Críticas: La Herencia Valdemar.

Como mi relación con Lovecraft es la que es, y cada vez que quiero acercarme a él acabo, no sé por qué, leyendo los mismo relatos y a menudo casi rogando porque avancen esas páginas incomprensibles -nunca he disfrutado más con Lovecraft que leyendo La Llave del Abismo, de JC Somoza-, me acerqué a La Herencia Valdemar, mezcla de algunos de sus relatos, con interés.
La Herencia Valdemar es una película de ¿Terror? española. Vale, ya, no dejes de leer por eso. Es española y además aburrida. Jo, espera, dale una oportunidad. Es española, aburrida y está mal interpretada, por no hablar de inconclusa, puesto que espera una segunda parte que estará al caer.
¿Sigues ahí?
La Herencia Valdemar cuenta cómo una agencia de tasación o subastas o lo que sea, recibe el encargo de tasar la mansión Valdemar, que no se sabe, pero debe llevar la tira deshabitada. Han enviado a uno de sus agentes para hacer la tasación pero no ha regresado, así que ahora mandan a otra a que termine el trabajo y de paso averigüe qué le ha pasado al anterior. Cuando ésta tampoco da señales de vida, envían a una especie de detective para que esclarezca por fin el misterio de esa casa. Primero averiguará su pasado. Durante mucho, mucho rato.
Con una primera media hora mal interpretada -la mayoría de los actores, en especial Silvia Abascal, parecen recien sacados del instituto robótico de dicción e interpretación shakespiriana-, pero que al menos presenta cierto misterio y algún sustillo gracias especialmente a la espléndida localización que, como casi siempre, resulta ser una casa abandonada, el resto de la película, y nos ponemos en una hora larga es un tremendísimo coñazo.

Óscar Jaenada, casi convertido en el Dean Corso de La Novena Puerta, es el detective encargado de contactar con los gestores del legado de Don Lorenzo Valdemar y de paso joder la película.
Porque por algún motivo, y no creo que económico porque rodar este paquete en dos partes no les va a dar precisamente más dinero, los responsables de La Herencia Valdemar deciden que la trágica y demoledora historia del matrimonio -estafador chapucero y curiosamente a la vez cuidador de niños, hay que ver, y no quiero hacer sangre con un guión completamente absurdo- nos interesa muchísimo más para entender los posibles sobresaltos que sucedan a Silvia Abascal en la casa.
Así, La Herencia Valdemar se convierte en un lento, aburrido y estupido flashback, cargado de anacronismos y de situaciones incoherentes en el que no pasa absolutamente nada. Lo más interesante, que podrían ser las sesiones de espiritismo barato, se resuelve con un voz en off de un plumazo y el resto es un pestuño de telenovela de sobremesa que ni viene ni va a ningún lado y que perfectamente podían haberse ahorrado poniendo a un personaje actual a explicarlo.

¿Qué pretendían alargando La Herencia Valdemar de esta manera? No lo sé. Dar miedo seguro que no, intrigar, tampoco, ganar más dinero, no por Dios. 13 millones de euros, sin subvención, como tanto repiten, ¿para esto? Uy...
No le veo ni pies ni cabeza a La Herencia Valdemar. Es malísima. Y se parece lo que un culo a una castaña al estilo de Lovecraft. Tanto dinero en producción, diseño, vestuario, ambientación... Pues no se nota. No se le consigue sacar partido al goticismo en ningún momento, más parece una reunión de amiguetes disfrazados de época.

Así que no es que me joda precisamente esperar a la segunda parte para averiguarlo. Se estrenará en cine gracias a Sitges, a la ley de cuota de pantalla y bla, bla, bla. Pero no creo que mucha gente se desviva por verla. Diría que me sorprenden las críticas positivas que he leído, pero no, por desgracia, una vez más, no me sorprenden... Así nos va.
Eso sí, unos títulos de crédito geniales. El que mejor ha currado es el informático.
0 comentarios:
Publicar un comentario