viernes, 26 de febrero de 2010

Críticas: El Hombre Lobo.


Para esto se viene al cine. Es lo que pensaba durante la hora y pico de decorados góticos, de bruma victoriana, de bosques burtonianos y música de Danny Elfman. Y para colmo me ponen a un hombre lobo de los de ley, rudo, salvaje, brutal y sin miramientos.

El Hombre Lobo de Benicio Del Toro no es más que un remake desatado de un clásico inmortal que ha resistido el paso del tiempo bastante mal, un remake alargado, pasado por el CGI, ampliado, exagerado y, sobretodo, adaptado a los nuevos tiempos hasta el límite de sus posibilidades.



El Hombre Lobo pretende respetar y revivir todos los clichés de aquellas películas míticas de la Universal por las que el cine de Terror de hoy existe. Como digo, la bruma, el goticismo recargado de los decorados, la atmósfera misteriosa y envolvente, agobiante, pero también el ritmo lento, parsimonioso, de su puesta en escena.


En todos estos aspectos El Hombre Lobo cumple y resulta un disfrute para todo aficionado al género harto de psycokillers repetitivos y muchachas siliconadas asediadas por terrore japoneses. La película de Joe Johnston no defrauda en lo primero que quiso proponerse: acercar al público del nuevo milenio el Terror artesanal que mamaron los genios de este circo.


Pero no todo puede ser clasicismo ni ambiente gótico en este siglo XXI, el espectador de hoy pide algo más, y es ahí donde El Hombre Lobo a menudo sorprende y no pocas veces descarrila. La violencia de la bestia es de lo más explícito y brutal de lo visto en pantalla ultimamente, no puede ser de otro modo, es cierto, para resultar creíble, pero eso no quita para que en una atmósfera tan clásica sorprenda el cambio de ritmo, espectacular, que suponen las escenas de acción en esta película.



El mayor riesgo que asume una película acerca de hombres lobo, un riesgo del que se libran otros monstruos inmortales como el vampiro, el frankestein y demás, es el peliagudo -jaja, qué recurso tan chisposo- asunto del maquillaje de la bestia. La fina línea que separa el hombre transfigurado en bestia del actor con pelos pegados en la cara y poniendo muecas de gilipollas ha arruinado demasiadas películas licántropas. Recurrir al ordenador para recrear las bestias normalmente es sinónimo de chapuza o de engendro raro-frío-poco creíble.

En este sentido me parece un acierto el mix que consigue el maestro Rick Baker entre lo uno y lo otro, de manera que cuando el lobo se está quieto y podemos apreciar el trabajo del actor debajo de los pelos resulta un disfrute que jamás se alcanzará con un ordenador, sin embargo, cuando el tipo empieza correr, ya sea por bosque o tejado, el CGI canta para mi gusto demasiado.


El Hombre Lobo, guión, refleja una incapacidad evidente de dar importancia a unos personajes estereotipados y manidos más allá de presentar el conflicto emocional por la pérdida del ser querido o, más adelante, por la pérdida de la humanidad al caer maldito. Los actores, en general, tampoco se esfuerzan mucho a sabiendas de que ni al director le importan ni el público va a ir a ver El Hombre Lobo por ellos.

Queremos ver a la bestia, al lobo, queremos aullar a la luna y correr a cuatro patas los bosques sombríos de la oscura Inglaterra. Queremos desatar el caos el Londres y rasgarnos la camisa en lo alto de un edificio victoriano. Queremos despertar por la mañana sin recordar lo que ha pasado. Esto está en El Hombre Lobo, y desde luego, por eso fui yo a verla al cine.

1 comentarios:

Pablo Martinez 26 de febrero de 2010, 23:52  

EXCELENTE CRÍTICA!!!
Ni bien pueda la veré. Voy a esperar a que llegue a mi cine de la ciudad, no pienso bajarla por nada del mundo!

ATENCIÓN: Empezó la cuenta regresiva para la entrega de los PREMIOS PALITOH. Ya está disponible en mi blog la encuesta que definirá la terna de "EL PREMIO DE LA BLOGÓSFERA CINÉFILA", así como también las demás categorías cuyos candidatos daré a conocer el 1ro de Marzo.

Los espero a todos participando!

Un abrazooo!!!

PM

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