jueves, 2 de abril de 2009

Críticas: Evil Dead. Posesión Infernal


En 1981 un desconocido cineasta de Míchigan consiguió demostrar que con cuatro duros y mucha imaginación se puede crear una leyenda del cine de Terror, una película de referencia y de culto y aupar a un personaje a lo más alto del Olimpo de este género. Eso fue, claro, hace 28 años, y aunque hoy en día Evil Dead, Posesión Infernal, difícilmente soporta una comparación técnica o estética con cualquier éxito actual, también estoy seguro de que nadie, en ninguno de los remakes que puedan plantearse, conseguirá en ese sentido un resultado mejor que el que lograron esa pandilla de amiguetes en su momento.


Posesión Infernal es un clásico inmortal del cine de Terror, el inicio de una nueva manera de acercarse a este género y un ejemplo para todo cineasta debutante.



Evil Dead, como digo, es el primer largometraje de Sam Raimi, después de varios años dedicados al corto, y la rodó con la colaboración de sus colegas de universidad, entre ellos Bruce Campbell, quien protagonizaría la cinta y se convertiría en el mítico Ash.


Además tuvieron que rodarla con un presupuesto ínfimo, de hecho, con las escasas ganancias de sus cortos anteriores, y es por ahí por donde flaquea el resultado de la película vista ahora, con el paso de casi tres decadas. Porque en aquellos primeros ochenta el estreno de un film como Evil Dead supuso toda una conmoción, no sólo en lo que se refiere al cine de Terror, embarcado en delicias slasher como Halloween o Viernes 13, sino para el espectador en general, tan poco acostumbrado a una mezcla tan salvaje entre gore, humor negro y planos demenciales.


A esa carencia en el presupuesto y a la falta de apoyos de un gran estudio debe Evil Dead su mayor virtud, esa factura artesanal, convertida ya en sello de fábrica, su entrañable maquillaje y efectos especiales a base de plastilina y zumo de maiz. Piezas todas que configuran un puzle inolvidable.

Posesión Infernal cuenta el infernal fin de semana que viven cinco amigos en una cabaña aislada en el bosque. Lo que pretendía ser una divertida escapada se va a convertir en una carrera por la supervivencia desde el momento en que Ash y sus amigos descubran en el sótano de la cabaña un viejo libro que parece escrito con sangre y encuadernado con retales de piel humana.

Es el Libro de los Muertos, y leerlo será su perdición, pues despertará fuerzas infernales que hasta entonces permanecían dormidas.

Con la todavía reciente El amanecer de los muertos (George A. Romero, 1978) y esta Evil Dead tuvo lugar en los ochenta un resurgir del cine de zombies que sin desfallecer continúa hasta nuestros días. No cabe duda que gran parte de este éxito de los fiambres resucitados es debido a Posesión Infernal y sus secuelas, Evil Dead II y Evil Dead III: El Ejército de las Tinieblas, mejor hechas pero con menos encanto.

Posesión Infernal cuenta a su favor con una historia sencilla, sin complicarse demasiado la vida, lo que favorece que una vez planteado el problema Evil Dead se convierta en una montalla rusa descontrolada, casi histérica, de ataques, carreras, vísceras y muertos que vuelven a la vida sin cesar.

Algunas de sus escenas son más que míticas, como todas aquellas en las que un travelling desenfrenado nos pone la piel de gallina o esas envueltas en bruma en lo profundo del bosque. Pero en especial la secuencia de la lectura del Libro de los Muertos, cómo van despertando el Mal desde el interior de la tierra y cómo no, los ataques, a cuál más disparatado, esas bocanadas de gore, sangre salpicando por todas partes, esa forma tan divertida de tratar el horror en estado puro.

Evil Dead es una delicia.

No puedo negar que el visionado de Posesión Infernal hoy, con la concepción cinematográfica -en especial del genero de Terror- del siglo XXI convierte a Evil Dead en una obra menor, las comparaciones son odiosas e injustas. Su maquillaje es de risa y a menudo se detectan fallos garrafales como pedazos de plástico o látex apunto de despegarse de los actores. Las actuaciones, tanto de Campbell como de los actores que hacen de zombis son exageradas y casi ridículas pero, oye, eso es Evil Dead, un carnaval de locura terrorífica con un envoltorio excepcional, aunque algo barato y que se va quedando viejo.

Con todas sus pegas Posesión Infernal sigue, hoy en día, dando sopas con onda a la mayoría de las producciones de Terror que llegan a nuestras pantallas. Vale que sus efectos están menos logrados pero es una película con alma, realizada con pasión y tan tremendamente entretenida que no se cansa uno de gozar con las delirantes aventuras de este antihéroe sobrepasado.


A pesar de sus carencias consigue transmitir el Terror, hace uso de una banda sonora soberbia creando ambiente de manera magistral y sin recurrir a efectos facilones ni giros argumentales. La escena final es un ejempo de cómo terminar una película de Terror en lo más alto. Casi cada fotograma lo es.

Evil Dead es una deliciosa y a la vez terrorífica película artesanal tan entrañable que ningún remake podrá hacerle justicia.

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