lunes, 20 de septiembre de 2010

Críticas: Splice. Experimento Mortal.


Aburrimiento mortal, más bien, sensación extraña y gesto torcido es lo que he conseguido tras ver Splice, de la que esperaba mucho más y que me había creado otras expectativas. Esta película logra que un argumento que da pie a un enorme abanico de posibilidades se quede en un telefilme sencillo, básico, simple, reducido a la mínima expresión en cuanto a profundidad, intensidad y emoción.

Splice: Experimento Mortal, sólo consigue indiferencia.




Vincenzo Natali me deslumbró con Cube (1997) y tampoco me defraudo con Cypher (2002), después le perdí la pista y al conocer su regreso al cine de género con Splice no pude evitar llenarme de ciertas ilusiones. Sin embargo toda la expectación desaparece a la media hora de película, cuando todo el (poco) pescado está vendido y sólo queda contar los minutos hasta un desenlace cantado y previsiblemente aburrido.

Splice: Experimento Mortal navega entre un genético Frankenstein y un Alien descafeinado, sin embargo no termina por profundizar en ninguna de las dos, con lo que pasa de puntillas por ambos subgéneros, el del científico loco y el de la criatura desatada, ni da miedo ni se atreve a indagar en la malentendida ambición del ser humano.


Pudiendo haberse disfrazado de un moderno HG Wells (El Hombre Invisible) o RL Stevenson (El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde), Natali limita la trama científica a un mero caso de inseminación artificial, porque una vez los investigadores (unos perdidos y extrañamente atolondrados Brody y Polley) cruzan esa línea de la ética científica todo queda en un ridículo capítulo de Supernani pasado de rosca.


DREN, la criatura creada de puro churro y de la que desde el principio queda claro que no se va a sacar nada bueno, al final resulta ser uno de los bichos más sosos y aburridos de la ciencia ficción actual, sus únicos momentos de protagonismo son al poco de su nacimiento, justo lo que tarda Splice en demostrar que no va a ser una película de Terror científico sino una más, y bastante simplona, de descafeinado Terror con niña.


Niña, por supuesto, hormonada y tonta, que asume uno por uno todos los clichés más típicos, repitiendo el esquema mil veces visto de "primero apego a la madre, después complejo de Edipo -comienzan los problemas- para terminar con el despertar sexual y el rechazo" con el que llega al desenlace.


Natali acierta al irrumpir desde el principio en la acción, sumergiéndonos en la ambición, en la tensión de la creación de una especie nueva a través de la combinación de ADN, una primera parte de Splice que resulta lenta pero al menos interesante, sin embargo, como digo, una vez la trama presentada... Splice se diluye como un azucarillo en el Terror facilón y previsible, tremendamente sencillo, insustancial y, tal vez por una elección argumental que reduce la acción a dos localizaciones y tres personajes, muy limitada.

Total, nada nuevo ni sorprendente, en ninguno de sus aspectos, algo que tratándose de Splice sorprende viniendo de un equipo artístico, directivo y productivo como del que viene.

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