Críticas: Street Fighter, La Leyenda

Muchas veces me pregunto por qué sigo haciendo esto, por qué torturarme una y otra vez viendo películas como ésta.

Street Fighter, la Leyenda (de Chun Li) no sólo es una basura sino que además consigue que el Street Fighter de Van Damme sea una gran adaptación de un videojuego. Aquella, por lo menos, ni pretendía tomarse en serio ni descuidaba las bases de las que procedía. Salían casi todos los personajes importantes, caracterizados de manera reconocible, con sus habilidades características y dentro de un contexto similar al del videojuego.

Pero al parecer los creadores de Street Fighter, la Leyenda no sólo veían necesario reorientar la saga sino que por algún motivo se creían capaces de ello. Y han intentado hacer una película, digamos, seria, con aspecto y textura de veracidad y con una absurda e incoherente carga de profundidad moral y sentimental que, de verdad, revuelve las tripas.

Si uno va a ver una adaptación de Street Fighter, ¿qué demonios creen estos productores que queremos ver?

Y es que resulta que en Street Fighter, la Leyenda no están los personajes principales del juego, están, de hecho, apenas cuatro en total y mal contados. Para colmo los cambian de personalidad, de bando y hasta de habilidades. Y yo no lo entiendo, a ver: si Balrog es negro y enorme y si Bison sigue siendo un megalomaniaco británico, ¿por que Gen es un maromo sexy, Vega ya no es español y Chun Li no es china?

Con Kristin Kreuk han conseguido dar vida a una Chun Li que viene a ser como el Michael Jackson asiático, es decir, una muchacha que de chiquilla es china, china, pero china, y que de mayor pues se deschina y se le ponen los ojos verdes ¿?

Antes de ver la peli pensaba que habrían disimulado más lo de meter a la piba de Smallville con calzador. Y son evidentes sus rasgos orientales, pero lo que no pueden hacer es poner de niña a una china profunda y de mayor a una con cierto aire oriental. Con todo, ésta no es ni de lejos la mayor cagada de la película.

Resulta que toda la trama, por llamarlo de alguna manera, se reduce a un pelotazo inmobiliario. Por eso Bison nunca será presidente del Madrid, porque si para construír unas casas nuevas tiene que cepillarse a un montón de gente... Menos mal que por suerte para él cuenta a su favor con el departamento de Homicios más inepto del planeta, comandado por ese feto retardado que es Chris Klein. Insoportable sólo mirarlo.

En Street Fighter, la Leyenda no sólo destacan las escenas de acción, aunque esto es lo único que apreciarán los adolescentes atestoraícos que vayan a verla, también nos muestran sin cesar las nada desdeñables piernas de una Kristin Kreuk patizamba y podemos asistir a todo un recital de lagunas de guión, de saltos argumentales, de acontecimientos que suceden por la más pura causalidad, que no casualidad. Todo sucede cuando y como tiene que suceder.


Todos encuentran lo que buscan al momento, sobretodo los malos. Si un personaje ya no da más de sí se lo cargan sin ningún pudor. Chun Li, después de un entrenamiento de risa, puede sola con seis tíos armados, los policías llegan irremediablemente tarde y toda explicación paranormal será aceptada mientras sigamos dando patadas de judo.

Para terminar dos detalles: ¿qué narices es eso que se han sacado de la manga sobre la hija de Bison, y qué importancia tiene en la película? y ¿desde cuando Chun Li domina el golpe del Haddoukken?

Street Fighter, la Leyenda (de Chun Li) no es una adatación, es un entierro. El entierro cinematográfico de uno de los videojuegos más populares de siempre.

Yo hubiera preferido que le cambiasen el título y el nombre de algunos personajes y realizaran una película sobre una joven en busca de venganza por la muerte de su padre asesinado por la mafia. Eso, y no manchar otra vez el nombre del videojuego.