jueves, 5 de marzo de 2009

Críticas: Max Payne


Hacer una película de un videojuego a veces es un rollo complicado y pesado, si para aprovechar el tirón popular de un Silent Hill o Resident Evil, entre muchos, tenemos que poner a un ejército de técnicos a pensar cómo trasladar con calidad todo un montón de monstruitos y fantoches a la pantalla de cine y que no desentone con actores reales.

Entiendo que en esos casos el resultado no sea del todo fiel al juego (no entiendo que Uwe Boll sodomizara Alone in the Dark a lo bestia, pero ese es otro cuento).

Por eso mismo me ha extrañado tanto ver que en la adaptación de Max Payne, un videojuego que ya parecía una película, uno de los más cinematográficos que haya jugado, y en el que no salen bichos ni ángeles ni coñas, se los pongan.


En primer lugar, la película Max Payne sólo comparte con el videojuego Max Payne la coincidencia de algún que otro nombre. Nada más. La película de John Moore no está ni lejanamente basada en el videojuego, sino que capta la idea de policía torturado que ha perdido esposa he hijo y clama venganza, para currarse una hora y media de sopa de agua y pan, aburrida hasta decir basta y en el que el famoso Tiempo Bala, fundamental en el juego, parece más una obligación metida con calzador que uno de los puntos fuertes del asunto.




Pues pienso yo que para ese viaje no hacían falta estas alforjas. No hacía falta recurrir a un videojuego de culto para contar una historia tan absurda como ésta. Personajes traicionados y torturados que regresan -o casi- de la tumba para vengar la muerte de uno o varios seres queridos ya lo hemos visto en El cuervo, Gladiator, El Castigador o Mad Max, por nombrar sólo los que me vienen primero a la cabeza.


Esta Max Payne no aporta nada nuevo al cine de acción ni hace justicia al videojuego, entonces, ¿para qué coño la hicieron?

La trama es sumamente absurda, sencilla y predecible. A Max Payne le han puteado, le han destruído la familia y está tan echo polvo que le han trasladado a un rincón de la comisaría en el que no moleste a nadie. Mientras él, que es muy pillo, sigue investigando en secreto quién pudo ser el asesino de su esposa e hijo, y es tan buen detective que se ha pegado tres años para encontrar a una gente tatuada que está por todas partes, enterarse de una serie de muertes de todo menos discretas, conocer la existencia de una droga que media ciudad consume y oír hablar de un tipo ultrapeligroso que lleva alas tatuadas hasta en las orejas. Esa es la poli USA, sí.

Lo más penoso es que desde que sale en pantalla el que después será el malo -intento no descubrir mucho spoiler- tu ya te has dado cuenta del pastel, has descubierto la sutil pista de las alas y tu único aliciente a partir de ahí será a) que por Dios se vaya la luz y el sufrimiento termine, o b) si Max conseguirá zumbarse a alguna de las hiperjamonas que le ponen, porque hay que verlas.


Pero eso jamás pasará, lo sabemos porque Maxy está muy jodido por la muerte de su esposa y así nos lo hace saber constantemente con ese gesto Actor's Studio de juntar una ceja con otra y fruncir el ceño de modo intenso.

O eso o esa chaqueta de cuero de la que no se separa apesta a cuco.


Mark Wahlberg y sus chicas no actúan en ningún momento, el guión, escrito por un crío de primaria, no lo necesita ya que iremos pasando de una escena a la otra por pura inercia. Beau Bridges está ridículo, desubicado y parece que en cualquier momento se vaya a echar a reír. La cinta en algún momento se convierte en una sucesión de frases molonas y estúpidas, puro cliché de cine negro como si se estuvieran riendo del espectador. Al menos Chris O'Donnell se lleva lo suyo.

Max Payne aburre a las ovejas, así que a nosotros nos deja indiferentes. No pasa nada, no cuenta nada, las frases son tontas y la trama tan obvia que no merce perder una hora y media en contarla. Mark Wahlberg sigue haciendo oposiciones al peor actor de la historia, y el gremio de guionistas de Hollywood sigue quedando en ridículo. En fin, todo igual.

Para terminar, con esta crítica tan sosa, pero es que Max Payne es tan mala, taaaan mala que no se me ocurren ni chistes sobre ella, recomendar a todos los que hayan jugado al videojuego que NO vean esta película. Y a los que no hayan jugado, les recomiendo que No vean esta película y SÍ jueguen al juego, valga la redundancia.

1 comentarios:

Anónimo,  6 de septiembre de 2010, 0:02  

Soy fan del juego y os puedo decir que me siento insultado por esta aberración de "pelicula

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