lunes, 4 de mayo de 2009

Críticas: Dragonball Evolution. Con las pelotas de un Dragón.


Mucho me temo que escribir una crítica justo después de llevarte un set en casa no es lo más apropiado. El artículo podría salirte algo borde, porque malditas ganas de escribir o de ver nada después de eso. Sin embargo, Dragonball Evolution me ayudó a desconectar y cambiar de tema, y casi antes de darme cuenta me había olvidado de las pelotas de Mijatovic y solamente estaba atento a las bolas de Goku y de los directivos de la Fox. Bolas que deben ser grandes como cochinos.

Sólo por eso, por sacarme del pozo madridista durante hora y poco, voy a ser magnánimo con mi valoración de Dragonball Evolution. No, no puedo. Pedazo de zurraspa.


Lo mejor que se puede decir de Dragonball Evolution es eso, que es corta. Y la explicación aparente es que han querido simplificarla tanto, eliminar todo aquello que pudiera complicar la trama, encarecer los efectos o abrir líneas argumentales que después tendrían que cerrar, que la peli les ha resultado plana, tonta, insulsa y tremendamente... nada.



Y es que eso es Dragonball Evolution, una enorme nada.

Tengamos encuenta que hablo desde el punto de vista de un visitante ocasional de la serie televisiva. Muy ocasional. Sólo durante una breve etapa fui capaz de ver varios capítulos seguido, tan pocos que apenas los recuerdo. La mayor parte de las veces tropezaba con la serie sin querer y con la misma la quitaba. Me hacía un lío. Un día y en un canal Goku era un niño y tenía cola, al siguiente y no sé si en el mismo canal era mayor, supercachas y de pelo moreno. Un par de días después su pelo era rubio y al otro era un niño otra vez. Todo esto mezclándose un capítulo tras otro hasta que aparecía Son Gohanda, que era su hijo y que era lo mismo que antes había sido él, y de pronto Vegeta -que era el malo que más me molaba- ya no era malo y luchaba con Goku junto a Piccolo. Joder qué lío, así que pasaba de todo.



¡Y qué gran suerte la mía cuando no he tenido que descifrar nada de esto para ver la película!

La han dejado en una chorrada tan simple que creo yo que el argumento y el guión de Dragonball Evolution cabe en una servilleta de bar... Vale, por las dos caras, pero porque hablan mucho eh! Eso sí, para decir gilipolleces y repetir las mismas frases tópicas todo el rato.


Lo siento por los grandes fans de Goku, que deben haber sentido esta peli como una colonoscopia, porque mutila, cercena, destroza y defeca sobre el manga y el anime como pocas adaptaciones que haya visto en mi vida.

Y es que pretender llevar las aventuras de Dragonball a un tiempo cercano y actual trae consigo considerables problemas.


Partiendo de que es una idea absurda e innecesaria, te obliga a reinventar el aspecto de Goku, darle un contexto y una "vida". Y como en la Fox son la polla no se les ocurre otra cosa que cascarle 18 años y convertirlo en un pardela de instituto que lo único que quiere es ser normal y ligar con las chicas -¿?- en contra de la opinión de su abuelo, que no para de entrenarle para cosas más importantes, como que sea él mismo -¿?-.

Esa es la entradilla de Dragonball Evolution, un rollo a medio camino entre High School Musical, Karate Kid y Spiderman que apesta, pero enseguida todo da la vuelta, la buenorra del instituto pasa del novio y lo flipa con nuestro Goku, Piccolo se zumba al abuelo haciendo uso de su poderosa telepatía y de repente están todos como locos buscando las famosas bolas.

Las bolas, que están escondidas en los lugares más remotos e inaccesibles -nótese la ironía-, servirán para convocar a un dragón y pedirle un deseo -¿?-, como por ejemplo derrotar a Piccolo, suponemos. Un villano insípido que se ha escapado de no sabemos dónde y no sabemos cómo para hacer no sabemos qué.



Bueno, de eso va Dragonball Evolution, una película que en determinados momentos recuerda a Bola de Dragón -nombres parecidos, salen unas bolas...-, pero que la mayor parte del tiempo es una gilipollez gorda y grande como un castillo inchable. Los efectos especiales son cutres hasta decir basta, como si los hubieran diseñado sin ganas (las múltiples utilidades de los poderes de Goku son de risa). Los diálogos dan pena y las actuaciones son simples porque simple es el material que los actores han tenido que interpretar. A partir de la muerte del abuelo las secuencias se suceden sin sentido, sin transición, sin hilo narrativo, como si todo estuviera encajado a capón, de casualidad en casualidad.

Las escenas de acción son falsas y forzadas, recuerdan para mal a los peores capítulos de Power Rangers, por no hablar de la escena final, el enfrentamiento Goku-Piccolo que uno imagina debería ser el momento álgido de la cinta y que por contra resulta ridículo.


Cuando Dragonball Evolution termina no te crees que hayas visto algo inspirado en la mítica serie de televisión, y te preguntas por qué en la Fox no escogieron una de las otras dos opciones que tenían al adquirir estos derechos: hacer una peli digna, que respetara el original, o no hacer absolutamente nada.

Ojalá hubieran optado por no meterse en camisa de once varas.

Dragonball Evolution sólo tiene de Bola de Dragón el nombre y, además, lo pisotea. Pero mira, peor fue el partido fútbol que vi antes de ponerla.

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