miércoles, 7 de octubre de 2009

Críticas: 'Pagafantas'. El que esté libre de pecado...


Buena hartada de reír que me he metido con Pagafantas. Escenas cotidianas, momentos reales vividos u oídos mil veces en mil vidas diferentes. La simpleza del ser masculino retratada con la puntería más certera desde el punto de vista de unos tipos con buen ojo para captarla y que además son expertos en hacer reír.

Un puñado de caras conocidas, entre fenómenos de Vaya semanita o Muchachada Nui, dan forma a esta comedia cruel y despiadada, Pagafantas, un retrato tan ajustado como humillante del que no nos escapamos ninguno.




Y es que quien más y quien menos -afortunados- hemos tenido la desdicha de pasar alguna vez por ese trago del "te quiero pero sólo como amigo".

Chema -un espléndido Gorka Otxoa- acaba de romper con su novia y lucha con todos sus medios, escasitos, por rehacer su vida y capturar alguna nueva presa. Capturar es la palabra exacta para lo que intenta este chico, saliendo todas las noches en busca de lo que caiga.



La suerte, ni buena ni mala, pondrá en su camino un vertedero de basura con sorpresa dentro, en concreto una guapísima argentina divertida, sexy y que por algún motivo le da la sensación, completamente errónea por otro lado, de ser alcanzable. Así Chema descubre la esencia misma del Pagafantas: colado hasta el tuétano por su nueva amiga pasará por todo tipo de tragos y desilusiones mientras mantiene al ralentí la esperanza de conseguir algo más que un abrazo de "colegas". Y es que algún día...


Las situaciones desternillantes por las que pasa este icono Pagafantas tienen tanta gracia no sólo por el buen hacer de Gorka Otxoa y de un guión clavado al dedillo, sino porque los creadores de Pagafantas han sabido captar y han tenido la buena mano de acertar con los lugares más comunes, los momentos más clave de la triste vida del apenao, del fracasado que acompaña cual borrego a su doncella aún sabiendo en lo más hondo que jamás conseguirán llevársela a la cama.


Los secundarios lo bordan, pero quiero acordarme de ese 'Yoda Pagafantas' que interpreta Óscar Ladoire, que literalmente se come la película. Y tampoco olvidaré a la chica, Sabrina Garciarena, que sin sudar borda el papel de niña perfecta, de sueño dorado y a la vez zorra superficial a la que amar, primero, y clavar una estaca en el pecho después.


Insisto, un guión milimetrado y un acierto en la interpretación de Gorka Otxoa consiguen que esta comedia sea por un lado sencilla, amable e inteligente, y por otro tenga una carga infernal de mala leche y no sólo meta el dedo en la llaga, sino que lo retuerza, apriete, se ensañe y nos haga mirar con pesar lo estúpidos y simples que somos los tíos.

Me he hartado de reír con Pagafantas, pero claro, porque a mí no me ha pasado nunca...

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