lunes, 29 de marzo de 2010

Críticas: Los Hombres que Miraban Fijamente a las Cabras.


La sensación que tenía mientras veía Los Hombres que Miraban Fijamente a las Cabras era de estar disfrutando uno de esos peñazos de los Coen, supuestamente cómicos, pero rodado con algo más de ritmo. De hecho, leyendo otras críticas después de verla he descubierto que otros tantos también tuvieron esa intuición.

O sea, que Los Hombres que Miraban Fijamente a las Cabras es una de los Coen sin los Coen, sin comerse tanto el tarro y sin bajar el ritmo hasta lo catatónico. Por lo demás, una oda al humor absurdo, a los personajes más inverosímiles y las situaciones más estrambóticas dentro del contexto militar de la guerra en Irak.





Los Hombres que Miraban Fijamente a las Cabras es ante todo una película de personajes, unos correctísimos, sin llegar al sobresaliente pero espectaculares, Ewan McGregor, George Clooney, Jeff Bridges y Kevin Spacey, que son el alma, el esqueleto y la musculatura de esta ida de olla surrealista.


Los Hombres que Miraban Fijamente a las Cabras se mete con los intentos americanos de explorar las capacidades mentales, psíquicas y extrasensoriales en el campo militar. Encontrar enemigos huídos, convencer con el poder de la mente, incluso parar el corazón sólo mirando fijamente. Claro, difícil tomarse algo así en serio, pero le sirve de pretexto perfecto para presentarnos a esta sucesión de personajes descocados a cuál más extravagante, desde el militar convencido de los experimentos psíquicos rusos (Stephen Lang) al pobre recluta al que una combinación de LSD y comida de tarro le lleva por el mal camino.


Los Hombres que Miraban Fijamente a las Cabras le sirve a Ewan McGregor para volver a demostrar que sí, yo soy el tipo que sale en Star Wars pero soy mucho más que eso, riéndose de sí mismo y del rollo Jedi, dando vida a un periodista americano ante su única oportunidad de encontrar el artículo que le dé el éxito.


George Clooney vuelve a demostrar su solvencia en la comedia descerebrada y tanto Jeff Bridges como veterano militar que descubre el poder de la mente y el amor como arma secreta, y Kevin Spacey disfrutando en su papel de villano malísimo, son las mejores bazas de una película entretenida, por momentos delirante y otras veces un coñazo, cuyo mayor problema es su dificultad para ser recordada diez minutos después de haberla visto.

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