martes, 16 de febrero de 2010

Críticas: Los Sustitutos.


Hace tiempo que el hecho de que una peli lleve junto a su título el nombre de una gran estrella ha dejado de ser sinónimo de algo grande. Muy pocos son los actores y actrices de renombre que en algún momento no vendan su alma al diablo, más aún, estos que fueron grandes estrellas y ahora se ven desplazados por niñatos imberbes que brillan en la oscuridad.

El nombre de Bruce Willis nos seguirá llevando al cine, pero no con la ilusión de ver un cañón de película, sino más con la intención de no perder de vista a uno de nuestros ídolos de la infancia y la adolescencia. Los Sustitutos no es más que eso, una ocasión para volver a ver a Bruce Willis, eso sí, sumergido en un montón de mierda.

Los Sustitutos hereda la tradición scifi de un Asimov, un K. Dick o tipos así, en el sentido de un mundo futuro en el que la convivencia con máquinas está normalizada y casi aceptada, pero en este caso un mundo en el que las máquinas son lo único que pisan las calles, ya que los humanos nos quedamos en casa controlando nuestras réplicas cibernéticas conectados a una maquinita muy cuca.


Muchas preguntas quedan en el aire aunque tengamos la mejor intención de meternos en la estúpida trama que plantea Los Sustitutos. Animales, escuelas, el cuidado de los bebés... Quién se encarga de todo eso si los padres están conectados a esas maquinitas 24 horas al día. Igual un robotico de esos es capaz de dar de mamar, a saber.

La cuestión es que en el mundo en que un despistadísimo y a todas luces aburido Bruce Willis maneja desde la tumbona a su sustituto policía, empiezan a tener lugar unos asesinatos de maquinitas que de rebote fríen el cerebro a sus dueños. Les está bien empleado.



Lo que pasa es que durante más de una hora, una lenta e insulsa hora, Los Sustitutos nos plantea una serie de secuencias de acción entre robots de los que sabes que no pueden morir, que como mucho se escacharrarán y se levantarán tras un baño de aceite y tuercas nuevas. Así es difícil interesarse o empatizar con la supuesta emoción de la película.


Pero es cuando Los Sustitutos empieza a descargar su sobredosis de moralina, cuando Bruce decide quitarse los cables y recuperar su vida humana, cuando la lección se vuelve tan densa, incoherente y reiterativa que directamente pasa al fondo de nuestra memoria sin prestar mucha atención al final.

Total, que Los Sustitutos es algún tipo de película de acción sin interés alguno, con una moraleja un tanto obvia e innecesaria y que sin el nombre de Bruce Willis en los carteles jamás hubiera llegado a las salas.

Ustedes mismos.

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