sábado, 4 de julio de 2009

Críticas: Death Race, la carrera de la muerte.


Típica, típica y típica hasta decir basta, Death Race, la carrera de la muerte es un videojuego machista y vacío en el que la testosterona corre a raudales y la imaginación brilla por su ausencia. Un espectáculo pirotécnico sin más ambición que arrancar vítores descerebrados de las butacas con altas dosis de lo más manido de cada género: como roza la acción, disparos y sangre a borbotones; como roza las carreras de coches, planos ultrarrápidos y rugidos de motor a tope; y como roza el drama carcelario, machos machotes y tipos duros tatuados que miran por encima del hombro. Todo sazonado con dosis generosas de carne femenina y mucha, mucha estupidez.

En un futuro cercano una prisión dirigida por una mujer con mucha mala leche organiza un programa de televisión que desborda audiencia y que consiste en carreras a vida o muerte entre los reclusos con dotes para la conducción, a bordo de coches tuneados con armas y escudos de acero y con la ayuda -como copilotos, eso sí- de muñecas despampanantes traídas de la cárcel de mujeres. El que gane cinco carreras, ganará su libertad.



Aunque no lo parezca éste es el argumento de una película rodada en el siglo XXI, en una era en la que la conciencia social y el rechazo a las armas y a la violencia aumenta y en la que la sensibilidad por la muerte televisada se disparó después del 11-S.

Jason Statham -Snatch: cerdos y diamantes, Transporter- cae de rebota en dicha cárcel y recibe la propuesta de participar en la Carrera de la Muerte a cambio de su libertad.



En serio, cada vez que repaso el argumento de Death Race, la carrera de la muerte, este pestuño que me acabo de tragar, me parece más increíble que alguien haya podido financiar esto y que muchos otros alguienes hayan ido a verla.

Porque si ya es estúpido que una cárcel organice carreras de coches entre reclusos, más aún lo es que compitan con armas a ver quién se mata primero, todavía más ridículo es que lo emitan por televisión, y ya es la leche y no tiene sentido ninguno que esos reclusos puedan quedar libres por ganar cinco carreras.


Death Race, la carrera de la muerte no tiene ni pies ni cabeza porque única y exclusivamente está pensada para flipar a garruletes del tunnig y toletes sin cabeza, aturullando al espectador con mucho ruido, mucho músculo y mucha llanta, pero sin ningún contenido.

Es una película tan mala que poco bueno se puede decir de ella, salvo que como videojuego de carreras da el pego. Las escenas de persecuciones están bien rodadas, vamos, como siempre, los conflictos dentro de la cárcel están más vistos que el tebeo y el argumento general, desenlace final incluído, es más viejo que la polca.

Death Race, la carrera de la muerte no aporta nada nuevo a ninguno de los géneros que toca, bien al contrario, cae tantas veces en lo más manido que pierde todo el posible interés que tuviera.


Una película que, además de remakear La Carrera de la Muerte del Año 2000 (¿remekae?, bebe del Schwarzenegger de los ochenta (Perseguido), con retazos de Stallone (Encerrado, Tango y Cash) y con una seria carga de anacronía que no me esperaba.

Death Race, la carrera de la muerte estaba pasada de moda antes de empezar a rodarla.

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