sábado, 26 de diciembre de 2009

Críticas: Crónicas Mutantes, no me pagan por verla.


Mucho tiempo esperando una película que cuando menos me resultaba curiosa, protagonizada por Thomas Jane, un tipo que -desastrosas excepciones a parte, como El Castigador- me cae bien y sigo desde Deep Blue Sea, y por Ron Perlman, al que adoro pintado y sin pintar de rojo. Pues con lo que no contaba era con que el resto del equipo de Las Crónicas Mutantes (productores, director, fotógrafos, guionistas, peluqueros, chico de los recados...) iban a ser unos incompetentes, unos cafres y una pandilla de mantas.





Vamos a ser benevolentes y reconocer que la primera media hora, capítulo bélico protagonizado por Sean Pertwee, es una pequeña obra maestra. Hay interés, hay suspense, hay carisma... Pero en cuanto los ejércitos por accidente abren la trampilla del suelo donde esperan los mutantes es como si todo eso se colara por un gigantesco sumidero.


Desde que regresamos a un mundo civilizado gobernado por John Malkovich -enseñándonos cómo no serlo- todo parece una gran broma. Los mutantes matan humanos para convertirlos a su vez en más mutantes, y como son muchos por lo visto, la Humanidad decide exiliarse, evacuar el planeta en naves transporte destino a Marte.

Ese es el plan de Obama Malkovich, pero Ron Perlman, de regreso a los hábitos pero teñido a lo Belén Esteban, tiene un delirio de grandeza del copón y se cree el elegido para protagonizar una profecía salvadora que anuncia cómo destruír a los mutantes. Esa profecía está un libraco que lleva a todos lados: Las Crónicas Mutantes.


Así que el cura egocéntrico se pone a reclutar mercenarios: Thomas Jane, claro, con su manual de frases de guionista adolescente: No me pagan para creer, me pagan para ser un cabrón. La japonesa de Sin City, que una vez sabiendo que está buena da para muy poco más. Y junto a ellos, como el chiste: Un chinorri, un negro y un hispano. ¿En qué orden la irán palmando?


Los personajes de The Mutant Chronicles, todos, dan vergüenza ajena. La trama, es decir, lo que mueve la película, es absurdo, falso y tan difícil de tragar que es mejor dejarla a un lado y centrarse en entretenerse y pasar el rato. Pero tampoco. La fotografía, que intenta ser original, particular al menos, esconde en lugar de mostrar, y los efectos especiales parecen más chapucillas de photoshop que trabajos profesionales.


Es curioso cómo partiendo de toda una bibliografía de juegos de rol y un sin fin de oportunidades, los responsables de Las Crónicas Mutantes hayan esculpido un ñordo tan grande. Un desperdicio aburrido y carente de interés con encima un final ridículo y colado con calzador en el que Ron Perlman termina de hundirse.

Total, que tenía ganas de ver Las Crónicas Mutantes, pero nada más empezar a verla no deseaba que terminara, sino que explotara, desapareciera, se convertiera en humo y jamás haber oído hablar de ella.

3 comentarios:

Pablo Martinez 27 de diciembre de 2009, 7:40  

Jaja BUENISIMA la crítica! No la veo ni mamado!

Saludos! :D

Te espero comentando en mi blog ;)

FELICES FIESTAS!!

Un abrazo!

PM

Ralex51 7 de enero de 2011, 3:58  

Muy cierta tu critica ademas de que es la primera que leo que no dice que tiene unos "efectos especiales dignos" y que "eso es lo mas atrayente de la pelicula" esos comentario me enferman y se nota que el que escribio eso no era un completo estupido, se debe estar muy drogado para creerse la sangre falsa durante la accion y los pesimos fondos que se habrian visto mejor si solo pusieran una manta atras de los actores. Una obra de teatro es mas creible que este aborto cinematografico.
Y ni que decir de la trama y de todo su contexto irreal, esta bien que sea una historia de ficcion pero esta pelicula cae en lo ridiculo, claro, eso si se logra entender la historia al principio.
Solo la recomdaria para algun estudiante de animacion, o algo parecido,para que viera lo que no se debe de hacer.

Unknown 27 de septiembre de 2015, 22:37  

A mi me encanto, desde los efectos especiales a la trama. Pero debieron hacerla en dos partes para que no se vea todo como si fuera apresurado.

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