domingo, 25 de octubre de 2009

Críticas: G.I. Joe: The Rise of Cobra


¿Cómo se puede hacer una película de tiros y guerra sin una sóla gota de sangre? ¿Cómo desaprovechar un presupuesto millonario en efectos especiales? Una vez más la respuesta es Stephen Sommers.

Lo único que deseo de quien haya pagado por ver G.I. Joe es que haya entrado en el cine por su propia voluntad y sabiendo lo que iba a ver, ya que G.I. Joe es una película concebida por y destinada al nivel intelectual de un niño de teta, con la simpleza por bandera y sin más ambición que llenar la pantalla de luces, gritos y, siempre que se pueda, escotes y tetas.


¿Hay película entre tanta música estridente y tanta pelea? No, no la hay. Sólo hay escenas de transición entre un tiroteo y el siguiente mientras el guión, pueril y estúpido como un mal chiste, hace aguas intentando profundizar en unos personajes ya de por sí caricaturescos y una trama tan enrevesada como incoherente.



En G.I. Joe la culpa es, cómo no, de las mujeres, malvadas y pérfidas con grandes ansias de poder, y una arma secreta robada a golpe de artimañas femeninas. Lo demás, tiros de un lado y de otro intentando robarla-recuperarla-robarla de nuevo-activarla-desactivarla bla, bla, bla.


G.I. Joe pretende dar seriedad a sus muñecotes abusando del flashback para presentar manidos y rechinantes conflictos humanos que no nos interesan lo más mínimo. De verdad, Sommers, si esto es lo que entiendes por caracterizar al personaje, mejor déjalo y ve directamente al grano, es decir, a las hostias.

Porque otra cosa no, pero G.I. Joe naufraga entre tanto mamporro, tiroteo y juguetito hipermoderno de diseño militar. De manera que, salvando las presencias impagables de Sienna Miller y Rachel Nichols en dura pugna por lucir mejor en traje de guerra, el resto es completamente infumable.



Por algún momento pensé que estaba viendo Terrorist Movie, o algo así, una estúpida parodia del cine de atentados y explosiones, pero no, que era en serio. G.I. Joe se ridiculiza a sí misma, patina en cada frase chulesca –en el abuso que hace de ellas-, en la cutrez de sus efectos y su diseño de producción a la altura del Street Fighter de Van Damme y una pregunta: ¿por qué Marlon Wayans repite la misma actuación que en Dragones y Mazmorras, por qué era necesario, por qué alguien se acordó de él?

Ni siquiera merece la pena decir que ver G.I. Joe es perder el tiempo, espero que el castañazo en taquilla aborte cualquier atisbo de secuela.



PD: Descarado el copieteo/homenaje a Star Wars al final, tanto en el puesto de tiro del submarino como en la pelea en el interior entre los dos encapuchados. Y la aparición de Dextro al final… Copia y pega se llama eso.

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