Críticas: Paintball

A veces no sé por qué me llaman la atención este tipo de películas, por qué me someto a la tortura de verlas. Tal vez algo en mí me haga esperar de ellas lo que no son, dar como por casualidad con un clasicazo del género de Terror o de suspense, o lo que demonios sea. Pero desde luego, en Paintball, no vamos a encontrar nada de eso.

Lo cierto es que hace meses, cuando conocí que se estaba perpretando esta chanada, me resultó curiosa por su temática, me pareció original, por lo menos tocaba un tema de actualidad, las tan en boga partidas de balazos de pintura entre colegas. No sabía muy bien cómo iban a hilar un argumento interesante entorno a ello pero sí estaba dispuesto a averiguarlo.

Ahora que he visto Paintball puedo decir que la originalidad y la moda se quedan en los primeros veinte minutos, cuando se plantea el combate clandestino entre dos equipos internacionales de pistolas de pintura en un campo ilegal -no sé cuál era la necesidad de que fuera clandestino el maldito recinto-, porque antes de que sepamos quiénes son y con quiénes vamos, empiezan a caer como moscas.

A parte de la tozudez de que los actores españoles que ruedan en inglés se doblen a sí mismos, con la cagada monumental que resulta de ello, me sorprendió la poca chicha del guión. A uno de los dos equipos se lo ventilan de oídas y fuera de plano, y al otro, al protagonista, lo reducen a tres o cuatro efectivos en la primera media hora.

La idea de un jugador cabroncete o con un muy poco fino sentido de la broma que cambia sus balas de pintura por cartuchos reales y se desahoga con sus compañeros me parecía mucho más interesante que la manida empresita de marras que engatusa a pringados para que otros les vean morir. Es más de lo mismo y está mil veces visto.

Así que, cambiando el Paintball por la cacería en menos de media hora, la película que me interesaba deja de existir y sólo queda una matanza por capítulos que, la verdad, aburre a las ovejas.