viernes, 25 de septiembre de 2009

Críticas: Star Trek (2009)


Reiniciar una saga emblemática puede hacerse de dos maneras: tirando por lo fácil, chabacano, tostón como en las recientes Viernes 13 o Halloween o como hizo Bryan Singer en Superman Returns, o haciéndolo con un mínimo de dignidad y respeto por el original.

Este ejercicio de venerar las fuentes no es algo demasiado común en la plaga de remakes que estos días nos asola, por eso es digno de destacar el esfuerzo titénico que J.J. Abrams y los suyos han hecho para convertir su reinicio de Star Trek no sólo en una digna película sino en un logrado homenaje a la serie original, a la familia de películas y a sus legiones de fans.

Y pasado el trago de felicitar a los responsables por tamaño acierto, mi opinión sobre Star Trek como película: un coñazo.


No soy trekkie ni lo quiero ser, sólo distingo a Kirk de Piccard y a Spock por su barriguita, su calva y sus orejas puntiagudas pero no sé de qué van cada uno. Sé que alguno de los tres llevaba como ayudante a un oficial robótico que me daba mucha grima. No pienso ver ninguna de las películas anteriores ni mucho menos la serie antes de morirme, y aún así me permito opinar de las dos horitas perpetradas por Abrams.



Star Trek es una birria más allá de su envoltorio de celofán de homenaje y catalizador de la nostalgia trekkie, pero como película no tiene un pase en absoluto.

Partiendo de una historia descacharrante, una trama ridícula que no se cree un tonto, con un villano, Eric Bana, tomado prestado de Dragon Ball, y una recurrente insistencia en repetir los nombres y cargos de cada personaje, para que hasta el más neófito sepa con quién compararle, Star Trek no es más que un vacío episodio cero de una saga que se promete tan eterna como las anteriores.


Colando al Spock original con calzador, nos engarzan una trama enrevesada de viajes en el tiempo y crisis interplanetaria para justificar su presencia. Obstáculo principal para la presentación de estos personajes icónicos en sus primeros años de reclutas en un Starship Troopers sin presupuesto para dotar al villano de una nave digna o para mostrar unos efectos especiales que vayan más allá de los jueguitos de luces de colores.

Así, es normal que destaque sobre los demás el fantasmilla de Chris Pine, que derrocha carisma en cada plano de su Capitán Kirk, pero sobretodo Zachary Quinto, en el difícil reto de abordar uno de los papeles más reconocibles, aquí con un enorme peso dentro de la trama.


Ideas prestadas de aquí y de allá, legión de personajes y un estúpido conflicto como motor de la acción, resuelta por cierto en quince minutos, dejan preparado el camino para una segunda parte en la que espero que con todo el mundo presentado, podamos ver una película de verdad.


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