viernes, 5 de junio de 2009

Críticas: La Semilla del Mal, pero muy mal, muy mal.


La Semilla del Mal está escrita y dirigida por todo un grande, David S. Goyer, guionista de las dos Batman de Chris Nolan, de las tres Blade, de Dark City, de Jumper... y director de la próxima X-Men Origins: Magneto. Sin embargo, uno no puede dejar de darle vueltas a qué pedazo de mierda sería La Semilla del Mal sin Odette Yustman en ella, porque toda la castaña sin paliativos perpetrada por el señor Goyer no es más que un caro y aparente vehículo de lucimiento de la actriz californiana.

Los mismos lumbreras que pusieron nombre a Hellion: el ángel caído abordaron la traducción del título original The Unborn con ganas y mucha ilusión, para una vez más cargarse el clímax de la película y anunciarnos desde el comienzo la clave final.



Sin embargo, este descaro en el título tiene su continuidad y coherencia a lo largo de todo el film, porque La Semilla del Mal no es más que una sucesión de plagios, de dejá vú, de lugares comunes y de momentos manidos y previsibles. Es la típica película de Terror cargada de los mil veces vistos tópicos del género.


La Semilla del Mal empieza sin comienzo. Aunque parezca impropio de un guionista reputado, en el minuto tres ya estamos inmersos en el drama de una chica de la que no conocemos nada -ni quién es, ni a qué se dedica, ni cómo se llama, ni por qué nos interesa- y empezamos la sucesión de sustos de sonido antes de ser capaces de empatizar con ella.


La manera que tiene Goyer de arreglar esta distancia del espectador con su personaje es mostrándonos de buenas a primeras el culazo de la Yustman en cinco o seis escenas casi consecutivas. Se lo agradecemos, y mucho, pero rechinan a cantazo la sucesión de pijamas, duchas, cambios de vestuario y demás triquiñuelas para mostrarnos la belleza de su actriz principal, que casi se convierte en el único acierto de la película.


La Semilla del Mal contínúa por los habituales recorridos del cine de aparecidos hasta que Goyer decide convertirlo en un film de demonios y posesiones y así empiezan a darse la vuelta cuellos y otras articulaciones sin ningún efecto físico sobre sus dueños.


La aparición en escena de la misteriosa mujer que deja de ser misteriosa al instante termina por introducirnos en el drama social de un crío víctima del Holocausto que por alguna razón está empeñado en revivir en la piel de un niño mellizo.


A Goyer y demás implicados le parece perfecto, están seguros de que nos lo tragaremos, y contratan -supongo que a base de cantidades parejas de dinero y de buen vino- a Gary Oldman como sacerdote facedor de exorcismos. Chúpate esa.


Tras una catarata de sustos y contradicciones descubrimos el pastel, que ya nos destrozaba el título en castellano con su alusión a La Semilla del Diablo y nos vamos a casa con un tremendísimo vacío dentro.


Menuda basura. La Semilla del Mal es mala, mala con avaricia. Cumple todos y cada uno de los requisitos del mal cine de Terror: contar una historia absurda con sustos previsibles y actores pasados de rosca. Pocas líneas del argumento son creíbles, pero aún menos las actuaciones de una gran parte del elenco. Sólo Yustman se salva y porque valoro su esfuerzo por sostener una pelí insoportable -sale casi en cada plano- y por alejarse de la imagen de carita linda que le otorgan los que la comparan con Megan Fox.


La Semilla del Mal aburre porque cada paso se adivina desde dos más atrás, los diálogos son absurdos y el colmo de los colmos son los flashbacks y la reiteración de las explicaciones, como si fuéramos borregos y no fuéramos a entender una historia tan payasa.

En fin, qué peñazo. La Semilla del Mal no es una película de Horror, es un Horror de película.

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