sábado, 27 de septiembre de 2008

Wanted (Se busca)

…o Star Wars conoce a Matrix conoce a cualquier superhéroe alucinógeno y una pizca de Blade, por lo de todos mis iguales contra mí, que soy la leche.


Un popurrí similar a un caldo de verdura es lo que es la nueva película de la cadavérica Jolie. Como una parte fundamental de la trama tiene que ver con un telar, han convertido el film en una colección de retales de otras películas engarzadas a cascoporro y con el mínimo sentido de la coherencia y verosimilitud. El único sentido que rezuma Wanted es el del ESPECTÁCULO, así, con mayúsculas, y por otra parte es algo de agradecer, igual que dije con Hellboy 2, ahora que el cine parece cada vez más un drama constante de conciencia social y de películas mediocres que pretenden ser profundas metáforas filosóficas (noooo, no me refiero a The Dark Knight… qué va…)

El problema de Wanted es que para que te guste tienes que tomártela a cachondeo, de lo contrario el cabreo puede ser monumental, y la cara de gilipollas, importante. Porque Wanted no es ni puede ser considerada una película seria, no creo y de verdad lo espero, que ni siquiera sus creadores tuvieran como idea primigenia hacer un film de culto, ni tan sólo normal, diría que tampoco al uso. Wanted es una paranoia surrealista con momentos realmente delirantes, que sobrepasan la fantasmada y a menudo llegan al absurdo, pero que nunca nos venden como algo “real” o “posible”, y eso es lo que la salva de la estupidez y la falta de respeto más absolutos.

Disparar a través de donuts con un cañón a media ciudad de su objetivo, manipular las leyes de la física como les sale de los morros –de Angelina, claro-, atrapar peatones con el deportivo en un derrape imposible, hacer chocar las balas en el aire, además de darles efecto, todo tiene sentido y es posible para una raza especial de tipos y tipas –Angelina, claro- que pueden hacer lo que les de la real gana pero trabajan a las órdenes de un telar, qué estúpidos.

Voy a explicar lo del telar. Parece ser que hace miles de años unos Tejedores con altos conocimientos de álgebra y un pelín de mala leche descubrieron un código oculto en sus telares. Una hebra arriba o abajo en el patrón y ala, por sus santísimos lo convertían en un código binario y de ahí sacaban un nombre. ¿Y qué hacemos con él? Preguntó uno. ¿Le enviamos flores, una tarjeta de felicitación por salir en el telar, le fichamos para la Liga de Tejedores? El más listo –o el más bruto, vete a saber- le contestó: Pues nada, será que hay que matarlo.

Y de eso va la película, sale un nombre y Morgan Freeman, que es Dios (nunca mejor dicho), le encarga la ejecución a uno de sus secuaces, que viven manteniéndose del aire y de unos chuletones enormes que almacenan debajo de una fábrica de bufandas y se dan baños de leche cortada en lo que esperan saber la identidad de su nuevo encargo. Una vida interesante de narices, vamos, para alguien capaz de hacer virguerías hasta con la punta de un lápiz.

Uno de ellos la palma y reclutan a su supuesto hijo. En una primera media hora chanante los guionistas convierten a Morgan Freeman en Obi Wan y copian sin pudor, plagian, imitan, calcan y roban los diálogos y casi las escenas del Episodio IV y nos lo ensartan sin anestesia ni nada.

Uno de los nuestros nos ha traicionado, se ha salido de la organización y ha matado a tu padre. Sustitúyase por:
Un joven Jedi que se pasó al lado oscuro fue quien traicionó y asesinó a tu padre.


Luego le da la espada, digo la pistola, que fue de su padre, le cuenta que son una especie de hermandad de elegidos que velan por el equilibrio en el planeta, que tienen un no sé qué que qué sé yo especial en su cuerpo que les hace ser mejores, más rápidos, más fuertes, dominar la adrenalina y tener pulsaciones de hasta 400 latidos por minuto –toma ya-, además de fliparlo con una pistola en las manos.

Sólo le falta decirle que el enemigo es un tipo que se hace llamar Emperador y que quiere construir una cosa así como una Estrella de la Muerte, pero no, en esta peli los Jedi son los malos, son asesinos –recordemos, a las órdenes de un telar, jajajajaja- y el enemigo es el tal Cross, que se pasó al lado oscuro, digo, que se salió de la Hermandad, y ahora quiere matarlos a todos, el tío rencoroso

Todos los que hemos visto La Guerra de Las Galaxias, nos podemos imaginar la supuesta “sorpresa final” más o menos desde el minuto treinta y dos, uno después de la charla de Obi Wan, por lo que la última escena en el tren nos la sopla y sólo nos puede parecer una tomadura de pelo y un descaro desvergonzado e irreverente.


Resumiendo, los Jedi reclutan a Luke, y le adiestran para vengar a su padre. Le entrena una especie de maestro Yoda que está mucho más buena y tiene los labios de silicona, y cuando se da cuenta del pastel vuelve armado de ratas y se los ventila a todos en una escena redención/inmolación de lo más ridícula. Sólo al final sabremos que Obi Wan es un caradura chapucero y que Luke tiene una puntería cojonuda.


