces, una de mis pelis de Terror de cabecera. Y he de decir que El Último Escalón resiste el paso del tiempo mucho mejor que muchas de las cintas de miedo más actuales. Esta es mi opinión, pero afirmo que la adaptación de Koepp de una novela tirando a floja da como resultado un thriller espectacular.


Para empezar, el tuneo de la trama me parece sublime. El Último Escalón, a pesar de un aspeco visual que muchos hoy considerarían pasadísimo de moda -tal vez en él resida gran parte de su realismo y cercanía-, enlaza un argumento mucho más actual que el de la novela, sabe acercarse al mundo "real" especialmente a través de unos personajes tan normales y cotidianos como cualquiera de nosotros.

Las actuaciones me parecen, en general, más que aceptables, reforzando ese cuidado realismo del que depende toda la película. Kevin Bacon está perfecto y Kathryn Herbe tal vez mucho más próxima y empatizante que de haber utilizado a una actriz más conocida. Los secundarios, en especial Dunn y Douglas, no desentonan.


Y el Terror. El Último Escalón me parece una de las películas más terroríficas que haya visto. Con momentos antológicos y secuencias grabadas ya en los anales del cine de este género, tan sorprendentes y logradas que consiguen el sobresalto siempre, cuando no incomodan, inquietan, te hacen revolverte y afirmar que jamás dejarás que un aficionado te hipnotice.
Y esa canción... Mi novela Noctámbulo le debe algo a El Último Escalón.


Han pasado diez años, pero si pienso en poner una película para asustar a alguien pienso en El Último Escalón.

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lunes, 24 de enero de 2011

Críticas: El Escritor (The Ghost Writer)


Mucho había oído hablar de esta película, muchos elogios y premios para Roman Polanski y El Escritor, lo que me había cargado de ganas de verla. Anunciada como thriller de suspense, cinta de misterio, me la imaginaba al estilo, ya en desuso lamentablemente, de un Frenético, El Premio... del mejor Hitchcock, tal vez.

Bien, El Escritor no está nada mal pero verdaderamente no es eso.




¿Qué falla, pues? Pues lo que falla, en mi opinión, es que aún siendo una película magistralmente hilvanada, rodada e interpretada, la trama, la historia que cuenta, es una chorrada que no me importa.
Quiero decir, que a mí, a nosotros, nos interesa lo justito si tal o cual político trabaja en secreto para tal o cual agencia de inteligencia, vale, no es que nos dé igual, pero no hasta el punto de fliparlo con una película.

Un asesinato, algún crimen, conspiraciones... Eso nos engancha al misterio en cuestión. Política y CIA... Bueno, está bien.


Encuentro entonces El Escritor como una película de suspense muy bien hecha, con un arranque argumentalmente perfecto, con una presentación de personajes y creación del aura de misterio sencillamente espectacular, pero como después la incógnita, la hipótesis, es tan irrelevante, tan poca cosa, no termina de atraparme.

Cuenta la historia de un escritor por encargo, lo que aquí llamamos un "negro" y los anglo parlantes, más finos sin duda, un "ghost writer" o escritor fantasma, que es el oríginal título de la cinta. Este escritor, Ewan McGregor, recibe el encargo muy bien remunerado de supervisar las memorias de el ex Primer Ministro inglés interpretado por Pierce Brosnan. Los dos actores, junto a las dos actrices secundarias, están sencillamente perfectos.



El Escritor empieza como el mejor cine negro, continúa con un brillante thriller y se desinfla en un desenlace que ni fu ni fa. Termina y te quedas con un regusto amargo de lo que esperabas y no fue. Una pena.

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sábado, 22 de enero de 2011

Críticas: Jonah Hex


He de empezar diciendo que no soy fan del cómic, ni siquiera lo conocía antes de que empezara a sonar el proyecto y casi que la primera imagen que ví del personaje fue con el careto de Josh Brolin. Por eso me voy a centrar en comentar la película, que aquellos que puedan comparar se rasguen las vestiduras si lo consideran oportuno.

A mi me parece que Jonah Hex, película, apesta.





No sólo por aburrida e insulsa, sino por conseguir que actores más o menos solventes como Josh Brolin o John Malkovich den pena. Me parece lamentable la falta de carisma y la dejadez que demuestran esos personajes. Por no hablar de Megan Fox, bajando un peldaño más en su descenso al infierno. Su estancamiento en el rol de zorra florero es directamente patético.

Pensé que Jonah Hex me resultaría por lo menos entretenida pero es que ni siquiera eso, ya desde el principio se ve que todo su esfuerzo se ha centrado en ambientar, envolver y maquillar una historia típica y simple que no da de sí en todo el metraje.


Para empezar, no sé si por la forma en que la película lo narra, la premisa de Jonah Hex me ha parecido absurda. O sea, a ver si me aclaro, resulta que como el tipo estuvo muerto durante un rato pero los indios le resucitaron, tiene el poder de hablar con los fiambres durante un ratito sólo con tocarles.

Esto le sirve en la película para tres chorradas, pero encima lo muestran en modo parodia que dan ganas de echarse a llorar con ello.


Bien, pues eso, esa premisa, es el elemento molón de la peli, así que imaginad el resto... Un guión previsible y soso, una película sin ritmo, sin interés, sin emoción y encima plagada de escenas chorras y actuaciones de feria, Jonah Hex no está a la altura. Con razón a pesar de un reparto estelar ha ido directa al DVD.

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