Críticas: Saw 2
Como comentaba el otro día, a partir del éxito de público y crítica de Saw, los avezados productores decidieron que no se les podía escapar una secuela, iniciando así una cadena de subproductos calcados entre sí que no hacen justicia al original.
En Saw 2 todo es más grande. Ésa parece ser la consigna: más personajes, más polis, más muertes, más trucos de guión, más sangre... Pero también más confusión y, por un efecto inevitable de acción-reacción, más caos, lo que la hace menos interesante, menos original y menos sorprendente. La hace típica, vamos.
Saw 2 no es una secuela al uso, entronca con la primera a partir del personaje principal, por su puesto el manipulador Jigsaw (Tobin Bell), y de la superviviente de la primera parte, Amanda (Shawnee Smith), pero apenas tiene mucho más que ver con ella sino que presenta una línea argumental nueva, metiéndonos con calzador una historia de venganza, una fijación del criminal con el agente Eric Matthews (Donnie Wahlberg), que no sabemos de dónde viene.
Así, un grupo de personas despierta encerrada en una casa con más trampas que una portada del Marca y, cómo no, con una grabación que les advierte de un gas portal que llevan rato respirando y que para salir de allí tendrán que conseguir el antídoto, escondido tras una serie de pistas macabras.
A partir de aquí en Saw 2 se juegan dos partidas: la de los prisioneros luchando por sobrevivir, bastante mal por cierto, y la de los policías intentando sacarle a Jigsaw la localización de esa casa mientras éste parece jugar con ellos.
Una primera hora que aglutina y desparrama toda la sangre que no se veía en la primera, y una media hora final de un giro sorpresa tras otro. Eso es Saw 2, por desgracia mucho menos película que la anterior y sin embargo mucho más culpable de los derroteros que tomó a partir de ella la saga.
Porque todas las virtudes de Saw, empezaron a olvidarse con su secuela.
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