lunes, 10 de agosto de 2009

Críticas: Saw IV


Tras dejar el final de Saw 3 como el rosario de la aurora, con un importante olor a pólvora y a visceras resbalando por las paredes, Saw IV aterriza para, presuntamente, cerrar todas las puertas y atar los tres mil cabos que sus dos inmediatas predecesoras dejaron sueltos. Y digo presuntamente, porque en la última media hora vuelven a aparecer más cabos y más puertas y la peli termina como si jamás hubiera existido. Seguimos igual.

Saw IV deja claras sus intenciones desde el primer minuto, ofreciéndonos en primer plano y con todo detalle la autopsia del cadaver de Jigsaw que, como era de esperar, esconde todavía muerto algún truco en la manga. Desde ese momento la peli nos retorna al pasado, un pasado incluso anterior al desenlace de la tercera entrega -de manera que se puede decir que Saw 3 y Saw IV transcurren casi en paralelo durante un buen rato- para explicarnos la versión que faltaba en la película anterior, a saber, la versión de los policías.




Así, seguimos al agente Rigg en su infructuosa investigación de las desapariciones de sus compañeros Eric y Kerry -me resulta intrigante por qué desde Saw 2 es como si hubieran olvidado que existió una primera, obviando completamente las muertes de otros dos policías en la película inaugural, entre otros detalles. La única referencia a Saw 1 es el nombre del oncólogo-, hasta que él mismo cae en las maquiavélicas garras de Puzzle.


A esta investigación se suma Asuntos Internos, encarnados en un policía rudo y treméndamente antipático y una agente hispana cuya función es de florero. Y es que la pasma no se cree que ni Jigsaw ni Amanda puedan perpretar esos crímenes sin más ayuda, y toda la película se centra en averiguar quién es el otro ayudante del cabronazo éste.

Un enigma que se resolverá como siempre en el giro final, por más que resultaba fácil de adivinar desde el principio, y casi de sospechar desde Saw 3.


En Saw IV abunda la sangre, sangre y miembros arrancados, las muertes siguen siendo ingeniosas pero ya, de tan repetitivo, deja de impresionar. Y una vez más la gracia de la primera película que era ver cómo esa gente intentaba salvarse queda minimizada, ya que las posibilidades que se les dan para que lo hagan son inalcanzables. Parece quedar claro que a los guionistas no les resulta apropiado que quede ningún otro superviviente.


Así, mientras Rigg sigue las pistas hasta la salvación de sus amigos, Saw 4 intenta mostrarnos los orígenes del monstruo, a través de los brutales interrogatorios a los que la policía somete a la ex de Jigsaw. Insisten en mostrarnos su humanidad, sus motivaciones, el por qué hace lo que hace... ¿Acaso quieren que le entendamos? ¿Que empaticemos o hasta perdonemos a un hijo de mil padres que somete a la gente a pruebas mortales porque le sale de las narices?


Saw IV es más un flashback aburrido e intrascendente que una peli de terror que quiere explicar la formación de un asesino. Mutilaciones gratuítas, gore injustificado y el álbum de fotos de Jigsaw. La verdad, la calidad de la serie -que ya no da terror, sólo da asco- ha tocado fondo.

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