El Mejor Villano de la Historia del Cine: Hannibal Lecter
Y vaya si lo es.
Hannibal Lecter nació de la máquina de escribir del novelista Thomas Harris en 1981, a través de la novela El Dragón Rojo , que ya fue llevada al cine en 1986 (Manhunter, de Michael Mann) sin demasiado éxito y por segunda vez en 2002, con Edward Norton en el papel del agente especial Will Graham.
Años después consiguió convertirse en Doctor en medicina, especializado en Psiquiatría, y se instaló en E.E.U.U. Allí comienza a relaccionarse con personajes influyentes y poderosos, a colaborar como experto en perfiles psicólogicos para el FBI, pero también a asesinar personas conocidas, a las que, después de cocinar, sirve a los invitados a sus selectas cenas.
En la novela El Dragón Rojo (El Dragón Rojo, de Brett Ratner) conocemos cómo Lecter colabora con el FBI como experto en un caso en el qué él mismo resulta ser el asesino, finalmente descubierto y encerrado en un pabellón psiquiátrico. Será tiempo después, cuando Graham solicite su ayuda de experto para cpaturar al Hada de los Dientes, cuando aproveche la oportunidad para manipular a través de los anuncios clasificados del periódico al asesino, que se quiere creer la reencarnación de El Dragón Rojo de William Blake, para que ataque a Will Graham y su familia consumando la venganza que él, desde detrás de las rejas, no puede acometer.
Allí es donde ha estado viviendo, ocultando su identidad y relacionándose con las más altas esferas de la cultura y de la política fiorentinas, hasta que un antiguo enemigo, Mason Verger, que le ha perseguido tanto como el FBI pero desde luego con mucho más ahínco, filtra en internet una suculenta recompensa para quien localice al doctor que le obligó a deformarse y le ayude a capturarlo.
Hablando en un argot claro y conciso Hannibal Lecter es el Mal. Así, sin más. Es un ser malvado, destructivo, un verdadero asesino que además disfruta matando, planificando, diseñando sus crímenes como obras de arte de la truculencia, preparando con mimo exquisitos goces culinarios con pedazos de carne y vísceras humanas.
El doctor además es un genio, un reputado psiquiatra y un auténtico sociópata. Es culto, refinado, de modales exquisitos y buen comportamiento, es amante del arte, la música clásica y la buena cocina. Es un profundo conocedor del arma humana, un hábil manipulador, un tramposo y un redomado cínico, capaz de convencer a alguien para que se destroce la cara o a otro para que se coma de aperitivo un pedazo de su propio cerebro.
Conoce los métodos policiales, es capaz de adelantarse a los pasos del FBI, no tiene miedo de nada y no duda en matar si lo necesita para cumplir su propósito. Pero lo peor es que Lecter es un hombre "real", un ser de carne y hueso, no es un fantasma ni un sádico homicida ni tampoco está loco. Es un tipo racional, impredecible, un monstruo frío y calculador capaz de mezclarse entre la gente, diluírse entre la masa y desaparecer completamente, de asesinar sin levantar sospecha.
¿Habrá más Lecter?
En las últimas semanas ha rodado por ahí el rumor de que Anthony Hopkins y Ridley Scott estaban hablando seriamente de rodar una nueva película sobre Lecter, que lo reuniera por tercera vez con Clarice Starling, en esta ocasión interpretada por Cate Blanchet.
Muchos fans de las novelas y el personaje abrieron mucho las orejas, creo yo que a la par recelosos e ilusionados. No es que Hannibal o Hannibal: El origen del Mal fueran precisamente obras que hicieran honor a sus dos primeras apariciones. De hecho no pocas voces, entre las que me incluyo, han comentado alguna vez que lo mejor para Harris es inventar otro personaje, en lugar de seguir estirando y desvirtuando al único que le ha dado de comer hasta ahora, no vaya a ser que de tanto estirarlo lo rompa.
En caso de que surgiera esta cuarta película no sería con la participación del escritor (imposible por la manera en que concluye Hannibal, novela), y tendríamos que ver un guión completamente ajeno en el que un Lecter manco siguiera zampándose trozos humanos mientras roza los setenta y cinco tacos. No lo veo.
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