REC 2: A poner las cosas en su sitio.

¿Alguien no ha visto REC? ¿Queda alguien que no haya visto REC? Pues que lo haga. Porque una de las mejores cintas de Terror del cine reciente no puede ser pasada por alto. La prueba es que incluso el ego yankee ha tenido que claudicar y asumir que su bodrio remake, Quarantine, no le llega a la suela del zapato.

Por fortuna ahora llega REC 2, con sus primeros materiales promocionales bien fresquitos y dejando claro que el Terror made in Spain tiene mucho que decir. Sobre todo si se hace así de bien.

El argumento de esta segunda parte se guarda en el mayor de los secretismos, sólo se sabe que continuará exactamente dos horas después de donde lo dejaron en la primera. Eso sí, a partir de la segunda mitad de 2009.

Están confirmados Paco Plaza y Jaume Balagueró tras la cámara, por supuesto, y delante de ella Leticia Dolera, Manu Díez y Manuela Velasco, que no sé yo qué tipo de intervención tendrá si como superviviente, como zombie o como holograma tipo Obi Wan Kenobi. Si viste la primera entenderás a que me refiero.

Lo cierto es que REC se convirtió en una película de culto casi desde antes de su estreno. ¿Exagerado? Más de 30 millones de dólares recaudados avalan esa opinión. A mí desde luego me pareció impactante, potente y espectacular. Vale, muchos gritos y movimientos de cámara frenéticos de principio a fin, pero REC es algo diferente a lo visto en cine de Terror antes, una premisa sencilla y un resultado brutal, una resolución acertada y unas escenas de Terror magistralmente rodadas.

Pero además REC no se centra sólo en el susto fácil o en los momentos de horror, que no son pocos, sino que una de los ingredientes con mayor sabor son las reacciones de los vecinos del edificio, la relación entre los miembros de esa comunidad que esconde mucho más de lo que enseña.

El Terror en REC tiene rostro y forma clara, esa niña Medeiros qué no sabemos cuanto peso tendrá en la secuela, pero también y casi tanto como ella asustan las personas, la realidad, el miedo y la ira escondida que todos llevamos dentro.

Y ese horror "de verdad" me encanta.