Series de Televisión: True Blood

Hace algunos años, ver vampiros, hombres lobo, zombis o cualquiera de estos bichos sobrenaturales en una pantalla de cine o en nuestra televisión era sinónimo de sangre, gore y de niños a la cama que esta peli es de mayores. Aún así tenían éxito, tipos listos como Paul Naschy o Christopher Lee les deben su hipoteca a ellos.
Sin embargo, las nuevas generaciones -emos, góticos, confusos- han resultado ser grandes fans de lo fantástico, lo oscuro, y carne de cañón para un resurgir del género que no ha tardado en llegar. Hoy el cine y la literatura de Terror viven un nuevo apogeo y muestra de la combinación entre ambos es esta magnífica serie: True Blood, o lo que es lo mismo, Sangre Fresca.

Y es que de todos los seres irreales, con dinero o sin dinero, el Vampiro sigue siendo el rey.
Dado que sigue resultando más barato escribir un libro que hacer una peli o jugársela con una serie, han sido los escritores más espabilados los que han sabido aprovechar los primeros el filón de enganchar a los más jóvenes con un mundo de fantasía y magia. Así lo supo ver en su momento la autora de Harry Potter, o los de La Brújula Dorada, Eragon o Spiderwick. Otros como Stephany Meyer subieron la edad de sus lectores, poniendo a los vampiros en el instituto y ahora Charlaine Harris, con su Muerto hasta el Anochecer, coloca a los chupasangres en un idílico mundo en el que la convivencia entre razas es posible gracias a un refresco sangriento. De aquí surge True Blood.
Hoy en día hay zombis y vampiros por todas partes, pero la televisión parece terreno abonado para estos últimos. Y de entre todas las series vampíricas, True Blood destaca por su madurez, por su originalidad y por su realismo.

Desde este punto de partida, True Blood, la serie, aprovecha para dibujar una crítica social, más bien, un doloroso retrato, acerca de la discriminación, de la xenofobia y los problemas que sigue acarreando incluso hoy en día la convivencia entre diferentes razas.

Y es que el paisaje utópico con que comienza la serie, esa supuesta armonía entre vampiros y humanos que está tan cerca de alcanzarse, no es más que la careta con la que se cubre una sociedad -la humana- que en el fondo no termina de aceptar la diferencia, no facilita la integración del extraño e incluso recurre a él para culparle de todos los males.
En la esquina contraria, la otra sociedad -la vampírica-, secreta hasta hace cuatro días, no sólo no acepta someterse a las reglas humanas en aras de la convivencia pacífica, sino que además se sentirá ultrajada por una serie de acuerdos políticos que le priva de su naturaleza sobrehumana y terminará por autosegregarse, excluírse, y pasar de la bebida milagrosa para seguir haciendo las cosas a su manera, eso sí, ahora con testigos.

Pero lejos de ser un pasteleo a lo Crepúsculo, True Blood es una serie adulta y dura en toda regla. Y no sólo por el trasfondo social ya comentado sino por su vocabulario rudo y a veces soez, por su explícito tratamiento del sexo y por una violencia pocas veces vista en una serie. Esta claro que fuera de la televisión por cable los conservadores yankies no la hubieran consentido.

Creada por Alan Ball y emitida en España por Canal Plus y Cuatro, True Blood es, desde luego, mucho más que una historia de vampiros, es un excitante y emocionante relato de suspense sobrenatural, una telenovela tan romántica como aterradora cargada con unos personajes muy bien construidos y una trama poderosa.
True Blood no hace concesiones, si ves los primeros capítulos, si disfrutas con su blues inicial -I wanna do bad things to you-, te enganchará.
Cada vez queda menos para la segunda temporada y ya estamos todos afilando nuestras estacas, ¡o nuestros colmillos!
0 comentarios:
Publicar un comentario