domingo, 27 de septiembre de 2009

Críticas: La Última Casa a la Izquierda (2009)


Estamos en la era de los remakes. O bien los guionistas de Hollywood andan cortitos de ideas o bien los productores prefieren tirar por el camino fácil, el caso es que cada vez las películas tienen una vida más corta: a poco que le vaya a una bien, antes vendrá otra que rehará y pisará tu trabajo.

Sin embargo la costumbre de los últimos años -y de los que vienen, parece- no es tanto "rehacer" como "reiniciar" sagas míticas, es decir, robar las mismas ideas y puntos de partida para construir algo ligeramente nuevo. Por eso sorprende y es de agradecer encontrar un remake que de verdad se dedica a mejorar y actualizar un clásico respetando el original.




La Última Casa a la Izquierda que acabamos de ver en este 2009 no tiene el encanto artesano y pionero de la obra en la que se inspira por supuesto, pero tampoco la profana. Sean S. Cunningham y Wes Craven se vuelven a unir para producir ese homenaje a sí mismos, para lavarle la cara a su propio clásico y hacer algo más parecido a lo que hubieran querido hacer hace treinta años.

La película la firma Dennis Iliadis, pero sin duda la presencia en la producción de estos dos genios del Terror ha garantizado que La Última Casa a la Izquierda siga el esquema casi calcado de su predecesora, enriqueciéndola todo lo posible y eliminando defectos, como la presencia de los policías ineptos, aquí desaparecidos.


La Última Casa a la Izquierda de 2009 mejora en casi todos los sentidos a su hermana mayor, como estamos en el siglo XXI disponemos de más presupuesto, tenemos mejores actores y efectos, y además tenemos más cuidado a la hora de mostrar la desnudez gratuita, no como hace tres décadas.

Sin embargo, La Última Casa a la Izquierda también adolece de los típicos defectos del cine de Terror "no original" de este principio de siglo, me explico. Los guionistas de La Última Casa a la Izquierda parten con el noventa por ciento de su trabajo diseñado, preparado y exigido, de manera que lo poco que les queda por hacer solamente servirá para engrandecer la película, para darle más cuerpo.


Es un trabajo incompleto, de relleno, y en La Última Casa a la Izquierda se nota, un huevo. Escenas "paja" entorpecen el ritmo de la película desde el principio, su esfuerzo por dar mayor personalidad a los personajes, por dibujarlos mejor y dotarles de una historia, de unos problemas personales, no cumple la función deseada porque en La Última Casa a la Izquierda nos la pela si se murió un hermano, si el villano se escapa así o asao o si la chica nada como una sirena. Más de treinta minutos se van en explicaciones de personajes, en relleno, y ésa es justo la diferencia de duración respecto a la versión del 72.


En cuanto volvemos a la historia original de Craven, en cuanto aparecen los cuchillos, las violaciones y poco después tenemos a todos reuniditos en casa de los Collinwood, La Última Casa a la Izquierda no sólo recuerda de verdad a la original sino que despega y de qué manera apoyada en la solvencia de Tony Goldwyn y Monica Potter en un desenlace mucho mejor hilado, más creíble y lógico que en la primera.

Esa media hora final me encanta, pero, eso sí, el epílogo absurdo en el que un microondas funciona sin cerrar la puerta no viene a cuento, es innecesario y la gratuidad del gore deja un pésimo sabor de boca para una película que, de no ser por el ritmo excesivamente lento de algunas fases y algunos errores de guión garrafales, destacaría, pero que no inventa nada y se queda a medio gas.

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