Críticas: Noche y Día.
El arte de caer simpático, de hacer gracia mientras se reparten galletas y tollinas está tan devaluado en el cine de hoy día que encontrarlo de repente me hace considerar Noche y Día mejor película de lo que sin duda es.
El cóctel habitual en los ochenta, algo menos en los noventa, de combinar la risa con las explosiones y las balas se perdió en algún momento de la última década en favor de un cine más estremista. Así, recibimos en las carteleras películas de acción o comedias disparatadas, cine de Terror o melodramas más o menos graciosillos, pero rara vez una conjunción de risa y emoción con la que algunos crecimos.
Noche y Día trae, ligeramente, algo de eso, y mola.
Recuerden Tras el Corazón Verde, es el tipo de película que me viene a la cabeza tras disfrutar Noche y Día. Conflicto de parejas, confrontación de géneros... Algunas escenas de Indiana Jones y el Templo Maldito, tal vez algo de Mentiras Arriesgadas... Es cierto que podemos nombrar pinceladas en alguna u otra película reciente pero Noche y Día, no le queda otro remedio, decide jugar esa rivalidad hombre-mujer como su única baza. Y casi siempre acierta.
Si las carreras de Tom Cruise y Cameron Diaz andaran por momentos más álgidos probablemente Noche y Día no se hubiera realizado. No hoy, al menos, porque es cine de otra época. Noche y Día es el último retazo de un cine de acción divertida, de una comedia adrenalítica, que hoy no se practica.
Así, esta película ochentera a más no poder existe hoy en día para lucimiento y renacer de sus dos estrellas principales, una vuelta de ambos al cine ligero en el que nacieron, un trabajo en el que deben habérselo pasado tan bien que ni siquiera les ha importado la cantidad de gilipolleces que suceden en Noche y Día, película honesta y sin pretensiones que por momentos resulta muy, muy divertida.
Pero de eso va la película, ¿no? de reírse un rato. Porque la parte de cine de acción, obviando los correctos efectos especiales y las escenas más o menos originales, Noche y Día tiene gracia única y sólamente por el cachondeo que se traen Cruise y Cameron en pantalla, tanto es así que cuando pretende convertirse en cine de suspense, en un thrillera lo Mission Impossible no es que fracase, es que directamente se hunde.
Con retazos, como digo, de un cine ya en extinción, el espía imposible que es Cruise seduce y manipula a la inconcebible mecánica que es Cameron Díaz, más tonta y simple que un lapicero, en un ejercicio que para mí pudiera rayar en un rancio machismo.
Sin embargo, fuera de un guión absurdo -¿cuántas veces habré escrito esta frase en este blog?-, Noche y Día intenta acercarse a un entretenimiento ligero y consumible. Y como Tom Cruise como pícaro graciosete y guapetón resulta ser bastante graciosete y guapetón, y como Cameron Díaz hace muy bien de tonta pero adorable niña mona, Noche y Día te hace pasar un rato divertido añorando aquel cine ochentero de Douglas y Turner en el que te reías tanto como te estremecían los sobresaltos.
Por cierto, he visto una entrevista en la que Cruise quita hierro al asunto de que hayan puesto los San Fermines en Sevilla, alegando que lo importante era que la película refleja sin duda la belleza de nuestro país. Como escritor no creo que fuese tan difícil que Noche y Día tuviera su ansiada persecución torera sin que la acción sucediese en Sevilla o sin que fueran los San Fermines. Como español empieza a preocuparme el respeto que Cruise muestra hacia nuestro país cada vez que se le pone en los cojones rodar en España. Y más me rayan los que se lo permiten.
Por cierto, he visto una entrevista en la que Cruise quita hierro al asunto de que hayan puesto los San Fermines en Sevilla, alegando que lo importante era que la película refleja sin duda la belleza de nuestro país. Como escritor no creo que fuese tan difícil que Noche y Día tuviera su ansiada persecución torera sin que la acción sucediese en Sevilla o sin que fueran los San Fermines. Como español empieza a preocuparme el respeto que Cruise muestra hacia nuestro país cada vez que se le pone en los cojones rodar en España. Y más me rayan los que se lo permiten.
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