martes, 12 de enero de 2010

Críticas: Paranormal Activity


Venía advertido por mis amigos de Cinecutre -de hecho suscribo toda su crítica-, venía advertido por un sin fin de reseñas crueles y salvajes poniendo a caldo este típico producto engañabobos, heredero lejano de la maldita bruja de Blair, de los que basan toda su campaña en un boca a boca exagerado, manipulado y sobretodo muy inteligente.

Si Paranormal Activity es una película de miedo entonces debemos plantearnos el género. Es más, si Paranormal Activity puede ser considerada una película, por experimental o frikada de cojones que quedamos tildarla, tenemos un problema a la hora de abrir la puerta del cine a cualquier mamarrachada.




Paranormal Activity parte de una premisa medio buena y casi interesante: pareja de idiotas acosados en su dormitorio por presencias fantasmales, vamos a poner la cámara y ver qué pasa. Ahora bien, como el guionista no es que sea una lumbrera y con lo que ideó para ese dormitorio maldito no daba para más de diez minutos, se tuvieron que romper la cabeza para rellenar el resto de hora y media y poder estrenar este engendro como si fuera una película de verdad en lugar de un tráiler.

Y ahí es donde Paranormal Activity no cojea, sino que se estampa y se revienta la boca.

Para empezar cuenta con dos personajes/actores de lo más repelente y estúpido que me he echado a la cara, para seguir, se tiene que inventar que con la excusa de grabar los fenómenos nocturnos el pavo éste mantenga la cámara encendida todo el puñetero día y nos muestre desde el desayuno a la cena todo un montón de gilipolleces, montaña de mierda sin ningún interés en absoluto, y nos haga olvidar, no sólo el miedo de por las noches, sino la dignidad de la raza humana.


Porque Micah, hijo, es que mira que eres tonto...

Pero si Micah da asco no por mucho se escapa su novia, Katie, especie de filetón con patas perseguido, quién sabe con qué extraño motivo, por un ente paranormal tirando a pervertido y degenerado.


El caso es que las tres escenas nocturnas con la cámara fija no dejan de molar lo suyo, son inquietantes y tan bien logradas que consiguen enganchar y hasta interesar bastante. Pero claro, es que duran medio pedo y al momento tenemos a este par de acabados tocando la guitarra, haciendo el mono en una barra o fabricando collares de juguete.

El final que vi de Paranormal Activity no fue el de los cines -no iba yo a pagar por esto-, ése del culo estampado en la cámara, sino el otro, el del rosario de la Aurora y los polis entrando a saco, y la verdad, no sólo no me lo creí sino que no tiene ningún sentido.


En definitiva, Paranormal Activity no es una película, ni siquiera experimental, es una gran tomadura de pelo de seis euros el primo, y cómo jode aguantar alabanzas y caídas de baba por estupideces semejantes.


No la veas.

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