lunes, 3 de mayo de 2010

Especial Elm St: Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy.


Un año después del éxito inesperado de Pesadilla en Elm Street los estudios no dudaron en aprovechar el tirón del gran personaje creado por Wes Craven y, aunque cambiando al director por Jack Sholder, estrenaron la secuela cosechando, sorprendentemente, un éxito más bien tibio y moderado.

Lo cierto es que Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy es un descalabro de tomo y lomo. Concebida desde un punto de vista más sobrio, más "tenso" que la primera y despreciando por completo las posibilidades cómicas de Freddy Krueger, esta continuación supone, además, una ruptura argumental muy curiosa. Y es que pocas veces una secuela había tenido tantos puntos discordantes con su predecesora.




Para empezar, en Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy el protagonista es un chico -primera y única vez en toda la saga-, Jesse, un joven silencioso y solitario que se acaba de mudar a la misma casa de la calle Elm en la que vivía una tal Nancy Thompson ¿os suena?

El tremendo giro argumental al que me refería es que en esta ocasión Freddy no atacará a Jesse en sus sueños para divertirse o vengarse, sino para poseer su cuerpo y poder continuar sus asesinatos. Vamos, que de una película a la otra pasamos de un ser fantástico que habita en las pesadillas a una historia de espíritus y posesiones malignas más cercana a El Exorcista que a la primera Pesadilla.


Este nuevo rumbo, que de entrada parece más coherente que la idea original, ya que "habitando" un cuerpo real podemos explicar las atroces actividades de Freddy en el reino de los vivos, se desmorona más rápido todavía que cualquier otra teoría desde el momento en que queremos darle realidad al mito, le damos un cuerpo humano, pero sigue siendo capaz de tener poderes sobrenaturales. Con lo cual, el cuerpo "real" de Jesse aparece y desaparece, se prende en llamas y no le pasa nada, le brota un Freddy desde el estómago y no muere... Ya no hace falta estar dormido para que Freddy te busque, más de una vez queda a la vista de todos, no sé, es otra cosa muy diferente, mucho menos especial.


En fin, Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy resulta al final más caótica en su búsqueda de la racionalidad de lo que era la primera como mera tontería fantástica. Para colmo, mientras Jesse se decide si dejar o no entrar en su cuerpo a Freddy, mientras éste se mete o no se mete en el cuerpo del chaval, se nos escapan minutos irrelevantes de película de manera que resulta ser la entrega de la saga con menos muertes, con menos risas, con menos sustos.

Las escenas de Terror no están mal rodadas, de hecho, casi producen más miedo que la mayoría de las de la primera, sin embargo lo que prima en Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy es un espíritu teen mucho más acusado, una peligrosa inclinación hacia las comedias gamberras adolescentes tan ochenteras en las que no puede faltar la fiesta nocturna de bikinis y hormonas encendidas.


No da para mucho más. Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy no es de las peores pero porque las hay malas con avaricia entre las continuaciones posteriores, pero desde luego es una secuela que muy pocos, incluso aficionados, recuerdan. Por algo será.

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