Lo mejor de la pelí: La jefa gorda. Las hostias como panes. Las escenas de la vida de Luke fuera de la Orden Jedi.

Lo peor: Algunas personas no sabrán entenderla, muchos en el cine se quejaban con cada fantasmada y supongo que más de uno pensaría en largarse. Yo, por mi parte, cuando fui a ver Superman no me sorprendí de que volara, así que…

Lo peor 2: Que penita da Angelina. Que alguien le pase un bocadillo de panceta a la pobrecilla.

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lunes, 8 de septiembre de 2008

HellBoy II. El Ejército Dorado.

Si Dios fuera gordo y mejicano, sería Guillermo del Toro.


Acabo de salir de la sala de proyecciones pero no tengo la sensación de haber pasado dos horas frente a una pantalla de cine, me siento como si hubiera viajado todo ese tiempo por un lugar diferente, por un universo paralelo que hasta hoy sólo formaba parte de mi subconsciente y que de alguna manera un tipo enorme y con gafas ha sido capaz de poner delante de mis ojos.

Bienvenidos, no al mundo de HellBoy, un Nueva York actual e ignorante, que hace los ojos a un lado mientras que con interés bastante tibio, la verdad, roba fotos de un bicho rojo con cuernos y cola. No, éste es el universo de Del Toro, un Reino de Hadas y Fantasía que apenas rozó en la primera entrega de éste héroe que reniega de serlo, que casi desplegó en el Laberinto del Fauno, y es que el epicentro de esa película era otro, pero que desarrolla en todo su esplendor en ésta, donde se despoja de toda contención visual impuesta por un estudio o por la propia historia que quiere contar y nos sacude un guantazo de fantasía, de magia, de seres increíbles, de espacios en los que nos gustaría vivir, y no sólo soñar.

Los puristas del cómic se rasgan las vestiduras, bien, yo no lo soy. En mi vida he leído un tebeo de HellBoy y sólo le conozco por las películas de Del Toro, y la verdad, ya tengo suficiente, a partir de ahora miraré el cómic comparándolo con la película. ¿Se parece el personaje de Mignola al de Del Toro? ¿No? Pues entonces paso, me quedo con las pelis.

Disfruté la primera como un neófito, no sabía nada del personaje ni desde luego de su historia, ese tipo de cómic USA no han llegado a mí como lo hicieron de pequeño Spiderman o Batman. Para cuando descubrí que HellBoy, V de Vendetta o Sin City estaban basados en cómics, sus adaptaciones ya me habían calado demasiado, con resultados bastante dispares, por cierto. La primera entrega de HellBoy me atrapó desde el punto de vista de una película de acción con un protagonista inusual, con enemigos inusuales y una trama extravagante y cósmica, no precisamente de mi gusto (ese Rasputín resucitado…). Me gustaba el malo, Kronen, eso sí, aunque pienso que debía haber sido todavía más protagonista.

Esta segunda incursión en el universo del Rojo me ha dejado con la boca abierta desde el mismísimo inicio, desde su infancia como devorador de chocolatinas e historias fantásticas hasta su madurez como héroe incomprendido y padre. Y entre medias todo un ciclón de criaturas, de lugares, de leyendas que me han devuelto a mis doce años, cuando en mi cabeza fluían sitios y nombres parecidos hasta que me di cuenta de que jamás iba a poder ver nada de aquello con los ojos abiertos. Del Toro ha hecho realidad muchas de esas sensaciones y las ha dotado de cuerpo, de cara, de voz. Desde el temible príncipe Nuada (sublime la introducción con figuras de madera) hasta el majestuoso ser del final, con alas por ojos y una terrible profecía.

Cada criatura, cada personaje está integrado perfectamente en una trama sencilla y por lo tanto accesible, que deja espacio al embrujo de todos esos seres increíbles sin comidas de tarro ni requiebros filosóficos. Y es que aquí la historia es lo de menos. Los actores, Perlman, Blair, Jones… todos están mejor que en la primera, y las nuevas incorporaciones, como Krausse, no desmerecen en absoluto. Y esos entornos: el Mercado Troll, la guarida subterránea de la estirpe de Nuada, el secreto en las profundidades de Irlanda… Lugares de los que uno no quisiera salir.

Por último quiero brindar por el nuevo HB. Un HellBoy más duro, más chulo, más sarcástico, más canalla y mucho, mucho más divertido.

Una película sublime, Maestro Del Toro, donde demuestra que el poder de la imaginación está muy por encima de tramas, de conflictos personales y de crisis económicas. Más allá de la profundidad metafísica y el elogio del pesimismo de El Caballero Oscuro, Del Toro es la punta de lanza del tipo de cine que la sociedad melancólica de hoy en día necesita.

Una reflexión final: ¿Qué será capaz de hacer este genio con El Hobbit? ¿Qué sería capaz de hacer, por ejemplo, con la Historia Interminable, o con su anhelado Frankenstein?


Muero de ganas por saberlo.

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